Treinta y un años después de la publicación de la mejor edición de La poética de Ignacio de Luzán, la de Russell P. Sebold, que apareció en la colección ‘Textos Hispánicos Modernos’ de la editorial Labor en Barcelona en 1977, Ediciones Cátedra, en la colección ‘Letras Hispánicas’, saca a la calle ésta, actualizada bibliográficamente y con algunas diferencias de contenido —en la introducción— con respecto a la primera. El cariz de estas diferencias pone de manifiesto la vigencia, a pesar del paso del tiempo, del acercamiento crítico y textual a la obra de Luzán que realizó antaño Russell P. Sebold. Lo digo porque, que yo sepa, los añadidos más notorios de esta nueva edición son algo más de una treintena de líneas previas al “Perfil humano de Luzán” que abría la edición de 1977, alguna modificación actualizadora en la redacción de la introducción o de las notas y una nueva dedicatoria general:
Sí, la señora Francisca Mincholet. Fue una hacendosa ama de casa totalmente analfabeta que demostró sensibilidad hacia la obra de su marido al poner en manos de uno de sus amigos más ilustres, Agustín Montiano, el original de la segunda edición de la Poética (1789), como dejó escrito el editor Antonio de Sancha, para quien ésta era “una de las obras más estimables que se han publicado en España en el presente siglo”.
En cincuenta años desde la primera edición de 1737, la Poética de Luzán se convirtió en un clásico. En menos, en poco más de treinta, clásica es la edición de Sebold de este texto fundamental de nuestro siglo XVIII; y así lo ha entendido Ediciones Cátedra al redifundirla con notables diferencias con respecto a la antigua edición de Labor: el cuerpo de la letra, la disposición del texto, el papel..., todo permite colocar mi ejemplar antiguo, ya amarillento y con las pastas muy fatigadas, a buen recaudo entre los libros fuera de uso, las pequeñas reliquias... ¡Cómo envejece un libro de treinta años, frente a uno de trescientos! En fin...
Quien no envejece al cumplir años —alegría para sus amigos y sus lectores— es Russell P. Sebold, objeto, con Luzán y su Poética, de estas líneas. Cumple hoy años, y ya es tradición reciente dedicarle un apunte aquí. Felicidades, Bud.
2 comentarios:
Una oportuna reedición. Sin duda alguna.
Que yo siempre me pregunto... ¿Qué hacían tíos tan interesantes con analfabetas? ¿Qué uso les daban? ¿Estaban enamorados? ¿Se planteaban que la mujer no tiene intelecto? Vamos, lo digo porque a mí un matao no me atrae ni como amigo. Mucho menos para meterme en la cama con él todas las noches...
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