Esos dos temas de la órbita musical del grunge a los que aludía en mi entrada anterior sobre Márgenes ponen el acento en dos motivos muy potentes que están en las circunstancias de escritura de este libro de Julio César Galán: la contrafigura del padre y la lucha por la vida. No me extraña que Julio César haya elegido este fondo musical para sus agradecimientos y dedicatorias. Márgenes tenía que tocarlo todo, porque su arco temporal de escritura es largo, de unos siete años fundamentales en la vida del poeta. Las tres fases temporales del libro equivaldrían a las de un diario de 2003 a 2010 con tres estaciones biográficas: Cáceres, Palma de Mallorca y Granada, tres lugares enmarcados en un mismo mar imaginario, cambiante, desde el real al metafórico; de ahí que en las tres partes del libro —"Ejercicios de fantasía", "La invención del sí" y "Una oceanografía del ahora"— haya un poco de todos los tiempos vividos, del pasado remoto, del pasado reciente de la superación y del presente con todos sus interrogantes para el futuro. El número tres sigue muy visible si tenemos en cuenta que Márgenes es la entrega central de una trilogía nombrada como Acorde para las aguas madres que tuvo su inicio en Tres veces luz (Santa Coloma de Gramenet, La Garúa Libros, 2007) y que tendrá su cierre en un libro inédito, Inclinación al envés. No sé si hago una lectura en exceso positivista de estos Márgenes que, sin embargo, contienen valores para que el lector extraiga de ellos poemas, imágenes o hallazgos de expresión emancipables de todo referente biográfico. En el poema "Convergencias", por ejemplo, están el almendro, el hombre que escribe y las manos de la amante; o en "Tres maneras de sacar partido a la luz" hay una especie de visión desde lejos que luego se ensimisma; y ambos textos pueden funcionar exentos. Hasta los versos "Si soplas este guante / será ubre de vaca" se despojan de su origen hospitalario. Pero en otros, en muchos, toma posesión del poema el referente biográfico, como el de "la isla sin bordes en donde me curé". No es que se opaque el texto para los lectores no avisados; se trata más bien de algo inevitable en la singladura poética de Julio César Galán en los últimos años, una exploración sobre el propio existir —lectura vital— que lleva a una reflexión sobre la identidad —lectura poética— y que yo creo que es un buen punto de partida hacia una nueva fase o tramo de maduración literaria en un actor muy activo que pone en evidencia mayor el desfase que va de lo escrito a lo publicado. No sé si me explico.
2 comentarios:
Demasiado biográfica esa reseña, quizás. ¿Lo es el libro?
La reseña sí; el libro no estrictamente.
Publicar un comentario