"Muy temprano, un par de horas antes del comienzo del curso, en otros asuntos, pensaba este cronista en lo ideal del entorno elegido para la segunda y última sesión del curso, el Museo Vostell-Malpartida de Cáceres. Y cosas de vivir y de trabajar los viernes en el cogollo. Plaza de San Juan de Cáceres. Al pasar por la puerta del Hotel Meliá, encuentro a algunos participantes del curso, dispuestos ya para ir a Malpartida. Entre ellos, Miguel Serras y su compañera. Nos vamos en mi coche. No imaginaba yo que un poco antes había sucedido en el hotel algo que iba a incorporarse al contenido de una de las mesas, como anécdota y más allá de la anécdota.
Eran las nueve de la mañana de un viernes luminoso aunque inestable. En el desayunador del Hotel Meliá de Cáceres, Ángel Campos Pámpano, codirector del curso, y Mario Merlino, interviniente esa mañana, director de Vasos comunicantes, la revista de la Asociación Colegial de Escritores y su sección autónoma de Traductores (ACEtt), por separado, recogían los dos únicos ejemplares del diario El País a disposición de los clientes del hotel. Dice la crónica que Ángel Campos Pámpano tomó zumo de naranja, café con leche, una tostada de aceite y algo de fiambres; y que, por su lado, Mario Merlino, café solo, zumo de naranja, una manzana y un croissant. Sé que la crónica, como antaño en Larra, podrá decir misa, pero yo, el cronista, no tengo ni idea de lo que desayunaron, aunque puedo preguntar, a riesgo de que ni ellos mismos se acuerden. Así que... dice la crónica.
Hojeaban el periódico ambos, por separado, cada uno en su mesa, pero una página logró compasarlos y llevarlos a una coincidencia clara. Los dos se quedaron con la página en la que aparecía esta noticia: