A principios de mes me encontré a Matilde Muro Castillo (MMC) al lado de casa, en el NH Palacio de Oquendo, en donde ella había organizado un colorido mercado solidario. Como siempre, entregada a causas de interés, sin perder el tiempo en bobadas como ver en la televisión el tiempo que ha hecho hoy. Ella no sabía que hace unos años cancelé mi apartado de correos y por eso se extrañaba de que sus felicitaciones navideñas le fuesen devueltas. Anotó mi dirección y, cuando nos despedimos, ya sabía yo que este año no iba a quedarme sin su original felicitación. Llegó el martes. Hija, se titula, de MMC. Es un homenaje también, por su presencia, a los añorados cuadernos de Baluerna, me dice en una nota. Sobre Nazeema, la hija de Matilde. Es un relato real. Un relato real en un sentido literario, a la manera de Javier Cercas, sobre hechos cosidos a la realidad, a una realidad luminosa e intensa. Pero también real —y fantástico— por la presencia que en él tiene el padre de la niña protagonista, Nazeema, el Rey Baltasar, uno de los Reyes Magos de Oriente, sí. El regalo de Matilde Muro este año ha sido un cuento precioso que trata sobre su hija. Un regalo real. P.S.: me alegraría mucho que ella reprodujese en cualquier medio con más difusión el contenido íntegro de su texto, para que muchos lectores compartan esta satisfacción.
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