domingo, marzo 31, 2019

Luvina (y II)

© Antonio Ruiz Fernández de la Lopa
Un asunto lleva al otro, un pequeño detalle. Anotar sin más sobre el periódico. Marcar un titular me ha recordado lo que el otro día —fue el domingo 3 de marzo; lo tengo escrito— mi amigo Toño me contaba. Hoy he estado con él y con Cristina, y hemos vuelto a poner la vida en claro. Me decía aquel domingo como este —salvo el cambio horario— que dedicaba un buen rato a repasar la prensa del día —tres o cuatro periódicos—, bien acomodado en la mesa de algún bar mientras tomaba una cerveza y marcaba con su bolígrafo todo aquello que merecía una lectura más sosegada por la tarde. También me he acordado de aquello de mis almuerzos con gente importante —Pemán y Vázquez Montalbán mediantes—; porque Toño merece la misma consideración y tan amical reverencia como las principales personas que me han regalado su relación. Aquel domingo de marzo se presentó con un ejemplar de La Constitución de Forges, porque había leído mi entrada de diciembre en la que yo me lamentaba por no conservar aquellos fascículos por los que él y yo leímos la norma suprema y revisable de nuestro ordenamiento jurídico. Las notas que tengo anotadas en torno a nuestros encuentros son todas gratas. Un placer. Y sigo sin comprender por qué a esta luz de finales de marzo hay que poner otra hora, como si no tuviésemos otra cosa que hacer, como si no fuese evidente que alguien saca partido de esta manera de malversar el tiempo. Lo dicho, y a pesar de todo, un placer.

jueves, marzo 21, 2019

Luvina (I)

© María Fernández Sánchez
Si escribo aquí que hoy me he preparado una lubina al horno, tan solo mis alumnos de Textos de Hispanoamericana comprenderán que es un guiño y no una estupidez. Ellos han leído y escuchado conmigo esta mañana el magistral cuento de Rulfo incluido en El llano en llamas (1953) «Luvina», que parcialmente he analizado en clase: «—Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si se llevara un sombrero de petate, dejando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos. Ya lo verá usted». Ahora que me refiero a mis alumnos me percato de que cuando he querido tener en cuenta a la mayoría de mujeres presentes en el aula y me he referido a «vosotras y Guzmán», por ejemplo —en recuerdo de un simpático curso—, lo único que hacía era visibilizar a Guzmán, tan buena persona. Son cosas que he anotado con la lubina en el plato el Día Internacional de la Poesía que he celebrado con mis alumnas y con Rubén, Javier y Junqi leyendo dos poemas de Álvaro Valverde, de El cuarto del siroco (2018), antes de abordar el cuento de Juan Rulfo. Apresuradas anotaciones a mano alzada sobre algunos huecos en blanco del periódico que hoy trae una columna de Luz Sánchez-Mellado cuyas líneas finales habría que repetirse: «El trabajo te da la vida y te la quita, pero conviene tener un par de certezas. Nadie es imprescindible, por mucho que te hagan creértelo y la trituradora sigue funcionando sin ti tan ricamente. Te guardan un minuto de silencio, te suben a los altares y te sustituyen por el siguiente trozo de carne con ojos. ¿Agorera? Realista. Lo dijo José Sacristán al enterrar a su colega Fernando Guillén: "Cada día disparan más cerca"».

Esta entrada, que continuará, va ilustrada con la imagen que el Plan de Fomento de la Lectura de la Consejería de Cultura e Igualdad de la Junta de Extremadura ha elegido para conmemorar este Día Internacional de la Poesía. Es obra de la joven extremeña, de La Zarza (Badajoz), María Fernanda Sánchez, que ha escrito en la postal distribuida con la imagen: «Al levantar la mirada, descubro un árbol solitario que nace de las montañas y se dibuja en el cielo blanco. Un árbol tímido y frágil, que se deja mecer por el viento y acaricia las nubes difusas con sus ramas. Es entonces, ante la contemplación de este árbol casi invisible que parece dar sentido al paisaje, cuando no puedo contener la belleza que albergan mis ojos. Me atraviesa la poesía. Se me escapan las palabras.»

