martes, agosto 14, 2012

Galdós


© Library of Congress. Prints & Photographs Online Catalog
Estoy entusiasmado releyendo a Galdós. Preparo clases para el próximo curso y disfruto. Quizá sería mejor decir que mientras disfruto preparo clases para el curso que viene. No sé. No voy a escribir la tontería de que hoy no hay gente que escribe como lo hacía don Benito; pero lo cierto es que se echa en falta el gesto combativo —literariamente hablando— de quien, al tiempo que hacía literatura, criticaba la literatura barata, la falta de compromiso. De compromiso estético y literario. Por ejemplo, quien remata un capítulo con la frase de que "Los mudos suelen ser elocuentísimos cuando se dicen las cosas a sí mismos" (Tormento, VIII) y añade otro con la elocuencia del mismo mudo es alguien que se compromete con la literatura. Es el creador de novelas que se burla de otros modos del novelar como la ridícula novela histórica... ¿Novela histórica?  La misma de la que habla don Ido a Felipe en la esquina de las Descalzas de Madrid —y Felipe que disimula la risa. ¿La misma? "Pero lo que importa es ganar dinero", dice Felipe Centeno. La misma. ¡Y don Benito escribía en 1884! Ay. Pues nada, que para eso otro se necesita cabeza. Tres cabezas en una. Imaginación volcánica. Parece que no han pasado los años ni los libros. 

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