viernes, septiembre 30, 2005

Francisco Ayala

"Toda una vida de escritor". Así han titulado en El País de hoy el discurso pronunciado ayer por Francisco Ayala al recibir de los editores madrileños el Premio Antonio de Sancha. Dice Ayala que no le ha sido dado otro medio de realizarse en función del mundo que le tocó vivir si no es a través de la letra impresa. El espacio natural de este hombre ha sido y es el espacio de la realidad acotado por los libros. Casi cien años de una vida intransferible e inalcanzable, la de Ayala; pero resulta tan cercano y asumible su sentir... Una modesta aspiración nos hará mejores.

domingo, septiembre 25, 2005

Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (X)

La G del nombre del autor Hidalgo Bayal es la misma que la del segundo apellido de Benito Pérez. Sus respectivas y respetadas actitudes ante la figura del narrador son tan hermanables...

sábado, septiembre 24, 2005

Dia sin roces

Al día sin coches contesto con el día sin roces, pero sin obligar a nadie, sin cortar las vías principales.

miércoles, septiembre 21, 2005

Enhorabuena

A Álvaro Valverde, nuevo director de la Editora Regional de Extremadura. Me alegro mucho.
Hace pocos días comentaba yo en círculos cercanos que un gran homenaje a Fernando Pérez sería el nombramiento como su sustituto de un amigo, que supiese continuar la labor desarrollada. Álvaro hace verdad ese deseo.
Es una buena noticia que el autor de un poema como "Torre Tavira" siga con una tarea entre libros, una garantía.
Felicidades.

sábado, septiembre 17, 2005

Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (IX)

Las secuencias que componen PARADOJA DEL INTERVENTOR son relativamente breves. Van desde las tres a las cinco páginas. La mayoría, pues la secuencia 17, sin embargo, la del personaje de Cristo, ocupa ocho páginas. Hay otras secuencias, como la 29, que sólo ocupan dos páginas y pico, o algo menos, como la siguiente, la secuencia número 30, la del plátano, que no llega a las dos páginas de texto. La 39 y la 44 son aún más breves, y quizá ésta, la 44, sea la más breve de toda la novela, treinta y ocho líneas (una página y nueve líneas). Qué digo; hay una, la 33 que sólo tiene veinte líneas. La 61, por el contrario, ocupa siete páginas. La relativa brevedad de las secuencias es un rasgo vinculado a su carácter compacto o macizo. Resulta más visible la solidez de la secuencia si es breve, y no si se prolonga más allá de las diez páginas. Esta disposición sin aristas o arrugas, sin irregularidades o bollos, convierte a la secuencia en una unidad formal en la que todo tiene el mismo valor, como la unidad versal o la estructura tectónica de una estrofa en un poema. El ya aludido texto de la cubierta posterior de la primera edición de la novela de Gonzalo Hidalgo presenta las mismas características. Diríase que se trata de la secuencia número 69.
La división del relato obedece, pues, a la distinción de escenas, cambios de perspectiva, saltos en el espacio y en el tiempo —leves—, avances discursivos..., que simulan una estructura de pensamiento tan inductivo como deductivo, y que a su vez puede acercarse a la reproducción de los trancos de escritura a través de los cuales, como el pensamiento, va avanzando el relato.

miércoles, septiembre 14, 2005

La lectura

Siguen impresionándome aquellas palabras del heterodoxo Blanco White en sus Cartas de España, que, con introducción de Vicente Llorens y traducción y notas de Antonio Garnica, pueden leerse en Alianza Editorial (LB, 375), cuando habla de la lectura a los catorce años de las obras de Feijoo. Cualquiera diría hoy que estas palabras se refieren a una experiencia así, experiencia que uno puede extrapolar desde el hecho de la lectura de los volúmenes, más de media docena, del benedictino, a la experiencia placentera y formativa de la lectura en general:
“Si el poder de la lámpara maravillosa de Aladino me hubiera conducido al espléndido palacio subterráneo descrito en Las mil y una noches, no habría experimentado el placer que sentí al disfrutar del tesoro espiritual del que me creía entonces dueño. La fuerza física se desarrolla de forma tan gradual que creo serán muy pocos los que puedan gozar al experimentar un súbito comienzo de un nuevo vigor corporal. Pero mi espíritu había vivido como un pajarillo dentro de su nido, sin saber que tenía alas hasta que este maestro inesperado con su audacia la decidió a volar. Partiendo de un estado de vida casi animal, me encontré de repente en posesión de la facultad de pensar, y dudo que mi alma, cuando después de la muerte se levante a un nivel superior de existencia, sea capaz de sentir y utilizar sus nuevos poderes con más intenso deleite.”
Es impresionante. Pero además:
“Es verdad que mis conocimientos estaban limitados a unos cuantos hechos físicos e históricos, pero de repente había aprendido a razonar, a argüir, a dudar. Para sorpresa y alarma de mis buenos familiares en pocas semanas me convertí en un escéptico que, sin poner en dudas las verdades de la religión, no dejaba pasar ninguna de nuestras creencias con el valor que ellos le daban.”
Hay más fuerza y más devoción en estas palabras hacia el causante de ese nuevo vigor, de esa experiencia, que en cualquiera de las oraciones más encendidas en alabanza del Creador, incluso en las de agradecimiento por los bienes recibidos.

