sábado, abril 29, 2023

Unamuno en el Ateneo

Con mucha antelación, me pidió mi compañero y amigo Enrique Santos Unamuno si podía presentarle en el Ateneo de Cáceres en su conferencia «Mientras dure la guerra (de papel): Miguel de Unamuno y la anécdota del Paraninfo». Le dije inmediatamente que sí porque me apetece mucho servirle de introductor en un foro ciudadano, fuera del ámbito universitario, más allá del campus en el que los dos trabajamos. Enrique es una eminencia en su área de estudios de teoría de la literatura y literatura comparada, y lleva dando clases en nuestra Facultad de Filosofía y Letras casi veintitrés años. Será, pues, una satisfacción hablar en un foro como el Ateneo cacereño de quién es y de lo que ha escrito, como un preludio a sus palabras sobre el enfrentamiento de su bisabuelo Miguel de Unamuno con el general Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, que —como explica en un avance— «se ha convertido casi en un mito, una especie de parábola o apólogo moral sustraído muchas veces a las ambigüedades del transcurso histórico y a la radical alteridad del pasado. ¿Qué circunstancias y elementos contextuales precedieron y siguieron a esos hechos y a su configuración en un relato quizá demasiado ejemplar? ¿Cómo se ha ido fraguando esa anécdota hasta cristalizar en el Unamuno cinematográfico de Alejandro Amenábar (implícito en el título que proponemos), ensalzado por unos y rechazado por otros? Esas serán algunas de las preguntas a las que esta charla tratará de dar respuestas provisionales, pues la historia, como la tela de Penélope, siempre está tejiéndose y destejiéndose». Será el próximo jueves 4 de mayo, a las 20:00 horas, en el Salón de Actos del Ateneo de Cáceres (C/ General Ezponda, 9).

martes, abril 25, 2023

Gris en claro

Pronto hará un año que tengo este libro, del que leí en su día algunos de los documentos y de las cartas que incluye, y del que no hace mucho terminé el estudio principal o primera parte sobre «Juan Gris y la vanguardia literaria hispánica», que es el título general: Gabriele Morelli, Juan Gris y la vanguardia literaria hispánica. Prólogo de Juan Manuel Bonet. Madrid, Ediciones Cátedra (Col. Crítica y Estudios Literarios), 2022. Me lo regaló mi compañero y vecino de despacho José Luis Bernal Salgado, por el que supe que el profesor italiano, expertísimo en la Vanguardia española, iba a visitar nuestra Facultad para dar una conferencia el próximo jueves 27 de abril (Aula 11, 10:00 horas), motivo por el cual publico estas líneas, que podrían haber salido en otro momento. El ensayo de Morelli es una exhaustiva aproximación a la relación que el pintor español tuvo con los escritores españoles e hispanoamericanos de vanguardia. Comienza con la recepción de Gris en España a su muerte el 11 de mayo de 1927, y otros ecos de escritores y críticos que lo difundieron con un retraso quizá motivado por la mayor fama y reconocimiento de otro artista español en Francia: Pablo Picasso. «Frente a frente» los aborda Morelli en uno de los capítulos de esa primera parte, que completa con numerosos datos y consideraciones la imagen de Gris en su contexto artístico, antes de tratar la relación del pintor con parte de lo más granado de la literatura vanguardista, como Guillermo de Torre, Vicente Huidobro, Gerardo Diego o Juan Larrea. El relato de esta relación lo hace el profesor italiano con el acopio de documentos poco conocidos o inéditos para revisar episodios como el supuesto secuestro de Huidobro, o la pasión de Juan Gris por el baile y la musical de Diego, que los acercó activamente. Las cartas (a Josep Maria Junoy, y a los literatos citados) y un conjunto de artículos, ensayos y entrevistas («Documentación literaria») sobre Gris y su obra, conforman la segunda parte de este volumen lleno de noticias y de datos para la historia de la vanguardia hispánica y que da una imagen muy completa de Gris y de sus principios artísticos, que entendían íntimamente ligadas la plástica y la poesía. Después de un artículo-conferencia de Guillermo de Torre sobre las reminiscencias personales entre Juan Gris y el pintor parisino Robert Delaunay, la joyita que cierra el libro es un texto de Rafael Alberti traducido al italiano y publicado en el Corriere della Sera en 1985 con motivo de la exposición Juan Gris (1887-1927) de ese año en la Biblioteca Nacional de Madrid, y en el que el poeta español evoca el envío que le llegó de Gris para la revista Litoral en el homenaje a Góngora en 1927, el mismo año de la muerte del pintor, al que Alberti —dice— no conoció. Terminaba estas líneas para recibir al profesor Morelli cuando mi colega José Luis Bernal me ha comunicado que por razones de salud no ha podido volar a España y que su conferencia «Neruda y Lorca frente a frente» —no sé si iba a ser el título exacto— se suspende hasta una nueva fecha. Ya habrá ocasión. Hasta pronto de escucharle, remedando alguna despedida de Juan Gris en sus cartas. 

