Cada vez me ocurre con más frecuencia. Es indignación por mi propia soberbia descubierta en un enfado por una simpleza. Con conocimiento cabal, es decir, con el respeto debido a los que sufren las penalidades de una situación de crisis grave, protesto por algunas actitudes, por ciertas realidades, por despreciables modos, por tonterías. Hoy me he quedado estupefacto al leer en un periódico que el entrenador del Real Madrid, que ayer perdió 1-0 contra el Osasuna, ha declarado que les faltó gol. Y se lo publican. Como lo dicho por una viandante fumadora de Cáceres que dice no estar "segura de pasar fumando" por la acera delante de una clínica. Ya pasará; la resaca, digo; tampoco la falta de sentido común, que se agiganta que asusta. Lo que me ha asustado hoy es lo que he visto en las aulas 25 y 26 de mi Facultad. Me parecía haber retrocedido unos veinte años. Dos aulas contiguas repletas de alumnos de primero haciendo un examen escrito. Unos ciento cincuenta alumnos del Plan Bolonia. Los de la reforma educativa y la atención personalizada.
lunes, enero 31, 2011
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2 comentarios:
¿Y qué pasaba en esas aulas, Miguel Ángel? Seguro que te refieres a algún indicio frustrante que no creo que sea síntoma tuyo de soberbia. Si acaso, ser observador y autocrítico de estos posibles excesos, lo que te hace es más noble. Y que el contacto con gente así de cuidadosa asegure una experiencia agradable, aunque se diera la fértil discrepancia. Ánimo y suerte. También a lo largo del día se dan y nos llegan otra serie de síntomas estimulantes. Como este blog, por ejemplo
Gracias, Carlos, por tus palabras; más estimulantes, sin duda, que este blog.
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