martes, septiembre 13, 2005

En este sentido

Es una nota muy antigua. Data del tiempo de cosas como "La ley contempla", ·"En base a" o "El día después". No acuso, pero tengo en mi inventario a académicos, novelistas, poetas, periodistas... Y no tiene importancia. Amenazo con indagar sobre ello, en ese sentido.

lunes, septiembre 12, 2005

Velocidad limitada

Camino del Valle del Nansa, en Cantabria, se encuentra Muñorrodero, un municipio por el que hay que pasar si uno quiere visitar desde la capital la Casona de Tudanca. Al entrar en el pueblo en esa dirección, un cartel con letras grandes es más efectivo que las convencionales señales de tráfico que limitan la velocidad: "DESPACIO COÑO". Ni en la jaquita rucia de don Sabas ni en el tordillo de Marcelo en PEÑAS ARRIBA de Pereda, en automóvil.
Recorrimos aquellos parajes mientras las nubes descargaban una cantidad de agua incomprensible para quienes, como nosotros, no veíamos llover así desde hacía meses.

martes, septiembre 06, 2005

Anécdota apócrifa

Un escritor de folletones a Gustavo Adolfo Bécquer:
"-Sería incapaz de escribir poesía. Soy demasiado perezoso."

viernes, septiembre 02, 2005

Juan Goytisolo

El próximo 6 de septiembre, en Cáceres, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931), recogerá el Premio Extremadura a la Creación a la mejor trayectoria de escritor iberoamericano, que un jurado presidido por José Saramago le concedió el pasado junio. En las ediciones anteriores, recibieron el premio Eugénio de Andrade, Ernesto Sábato, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Marsé.
La última novela de Juan Goytisolo es Telón de boca (Barcelona, El Aleph Editores, 2003), y comienza con la no-imagen de un personaje insomne. Un personaje insomne y desamparado en una novela espléndida, de senectute, escrita con la lucidez que quepa aplicar a la voluntad de escrutar la noción de la propia inexistencia. Qué novela espléndida.
Un excurso sobre la “no-imagen”. Porque el escritor en ciernes, es decir, Juan Goytisolo a los trece años, ya eludía el enojoso retrato balzaquiano y pegaba en sus escritos imágenes de artistas de cine con el nombre de los personajes de sus aventuras. Los personajes de Juan Goytisolo abren el libro del Poeta, se desorientan en Fez, descargan la vejiga en el lavabo, se instalan cómodamente en París..., pero difícilmente tienen rostro. Véase, si no, su novela La saga de los Marx (Barcelona, Mondadori, 1993), y la página 216 de esa edición y el retrato —la fotografía— de la fiel Lenchen (Helena Demuth), criada de la familia Marx. Y anoto aquí, tomando de la primera entrega de sus “memorias”, o novelas de lo real vivido, Coto vedado: “mi hermana solía comprar las revistas de cine de la época y, para evitarme la monótona y enojosísima descripción de los personajes, había tenido la idea de recortar algunas fotografías de aquéllas y pegarlas a las páginas de mi cuaderno con un simple indicativo de su identidad. Dicho truco —cuyo descubrimiento y uso habría modificado sin duda el arte novelesco de autores tan concienzudos y detallistas como Balzac y Galdós—, me permitía avanzar directamente en las peripecias de la exploración amazónica que describía sin embarazarme con retratos inútiles ni pormenores cargantes.” (Barcelona, Seix Barral, 1985, pág. 118).La elusión del retrato viene de lejos, si no, léase a Sterne y su Tristram Shandy (1760-1767): “Para hacerse usted una idea adecuada de ella,—pida pluma y tinta; —aquí, bien a mano, tiene usted listo el papel. —Tome asiento, señor, y píntela o descríbala a su entero gusto: —tan parecida a su querida como le sea posible, —tan distinta de su mujer como le permita la conciencia; —a mí me es exactamente igual: —no se preocupe más que de darle gusto a su propia fantasía.” (Laurence Sterne, La vida y las opiniones de Tristram Shandy. Los sermones de Mr. Yorick. Prólogo de Andrew Wright. Traducción y notas de Javier Marías. Madrid, Alfaguara, 1978 (1ª reimpr. 1990, pág. 414).

Sobre el poema de José Antonio Zambrano

Sabía que JAZ había enviado su poema a EL PERIODICO EXTREMADURA y le pedí permiso para ponerlo en esta página. Ahora me alegro, dado el trato dado al texto en las cartas al director. Un destrozo que no merece el poema. Claro, a quién se le ocurre. ¡Ay!