domingo, abril 23, 2023

Leila

Los domingos, sobre las nueve menos cuarto, entra en casa la escritora y periodista Leila Guerriero (Junín, 1967). Su «Hola, soy Leila Guerriero, soy periodista, vivo en Buenos Aires» abre esas mañanas su píldora de la SER en el programa de Javier del Pino A vivir que son dos días y me habla en el desayuno, como anoté hace casi un año. Quizá lleve tres haciéndolo, como sus colaboraciones en El País en la columna de los miércoles, mi preferida de las siete que se publican cada semana. Lo escribo porque es una familiaridad que proviene de la escucha o la lectura periódica de alguien que sabe contar lo que observa y siente, y llega a hacerse una costumbre muy placentera que no decrece. Es un trato con el mundo gracias a lo escrito por alguien estimulante que comienza a llenarse de apariciones y referencias, como cuando, tras la lectura de la novela de Aurora Venturini, leí una larga entrevista que Leila Guerriero hizo a su compatriota en 2012, tres años antes de morir. Otras han sido las ocasiones en las que he topado con la periodista argentina fuera de la costumbre semanal de leerla y escucharla. No hace mucho vi la edición en España de la antología de Pedro Mairal Maniobras de evasión (Libros del Asteroide, 2019), hecha por Leila Guerriero, que también firma el prólogo. Antes, en 2015, se publicó en Santiago de Chile por las Ediciones de la Universidad Diego Portales. La penúltima vez que me he encontrado con la periodista argentina ha sido el sábado primero de este abril. Mi antiguo alumno y hoy amigo Javier Rodríguez Marcos, con el que también acostumbro a pasear por Cáceres cuando viene a visitar a su madre, me trajo un libro ignoto: Javier Cercas, Formas de ocultarse. Edición de Leila Guerriero. Santiago de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2016. Su regalo, tantos años después, parece un símbolo del viejo gesto que tuvo conmigo cuando me enviaba desde Barcelona recortes de las columnas de Cercas publicadas en la edición de El País de allí, desde enero de 1998 hasta diciembre de 1999. Curioso; hasta casi justo antes de la fecha que puede tomarse como punto de partida de la escritura de los textos recopilados entonces por Leila Guerriero y ahora por Juan Cerezo, Josep Maria Ventosa y el propio Cercas en su reciente No callar. Crónicas, ensayos y artículos 2000-2022 (Barcelona, Tusquets Editores, 2023). De manera que la relectura de muchos de los casi doscientos textos de ahora me lleva a los ciento veintitrés de la antología chilena, que, como esta, recoge no solo artículos publicados en El País, sino relatos reales, prólogos, epílogos, artículos de mayor extensión de otros lugares, algún inédito, discursos…, etc. Igual que Leila Guerriero, en «El proceso» de cómo montó Formas de ocultarse, dice que ella ve todas las semanas a Cercas leyéndolo, yo puedo decir lo mismo sobre la escritora argentina a la que me encuentro —leo— en todas partes. La última, hace nada, en el muy recomendable y reciente libro de Pilar Galán, Si esto fuera una novela (Mérida, De la luna libros, 2023), que se abre con una primera cita de Leila: «Y por un momento entendí. ¿Qué? Todo. Entre otras cosas, que hay que escribir para que cada palabra soporte el peso de las que no están. Para vaciar la página de peso» (El País, 4.09.2021). Eso. 

