sábado, mayo 30, 2015

En memoria de Santiago Castelo


© Alonso Gil. HOY
Cuando concedieron la Medalla de Extremadura a José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1948), que falleció ayer viernes 29 de mayo en Madrid, recordé aquí que el profesor y crítico Manuel Simón Viola, editor de su poesía reunida La huella del aire (Poesía 1976-2001) (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2004), había aplicado al escritor las palabras con las que Moreno Villa definió a otro extremeño como Enrique Díez-Canedo: «Fue jovial, animoso y poeta, jugó limpio, vivió en impecable lealtad y ponderación, no dejó un solo enemigo». Sí, José Miguel Santiago Castelo, fue jovial, poeta, animoso, ponderado, impecablemente leal, sin enemigos... Y escribí que Santiago Castelo tenía el don de los pintores venerados, a quienes piden sus pupilos trazos naturales e imposibles: —Maestro, pinte usted una tarde, pero un poquito solo. Y el maestro, entonces: «En esta tarde así, bajo la ropa / tendida en la azotea, yo quisiera / diluirme en los malvas y en los ocres / que bajan hacia el mar entre las huertas...» («Azotea», de Cuerpo cierto). Ahora, en este trance, se me ocurren otros calificativos. Como resistente o luchador. Porque desde el 16 de febrero de este año, cuando me llamó un buen amigo de Castelo para decirme que se nos iba, que estaba muriéndose, hasta ayer, cuando Carlos Medrano me telefoneó para comunicarme la noticia infausta, José Miguel ha estado resistiendo, como si nos dijese: —«¿Y quién os ha dicho que tengo que marcharme ya?». Así ha sido con el final que me anunció un abatido Javier Pizarro el miércoles 20 de este mes, como si le quedasen horas. Y Castelo resistiendo tenaz. Más días. Hasta ayer. Hoy leo en papel su periódico de toda la vida, su ABC, y las palabras cariñosas que le dedican escritores, compañeros y amigos; y rastreo su presencia en estas mis notas de bitácora en los últimos años. Sí, aquel comentario del verano de 2006 sobre la Medalla de Extremadura; pero también otro del verano siguiente por el Premio Luca de Tena a su actividad periodística; o aquel sobre su libro Quilombo (2008); o el del sentido La hermana muerta dedicado a su hermana Lola (1952-2009), y que leí por Todos los Santos; hasta su visita a la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, hace ahora tres años, en la que cautivó a todos los que le escuchamos. Descanse en paz. Su entierro será mañana domingo en Granja de Torrehermosa, que ha declarado tres días de luto por su muerte, a las 16:30 horas en la Iglesia parroquial de la Purísima Concepción.

jueves, mayo 28, 2015

Librerías


© Romeu
Me acordé ayer, al escuchar la entrevista con Juancho Pons (Librería Pons, de Zaragoza), presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) en Esto me suena (RNE), de la fotocopia de este dibujo de Romeu que tenía prendida en la estantería de mi pasillo hasta no hace mucho. El otro ejemplar que conozco lo veía hacía tiempo en la Librería Marisol, de Cáceres, pegado muy cerca del mostrador. Y lo recuerdo coloreado, creo. Hay que reivindicar estos espacios que van desapareciendo. Si las grandes superficies son cada vez más grandes, imaginemos el barrio de siempre con su librería, su farmacia, su pescadería, la tienda de frutas, la ferretería y el bar con su terracita. Todo a la mano, y andando menos metros que en el menos ostentoso de los centros comerciales. Aquí, por el momento, uno puede sobrevivir. Como cliente, claro. No me atrevería a decir lo mismo si uno fuese pequeño empresario. El año pasado leí Librerías, de Jorge Carrión (Barcelona, Editorial Anagrama, 2013), que me pareció un atlas por los muchos mapas-librerías que contiene, o a los que alude. Una consecuencia de eso de que «Cada librería condensa el mundo», que es como arranca el capítulo 1 «Siempre el viaje». El libro de Carrión es un viaje que parte de Atenas y sigue en las librerías más antiguas del mundo, en las más fatalmente políticas, en las orientales, las americanas..., e incluso en las virtuales. Las librerías son lugares de encuentros; y esto no es de Jorge Carrión —me parece—, aunque realmente la lectura de su libro lo sugiere. Por ejemplo, cuando habla de las consecuencias de entrar en una de ellas para personas como James Joyce o Josep Pla, Julio Cortázar o Faulkner, Bolaño o Vila-Matas..., y para todos aquellos a quienes encontraron y todo aquello que encontraron. Librerías, lugares de encuentros.

