En dos ocasiones de su Por tierras de Portugal y de España (1911) escribió Unamuno, casi con las mismas palabras, que no le parecía Joaquim Pedro de Oliveira Martins (Lisboa, 1845-1894) «el historiador más artista que dio en el pasado siglo la península ibérica», como dijo Menéndez Pelayo, «sino el único historiador de ella que merece tal nombre» (Madrid, Renacimiento, 1911, pág. 49). Los elogios de don Miguel a «aquel poderosísimo entendimiento —acaso el más robusto que tuvo en el pasado siglo Portugal—» (pág. 39) fueron por sus obras históricas (História de Portugal, História da civilização ibérica, entre otras), más conocidas que estas póstumas Cartas peninsulares (1895) que se editan y traducen exentas e íntegras por primera vez en España en esta magnífica edición del profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura César Rina Simón. Me hace feliz que este libro tan bien hecho se haya publicado, con el apoyo de la Fundação Calouste Gulbenkian, en coedición entre los sellos del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura y la Editorial La Umbría y la Solana, con su extraordinario catálogo de difusión en España de las letras y la cultura portuguesas. El estudio de César Rina que sirve de prólogo («El viaje peninsular de Oliveira Martins») es una brillante síntesis de la personalidad intelectual de un «historiador, articulista, político, gestor de minas, de ferrocarril, etc.», que no «tiene estudios superiores y no es un profesional del conocimiento en términos académicos» (pág. 22), y también una excelente presentación de las ideas con respecto al estudio de la historia de alguien que, precisamente, emprende su viaje a Castilla para empaparse del paisaje del pasado que quería historiar, y nos ofrece una obra «inclasificable», como subraya Rina, «a medio camino entre la historia documental, la divulgación y el análisis sociológico, económico y de la psicología de los pueblos y los personajes» (pág. 27). En cualquier caso, estamos ante un iberista que en la indagación castellana de su relato de viaje se separa de ese iberismo incluso por el empleo del adjetivo peninsulares de sus cartas y, en ellas, según César Rina, «insistió en señalar las diferencias paisajísticas, culturales y caracterológicas de ambos pueblos» (pág. 51). La lectura de estas Cartas peninsulares permite disfrutar de la visión de las tierras castellanas de un vecino buen conocedor de España, de la prosa diarística en ruta de una gran personalidad intelectual como Oliveira Martins; pero esta edición muestra igualmente el rigor y la sensibilidad de un estudioso sobre su objeto de estudio, y posibilita a los lectores un conocimiento preciso del autor y de su texto. El manejo de los precedentes bibliográficos es muy bueno y cuando Rina se hace eco, como yo vicariamente en esta nota, de la consideración que Unamuno tenía de Oliveira Martins, el investigador nos ofrece muy oportunamente una ojeada a la biblioteca del bilbaíno para constatar que las Cartas peninsulares no estaban en ella y que es probable que nunca las leyera. Del mismo modo, es indicativo de la pulcritud investigadora del traductor y editor la selección de fotografías, todas tomadas del fondo de la Biblioteca Nacional de España y todas de época, entre 1870 y 1892 las de Salamanca, entre 1864 y 1870 las de Zamora capital y de Toro, y de 1864, la de Medina del Campo, encabezadas por la reproducción de un mapa ferroviario portugués de 1895. En total, una docena. Es una aportación extraordinaria, que, además, me ha permitido conocer algo muy reseñable: la propuesta de convertir las Cartas peninsulares en un recurso didáctico para la enseñanza del español a estudiantes portugueses de María Concepción López Jambrina y David Mota Álvarez, en su «Oliveira Martins y As Cartas Peninsulares: una propuesta de viaje cultural por Castilla y León como herramienta didáctica para la enseñanza del español entre el alumnado portugués», en España y Portugal, tierras de encuentro y de proyección cultural. Lisboa, AEPE, 2014, págs. 149-161. En las primeras líneas de sus Cartas, Oliveira subraya dos motivaciones de su viaje: la necesidad de pisar el terreno sobre el que va a escribir en su proyecto de historiar en O Príncipe Perfeito al rey João II y su tiempo, y reponerse en el clima cálido del junio castellano de una enfermedad que le llevó a la muerte. Una lectura transfronteriza muy recomendable.
viernes, abril 15, 2022
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario