sábado, abril 27, 2019

Abril


Desde que hice obras en casa y aparté el mazo de revistas que tenía sobre un estante que se llenó de polvo durante tres semanas me anoté que tenía que escribir algo sobre Abril. Reformado y limpio todo, e impolutos mis ejemplares de esta publicación semestral que se edita en Luxemburgo desde 1991, escribo estas líneas antes de que termine este mes de su nombre. Conozco la revista Abril gracias a Javier Alcaíns, que me habló de ella por su relación con uno de sus redactores, el cacereño José V. Solana, con quien he tenido ocasión de encontrarme aquí cuando ha regresado por vacaciones. Quizá sea la clave de la conexión luxemburguesa y extremeña que explica una nómina de colaboradores entre la que están el citado Javier Alcaíns, José Antonio Leal Canales, Ada Salas, Agustín Lozano de la Cruz, Fernando Cid Lucas, Mara Testón, Pilar Galán, Victoria Carande o, en la parte gráfica, Andrés Talavero (núm. 41). A José V. Solana pedí que me diese alguna noticia más sobre esa aventura editorial y me dijo que germinó por un encuentro en Luxemburgo de gente del ámbito de la traducción e interesada en la literatura. Textos, dibujos y fotografías componen los volúmenes de Abril —el último que ha llegado a casa es el número 56, de octubre de 2018—, que ha dedicado entregas monográficas a las literaturas de diferentes países —Luxemburgo, Rumanía, Argelia, Perú, Brasil…— o a temas como el cine, el flamenco, la poesía española y portuguesa, etc. Me parece destacable la implicación de alguien como el poeta Antonio Gamoneda en la divulgación de autores de su entorno, como Gaspar Moisés Gómez (1927) o Salvador Negro (1978), que llenaron, respectivamente, con Cerrado exilio y con Manual para suicidas, los números 52 y 54 de esta revista notable. En 2014 fue reconocida por la editorial Ultimomondo con el premio «Lëtzebuerger Bicherpräis» por el fomento de las culturas «immigrées» y su aportación a la literatura en Luxemburgo.

2 comentarios:

Salvador dijo...

Un saludo, Miguel. Gracias por la referencia.

Miguel A. Lama dijo...

Un placer, Salvador.