Mi amigo Ángel Campos Pámpano (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1957) ha muerto. Ahora escribo desde su ausencia inadmisible, y abrazado a ratos a todo lo que ha escrito. Lo último, La vida de otro modo (Poesía, 1983-2008), nuestra penúltima conversación. Él, para decirme si incluía tal poema; yo, para cerrar un prólogo con el guiño de unos versos del primer poema que escribió con once años, y pedirle permiso para reproducirlos. Ahí quedan, en ese bello volumen editado con mimo por Emilio Torné en Calambur e iluminado por Javier Fernández de Molina, siempre ahí, hasta la muerte.
Hoy el periódico traía la noticia del Premio Nacional de las Letras no deseado para Juan Goytisolo, que lo recibe con respeto y sin ilusión. Esta misma mañana en la que Ángel Campos Pámpano luchaba por y deseaba su premio, sentir un poco más el calor de Paula y de Ángela, sus hijas; de Montse, de Carmen, de sus amigos, que le lloramos todos. Lamentablemente, vuelven a coincidir Juan Goytisolo y Ángel Campos Pámpano —¡cómo exigía que el segundo apellido figurase siempre!—, los que compartieron laureles hace tres años al recibir el Premio Extremadura a la Creación, el uno a la trayectoria de autor iberoamericano, el otro al mejor libro publicado el año anterior, es decir, 2004, cuando apareció aquella elegía sublime dedicada a su madre, Paula Pámpano.
Este jueves, 27 de noviembre, sus hijas recogerán —insisto— otro premio, el Premio Eduardo Lourenço que tan merecidamente concedieron a su padre. Va a asistir, por parte portuguesa, el Presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva. Por parte española, detrás de sus hijas, deberían ir el Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y, también, el Ministro de Cultura, César Antonio Molina, que conocía y estimaba a Ángel.
Que yo no olvide nunca
la luz que me enseñaste
Escribió estos versos en la “La lección”, un poema de La semilla en la nieve (Valencia, Pre-Textos, 2004), que hoy los tomo —gran putada—, como el que cree firmemente en lo que dicen, su parte literal, tan amable, y su parte figurada, tan sentida. Contigo, mi amigo.
Nota bene:
Mañana miércoles 26 de noviembre, se celebrará el funeral en la Iglesia parroquial de San Vicente de Alcántara (Badajoz) a las 12'00 de la mañana.
Muestras de condolencia, bien por correo electrónico u ordinario, o por telegrama, pueden enviarse a Biblioteca de Extremadura: Plaza de Ibn Marwan, s/n - 06001 Badajoz, y biex@juntaextremadura.net
hablando sobre Luis Cernuda. Nos fotografió Carlos A. López.
12 comentarios:
Em cada esquina um amigo
Que la tierra le sea leve.
"Me he llegado hasta aquí
por aprender del aire".
Creo que nunca se lo había dicho a nadie pero Ángel Campos Pámpano es (y será) uno de mis poetas favoritos, de estos que nos hacen pensar en refugios para flores imposibles. Desde aquí, quiero enviar un saludo afectuoso a todos los que también le admiran y le lloran
Gema Pérez
El poeta no muere.
El hombre, descanse en paz.
Me sumo a este dolor y a este homenaje
Un abrazo. De ida y vuelta.
arden las perdidas
Miguel Ángel, una fría mañana de diciembre, hace ya algunos años, tras horas de charla en su casa de La Codosera, Ángel me dijo algo así:
- No te preocupes por nada, tú solo lee, lee mucho... ¡y escribe!, de lo demás ya me preocupo yo.
Sacó su agenda y se dispuso a apuntarme nombres, teléfonos,...
- ¡Ángel! - Le grité yo, intentando zafarme de mi eterna timidez...
Entonces, se quedó callado un momento y respondió:
- De acuerdo, pero acude a mí cuando me necesites.
Hoy, cuando nos hemos cruzado en la iglesia, he recordado ese encuentro y he caído en la cuenta de que no sólo perdimos a un amigo, también he perdido al maestro, al paisano, al guía, al colega, al mentor...