sábado, abril 22, 2023

Las mujeres felices son una quimera

No soy lector de novela negra o policíaca, y quizá ya esté confundiendo los conceptos; pero no tengo prejuicios sobre ella, más allá de una tibia antipatía por etiquetas como esas o como «novela histórica», que no deben distraer de lo que verdaderamente importa: el valor literario, que es lo que distingue una obra entre otras del mismo color. Me desoriento más si existe una novela «jurídica». Esta de Alonso Guerrero (Las mujeres felices son una quimera, Córdoba, Editorial Almuzara, 2022) debe de serlo, pues logró el I Premio Internacional de Novela Jurídica del Ilustre Colegio de Abogados de Granada, una iniciativa que declara su propósito de dignificar la profesión con elementos de diversos géneros, como la novela histórica, género negro o policíaco, o «cualquiera de sus posibles combinaciones». Debe de ser que el texto de Alonso Guerrero cumple con ese fin y por eso hay en él algún abogado y un juez de apellido Corcovado. Un apremio dirigido a un autor que ha de ajustarse a un patrón que exige un muerto en la primera página, un policía —por ejemplo— solitario e independiente, descreído y algo canalla, que investiga; y una trama llena de incertezas y giros que conducen a un desenlace que no se puede desvelar, que es otro de los imperativos del género, ya del lado del lector. Someterse a una poética con sus constituyentes no tiene que considerarse nunca un demérito o una suerte de traición a la libertad creadora; y cuando un escritor que se ha movido con soltura por otros territorios lo hace, se generan muchas expectativas, que, como es el caso de esta novela de Alonso Guerrero, se colman sobradamente. Sin embargo, intuyo que hay una contención estudiada en escritores de fuste —así llamó Enrique García Fuentes a Alonso Guerrero en una certera reseña de esta novela publicada en el diario Hoy el 11 de febrero de 2023— cuando se las ven —lo buscan, claro— con un género así; como si hiciesen el esfuerzo de que no se les note que saben escribir de sobra. En esto sí que me pongo a la defensiva y soy prejuicioso ante quien se pliega o se contiene en exceso. Sin duda, aparte de los aspectos de una trama y unos personajes bien llevados, el autor es consciente del terreno que pisa y me gana cuando se permite alguna autorreferencia irónica por boca del policía: «Si no vamos a seguir los cánones de la reciente novela negra, en la que la comida es tan importante como los móviles del crimen, lo mejor es que comamos sólo para no morir. De niño me gustaba la mortadela italiana. Además, no leía novela negra» (págs. 143-144). La travesura de un título llamativo —en algún momento se equipara a las mujeres con las novelas— y el desenfado irónico son actitudes muy personales para un relato muy bien escrito y que liga los diálogos como forma preeminente. En los dos niveles deja el narrador sus guiños al cine o a la literatura, sobre todo a esta, desde una primera alusión a El clavo de Pedro Antonio de Alarcón (pág. 12), a La Eneida (pág. 24) o a Shakespeare (págs. 33 y 217), hasta la lectura de unos versos de John Donne filiado por el personaje mítico y literario de Asterión por su habilidad para moverse «por la historia de la literatura como hay que moverse, con las manos atadas a un teclado» (pág. 121), o las menciones de autores del género como James Ellroy, Dennis Lehane o Raymond Chandler (pág. 158). Alonso Guerrero se empeña por fortuna en esta novela en envolver su trama de sugestivos referentes que uno agradece casi desde la misma postura que el protagonista cuando le dice a un editor del género: «Soy un mal lector de novelas de policía» (pág. 162). Y de policía se trata; aunque no solo, como es natural.

