Enfrascado, ahora por razón de trabajo, en la lectura y relectura diarias de decenas de poemas de diversos autores, me divierto saltando de rama en rama gracias a la sana costumbre del escritor de dar cuenta de algunas de sus lecturas. Voy de un sitio a otro en el inabarcable árbol literario al que remiten las referencias de, por ejemplo, Antonio Méndez Rubio, que me lleva a Vicente Núñez (“En el fondo del fondo sigue estando la forma”) o a Alejandra Pizarnik (“Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”). O de Luciano Feria cuando en su insistente Fábula del terco remitía a Fernando del Paso (“Como casi todos los seres humanos fuiste de todo un poco muchas veces”), a Juan Luis Panero (“Oficio melancólico”) y a Álvaro Valverde (“En todo anhelo anida su fracaso”), cuya cita me hace saltar hasta Wallace Stevens (“La poesía es una forma de la melancolía”). Sea por hoy, si no, es no terminar nunca.
sábado, abril 18, 2009
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