lunes, mayo 25, 2015

Teatro


El pasado jueves, temprano, una conversación sobre teatro con un café mañanero bajo los plátanos del kiosco Colón de Cánovas. Con Olga Estecha y Fulgen Valares. Esas necesarias actividades paralelas del Festival de Teatro de Alcántara que este año celebrará su trigésima primera edición. Sobre el velador, mi ejemplar de El País, casi sin hojear, pues había cosas de las que hablar. Por ejemplo, qué perfil dar a la mesa redonda este año en torno al teatro del Siglo de Oro o de aquellos años que organizábamos en Cáceres unos cursos de verano vinculados al Festival de Teatro Clásico y de la intervención del escritor y crítico Marcos Ordóñez en una de sus ediciones. Y el periódico ahí, sobre la mesa. Así que ninguno de los tres sabía que tan cerca de nosotros estaba una definición del teatro que luego me pareció tan sugerente: «El teatro es algo que le pasa a alguien que está ahí». Es de Marcos Ordóñez, en su columna El hombre que fue jueves. Del jueves, claro. «Dietario de mayo», y si se lee lo que antecede a la frase la frase se ilumina. Y es que aquí, en este blog, al Maestro Ordóñez, se le venera. Promete este año la programación del Festival de Alcántara; y no tanto la del Festival de Teatro Clásico de Cáceres —que incluye cinco monólogos, un recital de la periodista Paloma Gómez Borrero con poemas de Santa Teresa y un off de traca con Franquete, en el Siglo de Oro. Así veintiún días. A este paso —le dije el otro día a un compañero— el de Alcántara supera al Festival de Cáceres. «Yo creo que ya lo ha superado» —añadió. Y hoy mismo me he encontrado el cuadernillo con la programación del Festival de Teatro Clásico de Cáceres abandonado en el alféizar de una ventana a pie de calle. ¿Será por algo? Espero que no sea para tanto.

miércoles, mayo 20, 2015

Experiencia de la poesía

Cuando G., una alumna, vio hace mes y pico sobre la mesa de mi despacho el rostro de José Luis Bernal en la cubierta de este volumen, vigésimo sexto —y letra Y— de la colección «Luna de Poniente», se sorprendió de que su profesor escribiese versos. (¡Ay, estos alumnos se sorprenden también cuando descubren que tras las listas de nombres que memorizaron en Bachillerato hay textos antológicos, cumbres de nuestra literatura!). «Sí —le dije—, es su tercer libro; pero ha estado veintitantos años sin publicar poesía, salvo poemas sueltos». En 1984 apareció Primavera invertida (Editora Regional de Extremadura), que fue premio «Constitución de Poesía» ex aequo con el Tú para tristes momentos tristes, de Antonio Pacheco; y en 1990 El alba de las rosas (Editora Regional de Extremadura), que obtuvo el «Premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad». Leo sobre lo leído, pues tengo desde hace tiempo —cuatro años— este libro como casi finalmente ha resultado ser. Faltan algunos poemas que han debido quedarse en lecturas y relecturas. Sigue estando ese poema final, «Las palabras», para cerrar el libro: «Ellas saben de mí / algo más que yo de ellas, / conocen los olvidos y los dones, / la precisa razón que me empuja a vivir, / y a recordar que vivo / contra viento y marea». Son palabras, sin duda que dicen sobre la experiencia con la poesía —y la vida— de este poeta que también ha escrito otro texto del libro, «Sin palabras», en el que se queda sin ellas para expresar la pena. José Luis Bernal es un poeta muy cercano a la poesía; pero, a la vez, distanciado. Cercano más que por su escritura por su dedicación a la escritura de otros. Esto se puede inferir de su bibliografía poética. Esto es poesía de la experiencia. Quizá. Pero, más bien, es —lo dicho— experiencia de la poesía. De un lector, de un profesor, de un escritor. Tres lados convertibles en letras de un hombre cabal que se atisba en todas las páginas de este Tratado de ignorancia abierto con una declaración poética y Gracián por delante —«Breve tratado de ignorancia»— y cerrado con el Rubén Darío de Cantos de vida y esperanza: «Dos Dioses hay, y son: Ignorancia y Olvido». Darío en ese poema se compadece de los que piden eurekas al placer o al dolor, de los que quieren respuestas; y Bernal, melancólico y elegíaco, como ya hizo notar su querido Álvaro Valverde, dice a sus amigos en los alejandrinos de «Otoño» otra lección de vida. Será la cercanía, pero si leo a José Luis me ocurre lo mismo que si escuchase su voz sin verle, que la reconozco. Reconozco sus gustos retóricos, sus guiños a los suyos —con Gerardo Diego siempre— del 27 (a Cernuda en el verso «como piedra entre ortigas», a Dámaso Alonso en el poema «Regreso al anochecer»), y sus superlativos («debilísimo», «bellísimo» y «bellísima,» «prestísimo», «sapientísimo», «recientísimas», «debilísimo» y «dulcísimas»). Como cuando él se refiere a su amigo Francisco Díaz de Castro (en el poema «P. D. de C.»), a José Luis Bernal lo tengo ya nuevamente acomodado, después de muchos años, en el estante a la altura de los ojos amigos. Este libro se presenta mañana en el Instituto «Profesor Hernández Pacheco» de Cáceres, a las 20:30 horas.  No me olvido, no, de que también se presenta en el mismo acto otro libro de la misma colección —la letra Z—, Hay un rastro, de Elías Moro, a quien me gustaría dedicar unas palabras en otro momento. También mañana, a las 19:00, en el salón de actos de la Biblioteca Pública «Antonio Rodríguez-Moñino/María Brey» de Cáceres, la Asociación Cultural Norbanova organiza una lectura poética de Benjamín Prado. Esta asociación se despide, pues ha anunciado la suspensión indefinida de sus actividades —supongo  y lamento que por falta de apoyo económico—, con el gesto admirable de haber adelantado la hora del acto con Benjamín Prado para que quien quiera también pueda acudir al acto con José Luis Bernal y Elías Moro. Admirable.