viernes, abril 14, 2023

El baile de los pájaros

«Ayer recogí […] el mecanoscrito de El baile de los pájaros, de Basilio Sánchez, que surge de su colaboración en Conclausa […]», leo en una anotación de 19 de noviembre de 2021. Compartí que aquella colaboración durante el confinamiento había adelantado en forma de aforismos en prosa el título del nuevo libro y que siete de las diez breves teselas que se publicaron armaban en su orden el poema del mismo título, «El baile de los pájaros», primero de la segunda sección del poemario: «En mi parte más sola crece un árbol / y yo escucho sus hojas. // Como ellas, / con un temblor idéntico, / respiran las palabras, y es su aliento / el que vuelve de pronto incandescente / lo que ya se ha extinguido. // El poema es el baile de los pájaros frente a la comitiva de la boda. […]» Pocos días después, en su casa, Basilio y yo conversamos sobre su libro, sobre el que hizo, como siempre, precisos comentarios de intención y circunstancias. Hoy, 14 de abril de 2023, hemos quedado porque quería darme El baile de los pájaros (Pre-Textos, Col. La Cruz del Sur, 2023), que acaba de salir. Como siempre, me ha regalado y dedicado uno de los primeros ejemplares recibidos. He llegado a casa cuando acababa la tarde —un poema la nombra así— y, con mi libro abierto, me ha parecido que comenzaba el día, que la luz era otra, que todo… Y aquí el golpe de la noticia inicua con su viento terrible que me ha cerrado el libro y ha espantado a los pájaros. Acabo de enterarme, tan tarde, de que ayer murió la poeta Marta Agudo (Madrid, 1971). Cuánto lo siento.

