miércoles, marzo 16, 2011

René Andioc

Se ha ido uno de los grandes, me ha dicho esta mañana Pedro Álvarez de Miranda. Un maestro en la distancia para mí, me decía hoy también Jesús Cañas, quien me ha dado la noticia de la muerte de René Andioc (Cervère, 1930-Mirepoix sur Tarn, 2011), el gran dieciochista, el editor de los diarios y del epistolario de Leandro Fernández de Moratín y de la Raquel de García de la Huerta; el autor de la Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII y del soberbio libro, que fue su tesis de doctorado, Sur la querelle du théâtre au temps de Leandro Fernández de Moratín (1970), traducido en España como Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII y publicado en 1976 por Castalia, que lo reeditó y actualizó en 1988; entre otros muchos trabajos. Malos tiempos para el hispanismo. Hace cinco meses y pico François Lopez, ahora René. Vino a Cáceres invitado al simposio que organizamos sobre García de la Huerta con motivo del segundo centenario de su muerte en 1987. Yo acababa, casi, de licenciarme, y preparaba mi tesis sobre la poesía no dramática del autor de la Raquel. Así que conocerle a tan tierna edad fue para mí un deslumbramiento. Luego nos encontramos en Madrid varias veces, en la Biblioteca Nacional, y continuamos manteniendo una buena correspondencia epistolar y, de vez en cuando, una conversación telefónica. He sabido últimamente de él por Pedro Álvarez de Miranda, quien esta mañana me ha contado cómo han sido sus últimas semanas, siempre al cuidado de Annie, su mujer. Siento mucho su muerte. Era sabio, franco y consecuente, y mimaba una humildad en sus artículos que hoy choca cuando uno lee textos de prepotencia ignorante. "Problemas resueltos o pendientes" tituló una de las secciones de la recopilación de sus estudios Del siglo XVIII al XIX que publicó Prensas Universitarias de Zaragoza, es decir, Antonio Pérez de las Heras; y en esa sección hay más de un ejemplo de esa exigencia sobre sus propios trabajos. Siempre se consideraba tu amigo; pero siempre anteponía a esa condición la de "viejo", viejo amigo, y mandaba saludos, como su admirado y estudiado Leandro Moratín, a unos y a otros "y a quien se acuerde de mí". Yo me acuerdo de él. Un abrazo grande para Annie.

1 comentario:

Martín dijo...

Triste noticia. No era tan anciano, y seguro que estaba aún en plena posesión de facultades y seguía investigando sobre el XVIII español. Cuánto nos han enseñado los hispanistas franceses sobre nuestra literatura.