miércoles, marzo 20, 2019

Apunte

Mañana es jueves. Así que hoy será miércoles. Se acaba el invierno, desgraciadamente, de un modo lamentable, sin frío, sin lluvia.  De no estar tan ocupado y preocupado —postocupado—, mañana iría a Madrid a la presentación de Descendimiento (Pre-Textos, 2018), de Ada Salas, en el Museo del Prado, lo más cerca posible del cuadro de Roger van der Weyden. Sería una buena manera de celebrar el Día Mundial de la Poesía. (Ingles y axilas, 59 euros, me llega desde la publicidad de la radio). Un día que mañana se celebrará en Cáceres con la lectura de poemas de Isla Correyero, Álvaro Valverde, Basilio Sánchez e Irene Sánchez Carrón en la Biblioteca Pública «Antonio Rodríguez-Moñino/María Brey» a las 19:30. Hoy, todavía miércoles, Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, es lo que ha sido siempre por culpa de un indeseable y ahora todo el mundo se fija en ella. Me imagino cuando pase con un escritor de culto que por alguna desgracia se convierta en alguien notable. Y todos los medios, tan ajenos y desdeñosos antes, tan interesadamente interesados.

sábado, marzo 09, 2019

Libros y vida

Quitar el polvo a unos libros puede significar que hacía mucho tiempo que no los consultaba, que alguien no hizo su trabajo o que he tenido obras en casa. Sí, sí y sí. Reorganizo a intervalos como pequeños sorbos la biblioteca que ocupa ya todas las dependencias de la casa, salvo el baño y la cocina —aunque en esta tengo una alacena con una uña de volúmenes con recetas. Estoy reencontrándome con viejos ejemplares conocidos que significaron mucho en un momento de mi vida, y que ahora me aportan gustosos renuevos después de la poda de los años. Recoloco algunos lotes que han pasado mucho tiempo sin un lugar preeminente. Ha sido esta mañana el caso de Cervantes, que ahora está en lugar aparte, fuera de sus siglos y lejos de su letra, que antes era la que estaba al ladito de autores como Barahona de Soto o Gabriel Bocángel. Me lo he llevado al altar que merece. Y me ha pasado que estos libros de dentro con los que vivo me han pedido que busque fuera otros que me han recomendado. Una recomendación profesional, que me servirá para mis clases, me ha llevado —ya sin el trapo del polvo— a una librería  en la que no he podido comprar todo lo que buscaba —aquí en Cáceres pasa casi siempre, y, eso sí, siempre te lo piden, como cuando tú mismo lo haces en internet—; pero sí he podido hablar de libros con los presentes, y con la prensa de un sábado en la que muchos recomiendan lecturas —como hoy Luis Gómez Canseco en Babelia la de Historia del alma (Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2018), de Guillermo Serés— que ya leeré porque sigo limpiando el polvo a mis libros que continúo reubicando como el que pone orden, con la torpeza del que no sabe, en los últimos dieciocho años de su vida.

viernes, marzo 08, 2019

8-M


jueves, marzo 07, 2019

Un jueves cualquiera

Tengo entrada para ir esta noche al espectáculo de La Cubana, Adiós Arturo, en el Gran Teatro de Cáceres, a las 21:00 horas, y ya he leído la columna de los jueves de Juan Domingo Fernández en el diario Hoy«De héroes y tormentas»— y he dado mi clase de los jueves con Tercero —seguimos con Pedro Páramo. Esta tarde, además, el escritor onubense Hipólito G. Navarro cierra este curso del Aula literaria «José María Valverde», de la Asociación de Escritores Extremeños, a las 19:15 en el Palacio de la Isla de Cáceres. Y a las ocho de esta misma tarde, mi compañero Paco García Fitz, catedrático de Historia Medieval, hablará en «Los 7 jardines» (Rincón de la Monja, 9. Cáceres) de «Castillos, fortalezas y ciudades amuralladas de la Extremadura medieval». A la misma hora que mi antiguo alumno Rui Díaz Correia presenta, junto a Ramón J. Soria Brena y sus Partes de guerra, en la librería Psicopompo de Cáceres, su obra Las cunas torcidas, publicada en la colección «Lunas de Oriente» de la editorial De la Luna Libros. Quizá pueda estar en todo. Además, estoy por irme a la presentación de la antología de José Corredor-Matheos El paisaje se hace en el poema (Poemas 1951-2017), en edición de Jordi Doce, que ha publicado la Fundación Ortega Muñoz en su cuidada colección de textos, y que es esta tarde también, a las 20:30, en el MEIAC de Badajoz. Jueves, 7 de marzo, víspera del 8.

miércoles, marzo 06, 2019

Universo

Hasta el azul un pájaro sube su vida mágica.