sábado, abril 08, 2023

Beethoven y Tomás Pulido


«Se podría definir a Tomás Pulido como un hombre que siempre anduvo buscando las huellas de otras huellas y en ese caminar, en ese escudriñar, fue dejando sin querer las suyas propias, a veces en forma de cartas, de fichas y apuntes, y otras de libros o artículos de prensa. Con esa letra cuidada, estética, artísticamente hilada, que era una prolongación de sus ojos lo dejaba todo escrito. Así, empezaba elaborando un artículo y se le caía un libro de las manos. Por eso mismo, esas huellas son incontables y su legado, aun hoy, es difícil de acometer» (pág. 44). Lo ha hecho magníficamente su nieta Beatriz en esta edición de un libro sorprendente: Tomás Pulido y Pulido (José de Hinjos), Beethoven (Sugestiones) Ensayo íntimo. Edición, introducción y notas de Beatriz Pulido Flores. Mérida, Editora Regional de Extremadura (Serie Rescate, 65), 2022, de donde procede el fragmento citado. La edición original de 1927 —primer centenario de la muerte del genio alemán— apareció bajo el seudónimo de José de Hinjos, con el que el historiador cacereño firmó muchos de sus artículos y alguna más de sus obras, como El Divino Morales. Ensayo íntimo (1926), y en ella cristalizaron algunos de los textos sobre Beethoven que fue publicando en la prensa local desde 1919. Es sorprendente este libro —para mí, una de las principales aportaciones editoriales de la Editora Regional de Extremadura desde el último trimestre del pasado año— por su primera publicación esquinada en una capital de provincia como Cáceres, en un contexto social y cultural poco propicio —Tomás Pulido lo llama «ambiente hostilmente cerrado» (pág. 91); por su espontaneidad y sinceridad en tanto que panegírico de un artista inmortal; y, también, por los rasgos de su contenido. Porque, a mi parecer, el ensayo de Tomás Pulido (1896-1978) es más una reflexión íntima, modesta y sincera sobre el arte que un acercamiento crítico a Beethoven, que es algo lejos de su pretensión. Es la obra de un hombre sensible que enmudece ante la grandeza de su objeto y se desvía hacia consideraciones íntimas. La evitación del análisis erudito le lleva a retardar mucho la referencia concreta a la obra de Beethoven, hasta la página 119, cuando alude a una décima sinfonía, que, si no estoy confundido, es la única obra del músico que cita Pulido. En realidad, el ensayo del cacereño tiene un motivo o tema, que es Beethoven, pero que abandona a cada tramo para desarrollar sus especulaciones sobre asuntos de especial enjundia como el arte, la crítica o la filosofía. Son constantes las digresiones o paradas reflexivas, a manera de algo más que escolios, que se cierran con la recuperación del hilo de Beethoven, que es retomado así en muchos momentos, como en el tercer apartado del capítulo X («El Dolor de la Ciencia y del Arte. ¿Dónde está la verdadera sabiduría?»), o en el sexto de XII («El Dolor de la Ciencia y del Arte. El drama de nuestra ignorancia»), o los capítulos XV, XVI y XVII con respecto a los que los preceden y siguen… Así, en este libro Beethoven es como su música mientras escribo estas líneas, un fondo sublime y venerado que me ambienta (la «Pastoral») para cavilar sobre el pensamiento de Tomás Pulido, que es el principal objeto de interés —y que me perdonen los beethovenianos— de esto que, significativamente, también se subtitula Ensayo íntimo. Por eso el autor llama a su trabajo Sugestiones, porque es inútil para él pretender analizar la creación del músico, por el que siente una devoción que roza la «predisposición fanática» y «la más irrazonable sugestión», hasta el punto de que puede ser considerada una «alucinación» que constituye —y esto es importantísimo para atisbar el talante intelectual y el espíritu sensible del escritor cacereño— «el motivo de una vida más plena de realidad vital» (pág. 87). El trabajo introductorio de su nieta Beatriz Pulido Flores es sobresaliente. Con buen criterio, se antepone a la «Introducción» un «A modo de prólogo» en el que escuchamos a la nieta antes de escuchar a la estudiosa privilegiada que ha tenido acceso a los libros y papeles del erudito, sobre los que se nos dan noticias muy valiosas en cuanto a materiales inéditos; y sobre alguno, entre esos, se nos extracta algo: de una carta de Tomás Pulido al periodista Ramón Quiles en la que se refiere a su gran amistad con Eulogio Blasco (págs. 64 y 66), a la sazón, autor de los dibujos de la primera edición de Beethoven, y que en esta se nos ofrecen en un apéndice de ilustraciones (págs. 267 y 274), quizá no incompatible con la reproducción en sus lugares originales en el cuerpo del texto. «Tomás Pulido y su época» y «Estudio de Beethoven: Ensayo íntimo» son las dos partes principales del estudio preliminar que es una excelente puerta de entrada a la personalidad y obras del protagonista y a los aspectos esenciales del escrito en cuestión. La unificación y completitud de algunas referencias bibliográficas, la corrección de alguna errata —en el apellido de Leocadio Mejías (pág. 35), «se consideraba así mismo» (pág. 38); «Antonio Rodríguez Sánchez» por el nombre del profesor de Historia Ángel Rodríguez (pág. 43), bien citado más adelante (pág. 49); «smilar» por «similar» (pág. 74)—, y la cuestionable oportunidad de la única «nota de edición» (pág. 132) son algunas minucias susceptibles de ser revisadas en el futuro. Insignificancias al lado de la importancia de este «rescate», que me suscita un montón de consideraciones afines sobre el concepto que Tomás Pulido tenía de la creación artística, de la vida humana, del arte y de esa capacidad que algunos pretendemos tener de servir de buenos conductores de la emoción que nos produce lo que sentimos artísticamente, como dice el autor en una de esas impagables notas a su ensayo y que merecerían detenerse aquí más despacio y más por extenso. Puedo decir que no he sabido nada nuevo de la grandeza «inaprehendible» del músico; pero sí mucho, gozosa y profundamente, de la personalidad de un cacereño como Tomás Pulido y Pulido o José de Hinjos y de su legado. 

