Me ha dolido pasar hoy por el Paseo de Cánovas de Cáceres y ver las casetas de la Feria del Libro cerradas y vacías por dentro. Un Día del Libro sin libros. El Consorcio IFECA (Institución Ferial de Cáceres) ni siquiera tiene actualizada la información en su página web y casi nada ha trascendido del programa de este año. El Ayuntamiento que mañana entregará el mando de la ciudad a la Virgen de la Montaña, en lugar de vocear la feria, solo alude en su agenda cultural a próximas presentaciones de sus libros y no muestra mucho entusiasmo por celebrar una fecha ni por tremolar —como hoy por San Jorge— esta forma de vida que es la lectura. Cultura y educación siguen ausentes de los mediáticos debates electorales. Mucho, sin embargo y por suerte, me recuerda que hoy es el Día del Libro. La entrega del Premio Cervantes a Ida Vitale («Por años, disfrutar del error / y de su enmienda, / haber podido hablar, caminar libre, / no existir mutilada, / no entrar o sí en iglesias, / leer, oír la música querida, / ser en la noche un ser como en el día.»), pasar por el Gran Teatro y ver sus puertas abiertas por su tradicional maratón de lectura, leer unas palabras de Manuel Vilas en su columna «El inmaduro» («Los libros no existen en sí mismos, solo son puentes hacia la vida, hacia tu vida misma») o recrearme con la vuelta a uno de los grandes textos literarios de este año, la novela El lugar de la cita, de Luciano Feria (Barcelona, RIL editores, 2019).
martes, abril 23, 2019
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