martes, mayo 06, 2008

Una sociedad enferma

Estoy escribiendo un artículo que me gustaría enviar a diferentes medios. Lleva ese título de arriba, y alude al creciente y prepotente desapego hacia los valores culturales y humanísticos que no estén relacionados con un rendimiento económico casi inmediato. Es una de las más recientes afecciones de esta sociedad aquejada de otras muchas, como el ansia de poder, la corrupción, la violencia, la sed de fama o el desprecio por la educación. En cierto modo, me va a salir una especie de autobiografía clínica que dé cuenta de los síntomas de mi contagio: desaliento, pesadumbre, asco.., agravados por la localización de sus causas aquí mismo, muy cerca. En mi Universidad y en mi Comunidad Autónoma.
Sus gestores no consideran necesario que existan titulaciones como Filología Hispánica o Filología Clásica, ni siquiera capitidisminuidas por su reestructuración en su adaptación al espacio europeo, ese agujero negro.
Mañana será la Filología Portuguesa o las Matemáticas —éstas quizá no—; otro día tocará a la Historia... Y luego hay que aguantarles cuando dicen que creen en los valores culturales. Fariseos.
Han empezado por la Universidad pública, luego irán a por los colegios y a por los teatros públicos. ¡Ay!

Foto: Quema de libros. Berlín, 1933

11 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con su malestar al respecto y su pesimismo, salvo un detalle. La fotografía de los nazis, que no sólo quemaron libros, sino que mandaron al hacha o a la cámara de gas a algunas de las mejores cabezas de Europa, me parece una comparación de mal gusto.

puertoblazquez@gmail.com dijo...

... y no pararán! Me uno a tu pena, a la pena de muchas personas. Aunque les pese. ¿les pesa?
Saludos, Puerto

Miguel A. Lama dijo...

Arthur, la fotografía no pretende establecer ninguna comparación 'ad personam', por favor. Es una lamentable imagen muy utilizada. Recuerdo un memorable número de la revista cacereña de arte y estética SUB ROSA, dirigida por Julián y Javier Rodríguez, del invierno de 1991-1992, que llevaba en cubierta esa fotografía.
Nadie tiene que darse por aludido; sólo la sociedad, la humanidad. Y no hay mal gusto. Gracias por el comentario y un saludo.

Fernando Alcalá dijo...

Me está dejando tan sin palabras esta reestructuración que eso mismo, no sé qué responderte salvo que comparto tu pena.

(en los institutos ya empezó uniendo la literatura a la lengua en segundo de bachillerato como asignatura única hace unos cuantos años. Y lo que nos queda por ver...)

Álex Chico dijo...

Amigo Míguel Ángel. ¿Qué te puedo contar yo desde Barcelona? Reducen las horas de lengua y literatura, suspenden el bachillerato nocturno por uno a distancia, on line. Claro, si uno atiende a la semántica, la imagen puede resultar desmesurada. Sin embargo, estéticamente es lo mismo: es la misma sociedad que enferma paso a paso.
Es un desastre. Como dice Fernando, mucho me temo que esto sea un paso más hacia ese desierto cultural que, parece, andan buscando.

Anónimo dijo...

Que conste mi pesar también. Con todo, creo que el pecado de omisión sigue vigente. Y no lo digo por ti. Malos tiempos, sin duda.

Anónimo dijo...

Como uno más de los que pasó por las aulas de Letras, me sumo al pesar por la situación que plantea el Profesro Lama y, coincidiendo con él en el título de la entrada, no puedo dejar de hacer la siguiente reflexión: cada vez que hay algún debate sobre las titulaciones en la UEx se me revuelven un poco las entrañas cuando oigo hablar a ciertos "elementos" (alguno con Cátedra regalada y sonando, además, como rectorable) que vienen a salvarnos a todos del mal que ellos mismos crearon.
¿Por qué no protestaron hace quince años, cuando, en el proceso de ampliación de titulaciones, sólo se preocupaban de que la cuota de poder de su departamento se viera incrementada para poder hacer los mangoneos que les viniesen en gana?
De aquellos polvos vienen estos lodos y, sin querer justificar nada ni a nadie, quizá en el futuro no veamos tan mal ciertas decisiones que ahora se están tomando, pues uno no es del todo pesimista y, como le he leído al veterano Carlos Benitez, es muy posible que esas titulaciones que ahora peligran puedan seguir sin problemas, ya que , no en vano, han dado y siguen dando prestigio a la UEx.

Manuel Pulido Mendoza dijo...

Recomiendo la lectura de "Desgracia" la novela del premio Nobel sudafricano J. M. Coetzee. Este es uno de los temas que presenta en la novela.
Estamos viviendo un cambio de modelo cultural parecido al que pasó al final de la Antigüedad. Tendremos que acostumbrarnos a vivir entre bárbaros y que los bárbaros sean los que gobiernen. La universidad se está privatizando como privados eran los monasterios medievales. En EEUU ya funciona así: las universidades son oasis privados de conocimiento en medio de la barbarie. Fuera no hay nada, sólo empresas y consumidores lobotomizados. La globalización es la extensión del modelo de sociedad multicultural -llena de guettos y de clasismo capitalista internacional-: la forma de romper la homogeneidad social y en última instancia la solidaridad social, los servicios públicos, el Estado. Vamos hacia una nueva Edad Media: los nuevos bárbaros son consumistas individualistas.

Miguel A. Lama dijo...

Ojalá, Fco. Gil, ojalá. Y, desde luego, lamentar esta situación no significa justificar lo que ocurrió en la época de la exaltación..., no. Precisamente, de lo que se trata es de poner de manifiesto lo que tiene verdaderamente valor y prestigio, y no los mangoneos ni las ansias de poder ni nada falso... Ojalá se imponga ese sentido común que entreveo en tus palabras. Un saludo.

Anónimo dijo...

Sobre gustos no hay nada escrito. A mí me sigue pareciendo de mal gusto porque se trata de una banalización (por otra parte harto frecuente) de uno de los capítulos más ignominiosos de la historia de la humanidad. De acuerdo con A. V. y Fco Gil. Que desapareciera la Filología Hispánica de Extremadura sería una vergüenza, faltan titulaciones, no sobran. De todos modos habría que preguntarse si se ha hecho todo bien; si la universidad se preparó para los cambios que se sabía que iban a venir o se durmió en los laureles esperando que los alumnos siguieran afluyendo como siempre; si se apostó por la innovación y la competitividad, o por un modelo tradicional y sin nada que la diferenciara de las filologías en otras universidades; si se quiso contar con los mejores profesionales o primó el amiguismo en la contratación de personal, etc., etc, etc...

Los viajes que no hice dijo...

No sé qué prestigio tiene la Universidad (la Uex, digo) ni me importa lo más mínimo: entre otras cosas porque a veces lo del prestigio es más una cuestión de publicidad que de algo más real. Y tampoco creo que en ésta haya menos luchas por el poder, ni menos nepotismo, mezquindad y barbarie que en la que yo estudié, pero ése no es el tema, creo. Que podría serlo.

De todos modos, se veía venir. No sé hace cuántos años más se planteó la posibilidad de que la Filosofía desapareciera de la enseñanza Secundaria (¿se sigue dando todavía?), porque no servía para nada. Entonces pensé que le quedaba muy poco al resto y creo que yo tenía ocho años menos o nueve de los que tengo ahora. La Historia tampoco sirve para nada (y hace no tanto tiempo la Real Academia de Historia se hartó de denunciar planes de estudio en los que se falseaban los hechos por mor de un cierto nacionalismo de no sé qué clase estúpida). Ni la Estética. Ni la Sociología. Ni la Antropología. Servir, sexta acepción: aprovechar, valer, ser de utilidad. Para uno mismo, sin duda. Para "la sociedad", sea lo que sea que sean "la sociedad" y su legitimación de lo real, puede. Tampoco demasiado. Para el mercado laboral, no.

Porque, por supuesto, también hay preguntas: las salidas profesionales que tienen determinadas carreras, por ejemplo, o si la Universidad tiene que servir como puente para encontrar un trabajo, o qué clase de mercado laboral hemos construido en el que la palabra no puede usarse (salvo para acatar). O qué ocurriría si sólo se ofertaran las carreras con más salidas profesionales (que a los dos años, serían las carreras con más parados, porque la demanda no puede absorber la oferta). O por qué en algunos países del mundo hay niños de cinco años que recorren veinte kilómetros a pie para ir a la escuela y aquí se desdeña el estudio. Al final vamos a pensar que estudiar es cosa de subdesarrollados, que no tienen otro remedio, las criaturas. O por qué el desprestigio de la cultura y de las letras y el desdén por esa clase de sabiduría y el pan y circo que suponen determinadas lecturas, cuando se lee. O cómo se ha logrado en poco construir una sociedad inculta, acrítica y de arribistas, en la que no son pocos los que se jactan de su ignorancia. Y muchas otras. Pero ése tampoco es el tema.

Esto ha tenido que salir de la cabeza de alguien, digo yo, porque las asambleas, los consejos, los parlamentos... los forman individuos que tienen ideas (y que las llevan a cabo y que votan y que piensan que los tiempos son nuevos y hay que hacer x o hay que hacer y). Y esto lo tendrá que aprobar alguien, ¿no? No sé: un decanato, un equipo rector, un consejo escolar, un Gobierno de comunidad autónoma... ¿De dónde ha salido la idea primera? ¿Quién es el responsable y por qué?

El tema es encontrar a quién tengo que aplaudir.