jueves, abril 06, 2023

Cuaderno español, de JA Cáceres

Creo que esta edición del Cuaderno español, del poeta José Antonio Cáceres (Zarza de Granadilla, 1941), es una feliz y notoria consecuencia del fervoroso tesón de la poeta y ensayista Emilia Oliva (Malpartida de Plasencia, 1957), que durante muchos años ha bregado para que se publique, se lea y se reconozca como es debido la obra de este poeta visual, que es como lo presenta en su introducción David Pavo Cuadrado (Ermua, 1987), profesor de Escultura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco —se doctoró con una tesis sobre Jorge Oteiza y el arte jondo— y escultor. A su gentileza debo mi ejemplar, que me llegó desde la Oficina de Correos de Gévora (Badajoz). Del origen del interés de David Pavo por José Antonio Cáceres hay prueba documental en la web dedicada al autor extremeño —otra aspiración lograda por Emilia Oliva—, en la que se publicaron sus reacciones al visitar la exposición Unidad del mundo en el MEIAC desde junio a diciembre de 2019. Imagino que fue el comienzo de la captación de un estudioso más de la obra de Cáceres y que nos ha deparado esta elegante publicación salida de las prensas de Luces de Gálibo con el buen hacer de Ferran Fernández. La nota justificativa con la que se cierra la presentación es muy explícita en su información: «La edición de Luces de Gálibo es la primera que se realiza de Cuaderno español. Reproduce los diecisiete poemas que configuran la obra en el documento original. El libro tiene el mismo formato (15,5 x 21,5 cm) que el cuaderno original. Asimismo, los poemas están reproducidos respetando el tamaño y la disposición originales. La edición se complementa con una «Nota autobiográfica» escrita por José Antonio Cáceres y una «Entrevista a José Antonio Cáceres sobre Cuaderno español, o el Cuaderno de Zarza», realizadas ex profeso para la edición. También con un apartado bibliográfico centrado en los libros de poesía visual de José Antonio Cáceres. La edición se complementa con fotografías de Urtzi Canto Combarro realizadas a José Antonio Cáceres en Hervás en 2021». En abril de 2021 ya hubo un intento de publicación del Cuaderno español a partir de una campaña de apoyo —impulsada, cómo no, por Emilia Oliva— que solicitaba aportaciones privadas; pero, creo que por falta de la suficiente respuesta, el proyecto se malogró. Ahora, felizmente, se publica esta obra de 1972 hasta el momento inédita, una creación de José Antonio Cáceres dentro de los presupuestos de la poesía concreta y espacialista y compuesta con letraset de diferentes tamaños y con intención de figuración letrista y sígnica, y con un total de diecisiete poemas visuales, que, como indica David Pavo en su estudio introductorio, «mediante estos signos y elementos plásticos, se trabajan bajo la clave de figura-fondo, y al interior de esta clave, tensionados a través de la articulación propia (figura-negro) y con respecto a la página (fondo-blanco). Podrían, además, concebirse figura y fondo invertidos. La operación estructurante de cada poema pasa por la organización de los elementos respecto del papel, con su límite, y producción de constante relación, espacialización y contexto» (pág. 12). Así, la disposición de las letras siempre queda alterada con respecto a su norma, pues se nos presentan inclinadas, vinculadas, enfrentadas, sugiriendo en su combinación por acople o empalme formas muy sugerentes, de enorme potencia estética, como concluye Pavo. La entrevista a José Antonio Cáceres —hecha por David Pavo en Hervás en octubre de 2021— y la «Nota biográfica» redactada por Cáceres en febrero de ese mismo año son dos aportaciones muy acertadas de esta edición, que suma un considerable hito a la interesante historia de la poesía experimental en Extremadura, ya que esta obra también podría haber llevado el título de Cuaderno de Zarza (David Pavo).



