miércoles, abril 17, 2019

17 de abril

Soy de efemérides. Me gusta acoplar fechas con  hechos y con nombres. Como no recuerdo todos los cumpleaños, anoto muchos en mi agenda y suelo felicitar. Me gusta saber quién cumple años, aunque no utilizo las redes sociales para enviar parabienes a los que son amigos, además, fuera de ellas. Hace años, me gustaba leer la breve sección que traía el periódico con los aniversarios de gente notable y famosa. Siempre recordaré el día que murió Lola Flores porque fue cuando nació mi hijo Pedro, y me sé el día y el mes del nacimiento de Juan Rulfo por lo mismo. Y así con muchas fechas. Y fichas... Que, por cierto, el otro día, repasando datos de mis estudiantes, me di cuenta de que dos de mis alumnas este año nacieron el mismo día de 1999. Hoy cumplen años mi amigo el escritor Elías Moro y mi compañera de promoción y amiga Mª Ángeles Redondo, hace cien que nació Chavela Vargas y cinco que murió García Márquez, y hoy, precisamente, que ha muerto un articulista como Manuel Alcántara, ando con lecturas y notas para mis próximas clases sobre la historia de Luis Alejandro Velasco que inmortalizó el escritor colombiano en Relato de un náufrago, el extraordinario testimonio publicado en catorce entregas consecutivas en el diario El Espectador de Bogotá en 1955. García Márquez, en sus memorias Vivir para contarla (2002), escribió sobre aquello: «No usamos grabadora. Estaban acabadas de inventar y las mejores eran tan grandes y pesadas como una máquina de coser, y el hilo magnético se embrollaba como un dulce de cabello de ángel. La sola transcripción era una proeza. Aún hoy sabemos que las grabadoras son muy útiles para recordar, pero no hay que descuidar nunca la cara del entrevistado, que puede decir mucho más que su voz, y a veces todo lo contrario. Tuve que conformarme con el método rutinario de las notas en cuadernos de escuela, pero gracias a eso creo no haber perdido una palabra ni un matiz de la conversación, y pude  profundizar mejor a cada paso» (págs. 565-566). Me he acordado de un periodista como Juan Domingo Fernández, que seguirá cumpliendo años, y al que recuerdo hablando del cuaderno como más fiable que la grabadora. O algo así. 

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