—Diciembre de 1985—

sábado, marzo 02, 2019

Sábado

No soy ningún rarito. He pasado la mañana de este sábado cargando lavadoras con fundas —de sofás, de camas, de cojines...—, de compras domésticas y tomando unas cervezas con una mujer viajera y viajada que me ha recordado que en su primera nómina —allá por 1983— ponía «hembra» en su filiación. He comido escuchando a Emilio Lledó —¿rarito?— en Tres en la carretera, el programa que lleva una extraordinaria Isabel Ruiz Lara en Radio 3. Don Emilio acudió a Albacete al II Encuentro sobre el Lenguaje, dedicado a la escritora de Fuente Álamo Dionisia García, con el título de «Ciudad de palabras», celebrado en la Facultad de Educación de la Universidad de Castilla La Mancha desde el miércoles 27 de febrero hasta ayer. El maestro ha hablado de la felicidad de ser profesor y de que siempre se ha considerado un compañero de sus estudiantes, aunque él fuese el primero en hablar. Llegó a Albacete en tren leyendo a Longino —De lo sublime— en griego, y dice que los exámenes no tienen ninguna importancia en la educación, que son una majadería: «Un profesor no necesita examinar». Con este señor tan importante he comido esta mañana. No tengo que recomendar a Emilio Lledó, que ya apareció por aquí cuando me hice con su libro Palabra y humanidad (Oviedo, KRK Ediciones, 2015), por un apunte de pasillo de mi compañero latinista César Chaparro; pero hoy he envidiado a Isabel Ruiz Lara por su entrevista; con un centrifugado mareante para mis fundas como música de fondo. Por cierto, hay que leer las últimas entradas del blog de Álvaro Valverde, que también he leído este sábado.

viernes, marzo 01, 2019

Lorca

Primer día de marzo. Pongo orden en una casa que ahora parece de mejor familia, aunque sigue con polvo que quitar y con libros por colocar. Casi sin tiempo de acusar recibo, y menos de escribir nada sobre lo mucho que se ha acumulado en este inmenso vórtice de entropía, que diría Sheldon Cooper. A mi derecha, una pila de libros me dice en horizontal, al derecho y al revés, lo que ya leí y lo mucho que me queda por leer. En blanco y en negro, hay dos lomos que me miran y en los que se leen el nombre y los apellidos de Federico García Lorca. Supongo que alguien ya estará ocupándose de contabilizar las consecuencias del paso a dominio público de la obra de Federico. Quizá los primeros sean los que hasta hace nada se han beneficiado de sus derechos y ahora se lamentan. Yo me alegro. Me alegro de que se puedan editar con respeto y rigor obras tan importantes y hasta hace poco tiempo tan intocables como Poeta en Nueva York o Diván del Tamarit. La editorial Sial Ediciones publicó Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro, con un estudio introductorio y notas de Hilario Jiménez Gómez, y David Matías, en su proyecto editorial La Moderna ha puesto en circulación, ahí es nada, una nueva edición de Poeta en Nueva York. Más que buenas propuestas. Bien hechas. Con responsabilidad. La de David Matías es más editorial que filológica, aunque no pierde de vista el rigor de la referencia de Andrew Anderson, pues ofrece el texto completo del original ilustrado según diversos testimonios «que dan fe de la última voluntad documentada del poeta» (pág. 171), con dibujos de Lorca, fotografías de época y fotomontajes de Rocío Vicente que se acomodan con acierto a la estética de libro tan trascendente. La edición de Hilario Jiménez de Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro, limpia también de notas, se acoge a la fidelidad al deseo del autor granadino y deja para las páginas de introducción una sugerente invitación a la lectura de estos versos que llevan acoplados unos anexos con textos muy bien escogidos que hacen de esto una edición única. Hilario Jiménez dedica su trabajo, además de a familiares cercanos, a la memoria de Gregorio Torres Nebrera, «maestro y amigo que me enseñó todo lo que sé de literatura». Así. Y es prueba de que, como David Matías, es un filólogo formado en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. Y me agrada que ahora todo aquello dé frutos tan notables. Federico García Lorca, Poeta en Nueva York. Fotomontajes de Rocío Vicente. Dibujos del autor. Galisteo (Cáceres), La Moderna, 2018. Federico García Lorca, Diván del Tamarit. Sonetos del amor oscuro. Edición, introducción y notas de Hilario Jiménez Gómez. Madrid, Sial Ediciones (Col. Contrapunto, 80), 2018.