Llevo aquí, en la Biblioteca Nacional, unas cuantas horas, disfrutando de este oasis en el que los que venimos de fuera de Madrid trabajamos con la hora pegada al lápiz —en la sección de Raros— o al ordenador —en toda sección ya. Cuando todo sale bien, cuando uno encuentra todo lo que buscaba y más —siempre más aquí—, siente uno tanta satisfacción que se marcha con pena de dejar este lugar, que, a pesar de tan benéficos adelantos —bendita Hemeroteca Digital; bendita Biblioteca Digital Hispánica; en fin, bendito Catálogo; benditos todos y cada uno de los santos de Google Libros—, todavía sigue siendo ineludible abrevadero de último recurso. He recordado el pasado Día de Reyes y la carta de Juan Mª Marín, que aquí enlazo con gusto. Como con gusto, hoy, entre estos muros, vuelvo a confirmar la diligencia y el buen trato de unos funcionarios que hacen aún más agradable este trabajo gustoso.
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