domingo, abril 20, 2008

Chesi

Por una razón que por ahora no viene al caso he vuelto a contactar con el escritor José María Pérez Álvarez (O Barco de Valdeorras, 1952), Chesi, que para los extremeños es autor de aquella novela Las estaciones de la muerte (1988) que ganó el V Premio Constitución de Novela, y de Como si nada existiese (1993), que fue Felipe Trigo de Narración Corta. Acaba de ganar en febrero el III Premio Bruguera por su novela La soledad de las vocales, que me va a enviar. También a mi hermano José María. Hace unos años, Juan Goytisolo me recomendó la lectura de su novela Nembrot (Barcelona, DVD ediciones, 2002), una galería sugerente de personajes, un homenaje a la literatura, un ejemplo de la novela como festín de palabras. Luego, le invité al frustrado “Encuentro Literario Cáceres 2016” sobre La novela y sus públicos y ahí fue nada; más adelante seguí por la prensa su pleito por plagio con Bryce Echenique, y ahora volvemos a tener comunicación por una fraternal carambola.
Me ha agradado mucho leer este texto de su blog en la revista en la que colabora, Jano:

“Los medios literarios habituales, el modelo impreso, se enfrentan con los métodos que la red suministra a los escritores y a los aficionados a la literatura; más bien, tienen que convivir con ellos. Los periódicos, los libros, las revistas, asisten a la irrupción de los medios digitales que reclaman un nuevo espacio en el que manifestarse. De ese modo, el blog se está convirtiendo en un arma eficacísima contra la literatura canónica. Si en esta última los nombres conocidos por todos acotan su terreno de manera casi dictatorial, las páginas de internet han abierto en el orden monolítico una grieta por la que se cuela el aire fresco y renovador de otro tipo de literatura o, más bien, la voz de unos autores que reclaman una nueva forma de entender el hecho literario. No se trata de bárbaros iconoclastas ni de aficionados con ganas de dejar su sello, sino de gente que intenta hallar su espacio, su resonancia con afán transgresor, con ganas de meter, en el mundo editorial, una manera diferente de concebir la literatura. A través de los blogs –unos de sumo interés, otros que apenas aportan nada: en el fondo, como los libros en general– aparecen voces discordantes y arriesgadas. Sería inútil –por cuestiones de espacio– citar unos cuantos, pero sí es cierto que en ellos se enraízan las nuevas formas, las nuevas tendencias literarias; sin ellos, posiblemente muchas de estas voces que ahora apuntan apenas tendrían repercusión. Los blogs establecen unos puentes sutiles, unos mensajes para iniciados, y transmiten los descubrimientos entre sí, polinizándose y permitiendo que en ese espacio hallen su eco esas formas literarias novedosas.
Los blogs constituyen un escenario en el que una obra se expone a la mirada de miles de usuarios. Las revistas y los suplementos, en general, destacan las afinidades editoriales, las relaciones sociales y cualquier lector de ellos tiene una visión amputada, interesada, de los nombres que circulan por sus páginas y que aparecen en los escaparates de las librerías. El blog no es la panacea ni el remedio pero sí, al menos, la posibilidad de que otros nombres, en general minoritarios, tengan su repercusión, su espacio. Son como círculos iniciáticos en los que los usuarios abogan por otro tipo de literatura; por supuesto, hay autores interesantes y otros que no lo son, pero, al menos, aparecen nombres que de otra forma nunca tendrán lugar en un mercado salvaje y regido por términos puramente económicos. Nunca viene mal un poco de aire fresco.”

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