lunes, abril 03, 2023

La niñez laureada (II)

Semanas atrás aludí a la publicación y a la presentación de este singular libro de Noelia López-Souto, Prodigios infantiles de la Ilustración española. La niñez laureada, de José Iglesias de la Casa (Salamanca, Editorial Delirio. Col. La Bolgia, 17, 2022), que merece un comentario más extenso. Entre otros motivos, lo justifica un tipo, Juan Bautista Mariano Picornell y Gomila (1759-1825), que escribió a Floridablanca y se atrevió a decirle que «El cariño paternal me ha determinado a exponerlo a una prueba demasiado dura para una edad tan corta» (pág. 121). A pesar de la supuesta base sensista y empírica de un método pedagógico, cuesta creerlo en el Siglo de las Luces; y eso que parece que, por aquellos mismos años, el padre de Carl Maria von Weber quería hacer de su hijo un niño prodigio como lo fue Mozart. Algo razonable comparado con lo que encontramos en este libro: un padre excesivo, un majareta ilustrado que sometió a su hijo expósito, Juan Picornell y Obispo (1781-1817), de tres años y medio, a un examen público celebrado en abril de 1785 en la Universidad de Salamanca, y en el que el «pimpollo ilustre» tuvo que responder a centenares de preguntas sobre los dogmas, misterios y elementos de la Religión y Moral Cristiana, los sucesos más destacados del Viejo Testamento, las partes del Globo Terráqueo, la situación, confines, latitud y longitud de Europa y sus diferentes géneros de gobiernos…, sobre los principales montes y ríos, «señalando el nacimiento y desagüe de estos, como asimismo de las producciones de su fertilísimo suelo» y, últimamente, «sobre el Mapa de la Europa las cosas más notables, que contiene, haciendo ver, que está instruido aun de las más menudas» (págs. 123-125). Mientras leía las páginas de la excelente introducción de Noelia López Souto, me acordé del enternecedor encuentro en Niebla de Unamuno entre don Avito Carrascal —el padre de su anterior novela Amor y pedagogía— y Augusto Pérez a la salida de la iglesia; y en el que este preguntó por el «candidato a genio», y don Avito respondió llamando a su hijo malogrado «mi víctima». El niño prodigio dieciochesco fue ensalzado en un cuestionable poema en estancias del salmantino Iglesias de la Casa (La niñez laureada), cuyo valor más histórico y circunstancial que literario no es discutible en el conjunto de la lírica del Setecientos. Noelia López Souto no ha hecho otra cosa —y con calidad— que dignificar las extravagancias que a veces tiene la historia, que superar la anécdota y hacer un estudio muy estimable sobre un hecho insólito, bien contextualizado en el interés por la educación de la infancia en la época ilustrada. Nos brinda la investigadora documentados capítulos biográficos sobre los protagonistas, tanto del niño prodigio como de su padre —que acaban mal, en ese orden— y del poeta Iglesias de la Casa —al que López Souto ha dedicado un reciente trabajo sobre «Epicureísmo y erotismo en la obra del poeta José Iglesias de la Casa: nuevas aportaciones y lecturas», publicado en el Boletín de la Real Academia Española el pasado año—, cuyo renombre literario hay que relativizar por la poca obra que publicó en vida. Noelia nos introduce su poema muy acertadamente, que edita en una edición completísima, que conjunta el estudio y la aportación documental de los anexos sobre el referido hecho acaecido en la Universidad de Salamanca y que, entre otros, testificó el poeta Juan Meléndez Valdés. Siempre es atractivo y original el tratamiento que Delirio da a sus libros, y hay que celebrar que su catálogo haya dado cabida a un texto tan especial de un siglo poético tan necesitado de un conocimiento cabal. Que un ilustre estudioso del siglo y del contexto salmantino como Fernando R. de la Flor escriba —dedicado a sus nietos— el «Envío» que abre esta edición es todo un gesto que agrada.