sábado, mayo 16, 2015

Notas y días

P., 20 años.
Constato mis fallos de memoria si he apuntado en mi cuaderno algo sobre un libro y, pasado el tiempo, vuelvo sobre el mismo libro y me encuentro anotando igual comentario. Me ha ocurrido muchas veces al preparar las clases y releer un texto, y ahora, cuando escribo sobre el espléndido libro de Basilio Sánchez La creación del sentido (Valencia, Pre-Textos, 2015), recientemente publicado con una ayuda de la Institución Cultural «El Brocense» de la Diputación Provincial de Cáceres. En su día, apunté la afirmación de Basilio de estar convencido de que la naturaleza del escritor determina de alguna manera la naturaleza de su obra. Al volver a leer he vuelto a subrayar la misma idea para comentarla. ¿Memoria endeble o es que lo que uno es y siente se repite siempre? 

«Ahí te mando el papel con mis comentarios». No sé cuántas veces habré escrito esta frase al enviar un correo electrónico con un documento adjunto. Y siempre me arrepiento por pensar en papel, por traducir lo escrito al formato que podría tener si se imprimiese en un folio blanco. Con esas características. 

Albert Rivera, de Ciudadanos, dijo, y luego matizó, que la regeneración política solo la puede liderar gente nacida en democracia y «sin mochilas». El pobre no se ha dado cuenta de que los impulsores de esa hipotética regeneración aún no han nacido. Vendrán. Todos esperamos que nazcan. 

«Trabajamos con cuotas muy altas de realismo». Leí esto en una entrevista con el productor de una serie televisiva ambientada en una prisión de mujeres. Como si la ficción por sí sola no tuviese la fuerza de la realidad. 

En Cáceres, si sales de casa y caminas, en pocos minutos estás en el entorno de la foto. Hacia el sureste.

