sábado, septiembre 13, 2025

Acuse de recibo

Ayer viernes recogí en la Facultad dos sobres que no abrí hasta llegar a casa. Uno venía de Valladolid, de la calle Melendro, donde tiene su sede la Editorial Deméter, que desde 2022 nos está ofreciendo en su catálogo destacados ejemplos de literatura tenebrista y fúnebre, sobre todo, del siglo XIX. El otro sobre, sin remite, venía de la Editorial Candaya. Aunque presumo que debo el envío a la generosidad de Álex Chico, autor del libro que venía dentro, traía una amable carta personalizada pero sin fecha de Olga Martínez Dasi con una presentación de Geografía escrita. Viajes reales por lugares imaginarios, del escritor placentino afincado en Cataluña que tanto ha escrito sobre los lugares. Los textos que componen el volumen fueron publicados, en su mayoría —hay dos inéditos— en revistas como Quimera, Revista de Letras o Clarín, entre otras. Además, la edición tiene el interés añadido de que va precedida de un prólogo de Álvaro Valverde, «El viaje interminable», que conoce bien a Chico desde sus primeros pasos literarios y que tanto y tan bien ha pensado en el lugar como motivo literario —véase el acertado título de Meditaciones del lugar que dio José Muñoz Millanes a la antología poética de Valverde que publicó Pre-Textos el pasado año 2024. Tengo ganas de recorrer todos estos espacios escritos como crónicas, como apuntaciones de diario y como reflexiones ensayísticas de la mano de Álex Chico. Por su parte, Montse Ruiz, responsable de Editorial Deméter y que incluye en su envío un ensayo titulado Bécquer, ¿espiritista? (Editorial Deméter, 2024), con el que espero ponerme muy pronto—, me envía mi ejemplar —contribuí a su campaña de suscripción— de Los que vuelven (Editorial Deméter, 2025): una antología, ilustrada por la artista vallisoletana Lucía Vázquez de Prada, de relatos mortuorios breves de autores decimonónicos como Pedro Escamilla, Emilia Pardo Bazán —se recogen dos de ella, «Mi suicidio» y «La resucitada»—, Enrique Fernández Iturralde, Guillermo Forteza, o Carmen de Burgos, con un cuento, «La mujer fría», publicado en 1922; y que se cierra con un apéndice de textos aparecidos en la prensa desde1789 hasta 1866 sobre la preocupación de enterrar cuerpos aún vivos. Las últimas líneas de esta «antología oscura» van por ahí: «Si hay un sentimiento que deba igualar al respeto a la muerte es el del respeto a la vida» (pág. 149).

viernes, septiembre 05, 2025

Una belleza terrible

Tenía este apunte avanzado, pero sin terminar, cuando leí a finales de julio un texto de Edurne Portela y José Ovejero, «El misterio de Germaine», publicado en el número de verano (julio-agosto) de la revista Tinta Libre, de cuyo índice, por error, se omitió (págs. 56-58). Como un «hijuelo» que le ha crecido a la novela escrita por ambos Una belleza terrible (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2025) presentaban este relato sobre Germaine Huot d'Anglemont, la madrina de Raymond Molinier (1904-1994), el revolucionario troskista protagonista de esa obra, que, cuatro meses después de su publicación, se extendía para sus lectores con esta suerte de apostilla que confirmaba ese carácter de Una belleza terrible como singular ente literario. Para mí, prolongaba el magnífico sabor que me dejó la lectura de esa novela, que comencé muy motivado por la fascinación que sentí con la obra anterior de Edurne Portela, Maddi y las fronteras (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2023), la brillante narración sobre la vida de María Josefa Sansberro (Maddi) (1895-1944), una mugalari en la resistencia contra los nazis, que fue deportada y murió en un campo de concentración en Alemania. Añadiré que poco antes había leído Mientras estamos muertos (Madrid, Páginas de Espuma, 2022), el libro de relatos de José Ovejero que se alzó con el XVIII Premio de Narrativa Dulce Chacón en 2023. Teniendo en cuenta que ambos son pareja y que con Una belleza terrible han emprendido una tarea de escritura compartida muy sugerente, estas líneas quieren agradecer a ambos sus trayectorias como escritores y demostrar admiración por lo que hacen, y por lo último que han hecho. Han elaborado juntos una obra a partir de una biografía trepidante con tantos accidentes y derivaciones, «giros y acontecimientos sorprendentes» que «hacen muy difícil relatarla y apenas pueden caber en un solo libro» (pág. 177), con lo que incorporan a su definición —de la vida de Raymond Molinier— la valoración sobre la ejecución del empeño. Una sugestiva propuesta metaliteraria. Sobre una vida, además, que arrastra otra de las virtudes o implicaciones de esta novela, las mujeres que se relacionaron con el personaje principal y que estuvieron en el centro de la historia, pero que no dejaron testimonio ni memoria (pág. 178) —y cuya importancia subraya el apéndice aludido de Tinta libre. Muy a grandes rasgos, hay dos flujos en Una belleza terrible —el título proviene del poema de W. B. Yeats a los rebeldes republicanos irlandeses de 1916—, el de la narración que reconstruye unas vidas al servicio de la revolución —de las principales luchas revolucionarias del siglo XX— y el del relato, como fragmentos de diario, del proceso de escritura de una novela y los problemas que esa escritura suscita. En cierto modo, nos encontramos con una investigación que ficcionaliza a partir de los testimonios que la historia ofrece: imaginar, dicen los autores, frente a inventar; es decir, intentar deducir lo que no sabes una vez que conoces, aunque no enteramente, los hechos históricos: «No es lo mismo inventar e imaginar. No da lugar al mismo tipo de novela. La invención renuncia a acercarse a la verdad de los hechos, la imaginación lo intenta sabiendo que es imposible lograrlo por completo» (pág. 188). Seduce esta forma de revelarse: lo único verdadero, dicen, es su deseo de ver y de encontrar un orden en lo visto, es decir, construir un artefacto literario, una creación que hace presentes los materiales del pasado (pág. 185). La disposición de las cuatro secciones de la obra quizá no refleje estos dos flujos: I. Europa. II. Tierra de nadie. III. América. IV. Los huesos. El corazón. Son rotulaciones que expresan claves o etapas del recorrido biográfico de Molinier, y serán las divisiones internas —también tituladas— las que contengan, en algunos casos, los incisos metanarrativos de los escritores que escriben al alimón, completando esta doble cara que, sin menospreciar la historia —apasionante— que sirve de base a esta novela, la vida real de Raymond Molinier y de su gente, es para mí el gran valor de Una belleza terrible y lo que hace de ella una obra admirable. Y esta excelencia está en la forma que han dado a un material a la mano, el de las vidas de otros; pero también el de la propia vida de los que hacen literatura; de tal manera que el lector se asoma a la intimidad de los autores al mismo tiempo que imagina, gracias a ellos, la de los personajes de la historia, como una suerte de exaltación de la vida que explica la dedicación a la literatura. Excelente demostración de talento y de honestidad literarios.