Leí las primeras páginas de la nueva novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, El espíritu áspero (Barcelona, Tusquets Editores -Col. Andanzas, 685-, 2009) en Lisboa, en un original mecanoscrito que su autor hizo llegar a Ángel Campos Pámpano. Luego GHB me envió una versión más actualizada por correo electrónico, que imprimí a doble cara, y de la que sólo leí un centenar de páginas; no por cansancio, sino por inconstancia, y, por qué no decirlo, por ojeriza a leer folios encuadernados en canutillo. Ahora recibo un hermoso ejemplar de la novela que me devuelve a la primera lectura y a Ángel Campos Pámpano, porque encuentro una cita de él debajo de otra de Aristófanes el gramático.
La cita resulta más cercana aún, pues la recordó Ángel Campos Pámpano en un comentario que escribió para una entrada de mi blog el 20 de mayo de 2007 refiriéndose a otra en el blog de Gonzalo Hidalgo Bayal aquel mismo día: “Hay dos Vila Real de Santo António. El viejo profesor de latín ya aparecía en las prosas iniciales de La ciudad blanca. Cesário ha sido siempre Cesário.”
Obviado Aristófanes —que ya habrá tiempo de dedicarle un rato—, lo primero que he leído de esta nueva novela de Gonzalo Hidalgo Bayal ha sido el texto de Ángel, que no estaba, claro, en aquellas versiones. Sólo cinco palabras enmarcadas con sus signos de interrogación me han detenido en esto. Ya sé lo que me espera tras cada página, tras cada línea, tras cada palabra de esta novela sin concesiones. Un festín.
Quede esta primera nota al pie de una novela que tendrá muchas el día de mañana.
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