viernes, mayo 15, 2015

La lupa en C


«La lupa en C» es un anagrama de «Paul Celan» en el que la letra C representa el objeto observado en aumento y analizado ayer en la primera jornada de este Congreso Internacional «Paul Celan en España. Traducciones. Lecturas. Influencias». Todo empezó tarde, y cuando Jaime Siles comenzó a hacer sus «Lecturas de Celan» ya se veía venir el desajuste. No así en sus esclarecedores comentarios desde unas primeras traducciones de Felipe Boso, la labor de Reina Palazón en sus versiones, la lectura de Valente hasta la suya propia, la de Siles, que dijo algo tan atinado como que lo que el autor de Material memoria hizo con el de Amapola y memoria no fue, lingüísticamente hablando, traslación sino rotación. O algo así. Lo cierto es que con el desarreglo horario no hay quien se organice, y, entonces, lo que uno quiere escuchar a su hora, porque a otra tiene tarea, se le escapa, como se me escaparon las intervenciones por la tarde de mis exalumnos Mario Martín Gijón —organizador del congreso con un ausente de mañana César Nicolás— y Ángela Pérez Castañera. Disfruté, sí, de la intervención de Antonio Méndez Rubio, a quien finalmente he podido conocer en persona después de años de lecturas y de una comedida relación epistolar. Disfruté porque su «poética como autocrítica» a partir de la lectura de Paul Celan fue una ilustrativa vereda para mejor comprender su poesía, su intención. Llegó a decir —«sin énfasis», dijo— que Paul Celan le había salvado, citó a Francisco Pino y su Siempre y nunca como referente de su Siempre y cuando, habló de lenguaje poético y de trauma colectivo, y me gustó que relacionase la idea de rotura —«Viviendo la rotura. Poética como autocrítica a partir de Paul Celan» fue el título de su intervención— con el significado de roturar, que contiene el gesto de preparar la tierra para que algo germine. 


Además, me he comprado —hay que ayudar al incansable Chema Cumbreño— Nada y menos (Ediciones Liliputienses, 2015), que contiene cinco libros publicados por Méndez Rubio entre 2002 y 2008, y completa la anterior recopilación que fue Todo en el aire. Poesía (1995-2005) publicada por la Editora Regional de una Extremadura en la que, felizmente, están recalando todos sus ciclos poéticos. No pude estar en todo porque tenía que trabajar. Sin embargo, saludé en la conferencia de Siles a X, del personal de biblioteca, que debería estar trabajando en esos momentos; y no pude saludar a los que poco interesa lo que se cueza en un congreso sobre Celan que se celebre en su Facultad. Me reencontré también con Rafael Morales Barba, cansado del viaje pero exultante, resacoso, diría yo, por venir de la Feria Nacional del Vino (FENAVIN) de Ciudad Real, en la que coordinó mesas con profesores y poetas. Me regaló el número especial de Fragmenta, la revista de poesía que dirige, y que ha patrocinado FENAVIN, así que todo el mundo sabrá a qué saben sus doscientas páginas antológicas. Y estuve con Eduardo Moga, que habla ya hoy viernes, sobre la soledad del suicida Celan. Un placer. La lupa en C.

martes, mayo 12, 2015

Paul Celan en Letras


Este jueves, 14 de mayo, comienza en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres el Congreso Internacional «Paul Celan en España. Traducciones. Lecturas. Influencias», organizado por la Universidad de Extremadura y coordinado por los profesores Mario Martín Gijón y César Nicolás (UEX). Serán dos jornadas completas, hasta la tarde del viernes 15, en las que van a participar destacadas figuras de la crítica, de la poesía y de la traducción en España y América con el objeto común de la escritura de Paul Celan (1920-1970). Entre esas figuras, José Luis Reina Palazón, el traductor de las Obras completas (Trotta Editorial, 1999) de Celan, Premio Nacional de Traducción, o el filólogo, poeta y también traductor celaniano Jaime Siles, que serán los dos conferenciantes de un primer día centrado en traducciones y lecturas —el nombre de José Ángel Valente es inevitable— y en la presencia de Celan en autores de Hispanoamérica. El profesor de la Universidad de Kansas Jonathan Mayhew, el poeta Eduardo Moga y el filósofo Francisco Jarauta, que clausurará el congreso, serán los conferenciantes de la jornada del viernes, en la que se abordarán las lecturas de Celan en los poetas españoles contemporáneos, algunos de los cuales participarán con comunicaciones y en una mesa redonda en torno a Celan y la joven poesía española actual. La presencia de autores como los ya citados, de Antonio Méndez Rubio, José Luis Gómez Toré, Cristian Gómez Olivares, Ana Gorría, Diego Doncel, Miguel Ángel Curiel, Esther Ramón, entre otros, añade interés a este importante encuentro en torno al autor de La rosa de nadie, que fue, sin el artículo, el título de un memorable número doble de la revista Rosa cúbica, de Alfonso Alegre Heitzmann y Victoria Pradilla, una de mis primeras puertas para el conocimiento de la escritura de Paul Celan. [Programa completo en las dos imágenes de abajo].


