sábado, agosto 20, 2011

Con Russell P. Sebold

La foto nos la hizo una camarera del Asador Real de Madrid el lunes 18 de abril de este año. Comimos juntos, como puede comprobarse. A finales de marzo me había dicho que estaba en España, y que probablemente esa sería una de sus últimas visitas, pues ya los años pesan —me dijo— para viajes así. En realidad, aunque él sabe que aproveché toda la mañana en la Real Biblioteca, fui a Madrid a verle, a conversar con él. Un placer. Hace casi veinticinco años que nos conocemos —los que yo tenía cuando le vi por primera vez— y él cumple hoy ochenta y tres. Felicidades. Vengo felicitándole aquí desde que este blog comenzó a publicarse. El 20 de agosto de 2005, el mismo día en 2006, también en 2007, igual que al año siguiente. El 20 de agosto de 2009 no sé qué pasó, que me ocupé de la SGAE. El año pasado, volví a felicitarle. Me alegro. Hace poco estuve de nuevo con él, de otra manera: por la lectura de su texto para el libro Memoria de hispanismo, en el que escribe "En busca de una identidad y un acento", una impagable pieza autobiográfica de un enamorado de la cultura española que, influido por un primo que era químico, eligió clases de química en la universidad, pero "allí no había carrera que me atrajera; y además, eso olía mal" (pág. 55). Ya conocía el latín, gracias a una simpática profesora de Dayton, y el español, por una excelente señorita Marta, y luego se convirtió en uno de los más ilustres hispanistas que tenemos. Un tipo que dice que "me leo mi párrafo diario [en latín] de Cicerón, Séneca, Suetonio o Cornelio Nepote" (pág. 54). Creo que ya tengo la capacidad de añadir figuradamente los gestos, el tono y el acento —yanqui— a toda palabra que escriba Russell P. Sebold, un profesor de lengua y literatura españolas durante cuarenta y tres años en las universidades de Duke, Wisconsin, Maryland y Pennsylvania, que, si no administrativamente, sigue activo intelectualmente y puede seguir suscribiendo algo como que "mis horas de mayor deleite eran las que dedicaba al perfeccionamiento de mi dominio del español a través de los artículos y libros que escribía y las ediciones de clásicos que preparaba." (pág. 59). Lo dicho, la identidad, española; el acento..., agudo. Felicidades.

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