jueves, noviembre 17, 2016

Gil Novales


Me ha sorprendido la noticia de la muerte este pasado lunes de don Alberto Gil Novales (Barcelona, 1930-Madrid, 2016), que he sabido por la esquela puesta hoy en El País por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Lo lamento mucho. Mi trato con él siempre estuvo asociado al estudio de la cultura y del pensamiento en la España de los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, en el que él siempre ejercía de maestro y yo de aprendiente. Su recuerdo ahora aviva el de Fernando Tomás Pérez González (1953-2005), en cuya tesis doctoral, defendida en Madrid en marzo de 1999, coincidimos. Posteriormente, vino a Cáceres en enero de 2006 para decir una conferencia «A propósito de educación y cultura en el liberalismo temprano», en un homenaje, precisamente, a Fernando T. Pérez en la Facultad de Filosofía y Letras —«la aspiración a una vida civilizada y culta no desaparece para siempre por que un pueblo haya sido derrotado una vez, o dos o más veces», dijo allí—; y luego participó en el congreso sobre Espronceda que celebramos en Almendralejo en 2008, en el segundo centenario de su nacimiento. Uno de nuestros últimos encuentros fue en Cádiz en octubre de 2012, en el V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII, cuando tuve el honor de presentar —en la fotografía— su ponencia plenaria «Ilustración, pensamiento utópico y Constitución». Recordé allí el recuerdo que le dedicó Juan Goytisolo en un artículo publicado en el diario El País (2 de octubre de 2011) al referirse a su primera obra, Las pequeñas atlántidas. Decadencia y regeneración intelectual de España en los siglos XVIII y XIX (Barcelona, Seix Barral, 1959). Desde aquellos inicios don Alberto empezó a mostrar esa actitud especial del historiador con su objeto de estudio, que ayuda al progreso y bienestar de una sociedad a través, como él, de la investigación sobre las claves de su modernidad, desde el fin del Antiguo Régimen hasta momentos y figuras principales de todo el siglo XIX. Fue profesor en la Universidad Complutense de Madrid, tras haberlo sido desde 1964 en las Universidades de Madrid y Autónoma de Barcelona, y haber impartido también historia y literatura española e hispanoamericana en Estados Unidos. En la historiografía contemporánea son ineludibles sus trabajos Derecho y revolución en el pensamiento de Joaquín Costa (1965); su clásico extraordinario Las Sociedades Patrióticas (1820-1823) (Madrid, Tecnos, 1975); El Trienio Liberal (Madrid, Siglo XXI, 1980) o el Diccionario Biográfico del Trienio Liberal (1991), que tuvo sus ampliaciones por secciones regionales en el Diccionario con los personajes extremeños, que publicó la Editora Regional de Extremadura en 1998 o en el Diccionario biográfico español. Sección aragonesa que editó el Instituto de Estudios Altoaragoneses en 2005.  Estas últimas obras han sido pasos firmes hacia la magna creación de toda una vida, nunca mejor dicho, en el Diccionario Biográfico de España (1808-1833). De los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista. Madrid, Fundación Mapfre, 2011, 3 vols. 25.000 entradas biográficas. En 1983 fundó la revista Trienio. Ilustración y Liberalismo, que se sigue publicando gracias a su colaborador Lluís Roura. A éste y a su discípulo Juan Francisco Fuentes debimos el homenaje que se publicó en Editorial Milenio, de Lérida, en 2001, bajo el título de Sociabilidad y liberalismo en la España del siglo XIX. Homenaje a Alberto Gil Novales. En ese volumen había una relación de más de doscientos cincuenta ítems de lo publicado por Gil Novales. Han pasado quince años desde aquello y hasta hace muy poco don Alberto no ha parado de trabajar y publicar —en el número 66 de Trienio, de noviembre de 2015, unas cartas de Alfonso Reyes y Roland Mortier—.  Escribió: «No quiero decir que baste la cultura para que el hombre llegue a ser hombre: sin la cultura el salto será gallináceo, pero es necesario para la perfecta hominización que actúe la voluntad de cada uno de nosotros, la voluntad de proceder con criterios éticos, la voluntad de contar con los demás y de respetarlos, aunque el prójimo tenga otro color de piel, tenga otra religión o no tenga ninguna...». Mi abrazo y mi recuerdo.

1 comentario:

Álvaro Valverde dijo...

Me acabo de enterar, Miguel Ángel. Lo siento. Un abrazo.