lunes, mayo 11, 2015

Nadal


© Juan Carlos Hidalgo, EFE.
Al leer las crónicas después del partido de ayer entre Rafa Nadal y Andy Murray se diría que estamos ante una catástrofe deportiva —otra más tras los últimos resultados de las selecciones españolas de fútbol, baloncesto o balonmano. El «balear cae al séptimo puesto del ránking», titula 20 Minutos; y Alejandro Ciriza de El País habla de «inclinación» del español ante el tenista escocés y de que «besó la lona», en una crónica ilustrada con esta fotografía de Juan Carlos Hidalgo que parece la imagen del fracaso. La imagen del mejor tenista español de todos los tiempos, con más títulos individuales, y de un jugador que ayer, en el Madrid Open, jugó la final después de ganar a otros como Bolelli, Dimitrov o Berdych. Este muchacho que cumplirá en junio veintinueve años ha sido el tenista más joven en conseguir los cuatro títulos más importantes del mundo y la medalla de oro de los Juegos Olímpicos en 2008, y el único que ha logrado nueve títulos de Roland Garros. Sin embargo, hoy todo eso parece que no vale nada. Somos especialistas en comentar desde el borde de la zanja cómo trabajan los demás y exigimos a los otros una excelencia que nosotros no podemos comprender por estar muy lejos de nuestra propia condición y de nuestra escasa capacidad. Ni es razonable ni es justo.

viernes, mayo 08, 2015

Un chiste de Arsuaga


© Foto de Luis Casero
Cuando leí la entrevista que José Mª Izquierdo hizo al paleontólogo Juan Luis Arsuaga en El País Semanal (15 de marzo de 2015) me acordé de mi amigo importante Antonio Sáenz de Miera, que fue quien me contó —comíamos los dos en el Hotel Convento de la Luz de Brozas— el chiste que le había contado Arsuaga. Fue el 9 de agosto de 2011. Estábamos en Alcántara, participando en una de las actividades paralelas del Festival de Teatro de ese año que Quico Magariño, el director, tuvo a bien incluir en la programación. Antonio también me contó esa mañana que hasta los setenta y cinco no había empezado a sentirse viejo. Tenía 76, y ahora goza de sus felices ochenta con el buen ánimo de una lucidez envidiable que cualquiera puede constatar en su blog Allende Guadarrama. Y Antonio Sáenz de Miera sigue ilustrándome con su amistad... No me he olvidado del chiste de Arsuaga, no: esto es que el hijo pregunta a su padre de dónde venimos; y el padre que le explica, tras varias referencias a Darwin y a la evolución de las especies, que venimos del mono. No muy convencido con la explicación, el chico acude a su madre y pregunta lo mismo, y la madre le responde que fuimos creados por Dios, que, en su amor infinito, creó todo, los mares, los árboles, las plantas y todas las especies animales, al hombre y a la mujer, y que al séptimo día descansó. Finalmente, el niño, que ha dejado terminar de explicarse a su madre, le dice: —Pues papá me ha dicho que venimos del mono. —Sí, hijo, sí —asegura su madre—; eso en la familia de tu padre. 

miércoles, mayo 06, 2015

Estudio del enigma


«Escribir cuanto duele / no alivia casi nunca, mas revela / conciencia más humana de la herida». No sé si estos versos siguen estando así en el libro de José Manuel Díez (Zafra, 1978) que por fin —Burgos, Lanzarote, Plasencia...— se presenta hoy en Cáceres. Celebré el Premio de Poesía Ciudad de Burgos que logró este poemario y leí una última versión; pero aún en fárfara para la imprenta. Así que hoy podré ver el libro de mi paisano, que presenta otro poeta extremeño y coetáneo, Daniel Casado (Trujillo, 1975), en la Librería Baba Yaga de Cáceres (C/ Roso de Luna, 20), a las 20:00 horas. Estudio del enigma (Madrid, Visor Libros, 2015) es un libro excelente que confirma la naturaleza poética de su autor, después de Baile de máscaras (2013), como una de las voces más representativas de la primera generación de poetas extremeños que comienzan a publicar sus libros en este siglo XXI.