El sábado me asomé al balcón y lo vi acercarse. Venía lleno de polvo y fatigado, no como todos los años, maqueado y fresco. Ayer, hace unas pocas horas, lo he vivido de verdad, y no es para tanto. Le he ayudado a quitarse el polvo y he procurado todo para que descanse. Así las cosas, vuelve a ser grato el comienzo. Parece que les llega cuando digo que nos vamos a ver en estas horas para hablar de literatura. Saben ya que así lo siento.