Nunca creí que el vacío resultase tan doloroso.
Ángel se fue y yo lo sigo necesitando tanto...
Un abrazo, Eva
Aqui en tu ciudad blanca, ayer en la tarde, a las nubes negras de un cielo distante, subia un arco iris...
Tu alma, una vez más, regalaba colores...
Descubrí a Ángel hace unos años leyendo una antología de poetas en lengua española "Las ínsulas extrañas". Más tarde qué decir de"La semilla en la nieve" o "La vida de otro modo". Poemas imprescindibles como "Siquiera este refugio" o "Cercano a lo que importa" nos dejan sin palabras.Si su "amigo"Fernando Pessoa pudiese decir algo posiblemente diría:"El corazón, si pudiese pensar se pararía".
En este desmedido otoño ¿será,quizás, Ángel el pájaro humilde y silencioso que anida bajo el alero de su muro?¿será el pequeño rosal abandonado, que da las rosas de un color más intenso y un aroma más penetrante?¿será el rosal que ha sido cortado, el único rosal que en la mañana amanecía repleto de rocío?Posiblemente esté para siempre en la costa portuguesa viendo ,todas las tardes ,como se va el sol por el oeste.
Gracias a todos por los comentarios. Gracias, Pedro, siempre ahí. ¡Qué reencuentro y en qué espacio y circunstancias, Julián! Gracias, José Manuel, Los viajes... Y Eva, qué decirte. ¡Cuánto le echo de menos! Pero te propongo algo: que acudas a mí cuando lo necesites, pensando en que Ángel me había dejado instrucciones para ello.
Sabes que NO PODRE CON TU AUSENCIA.
Querido y recordado Miguel Ángel. La misma voz y persona que hace años me avisó de la muerte de Juan Manuel Rozas, el martes 25 pasado desde su sencillo rincón de Badajoz me hace llegar esta otra inesperada pérdida. He estado informado por tu blog (hermosa página de ese mismo día y noche), el de Álvaro, las noticias de la prensa extremeña que saltaban a la red, alguna conversación repentina y sobrecogida con amigos comunes como Tomás S. Santiago o Santiago Castelo, ayer con Luis Arroyo...
Del 94 al 97 en que di clases en Jaraíz antes de volver a Mallorca donde tan alejada quedó en lo físico Extremadura, conviví con vosotros en varios encuentros literarios y en la Asociación de Escritores donde me llamásteis como vocal muy generosamente. Ángel era un amigo y escritor cruzado en mi vida desde el añó en que Maria Rosa Vicente gano el accésit de Adonais por Canto de la distancia y, en Don Benito, me hablaba de él que estudiaba en Salamanca, y poco después cruzamos cartas y poemas, conversaciones y generosos gestos llenos por su parte siempre de invitaciones a publicar y escribir. En su vorágine literaria de tantos proyectos y pasión lectora, era también accesible, sencillo, insobornablemente cariñoso, generoso, familiar, grande. Toda su posible tensión interior se traducía en una vibración de voz y gesto tranquilo, con el calor de un padre. Dios le guarde y hoy nos permita a los que le queremos (la muerte no existe)llamarnos por un día también Ángel. Estudiamos en física que nada se pierde sino que se transforma. Hoy quiero ser todo lo que de él quedó vibrando en el aire. Seguro que en su voz están todas sus claves, y el deseo y la urgencia de que un día las desvelemos. Pertenece a los seres que buscaron desentrañar la transparencia del aire. La nostalgia y mansedumbre de su palabra tienen la tensión declinante (como los ocasos lisboetas) de lo que al aspirarlo está casi al alcance y aún nos falta y la palabra lo incorpora a la sangre: la alquimia que inaugura el sentido profundo de la vida. El poeta crea y descubre sin importarle ya que el tiempo pase. Ese fue su derroche. El de singulares escritores que -en el nombre de Rozas- nos dejaron escritas las marcas de la pasión de su partida.
(Gracias, Fulgencio, como siempre)
(Gracias, Miguel Angel, como siempre)
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