jueves, septiembre 09, 2010

La de Woody Allen

Fuimos a ver el domingo Conocerás al hombre de tus sueños, la última película de Woody Allen, cuyo título original es You Will Meet a Tall Dark Stranger, que quizá haya sido demasiado explícito para el mercado español. No sé. Soy, como tantos, un incondicional de la obra de W. Allen, y me parece difícil encontrar pegas en sus películas. No soy un especialista en el cine de este genial cineasta; pero me permitiré subrayar que no recuerdo una obra entre las suyas en la que haya dejado tantas historias sin cerrar como en ésta. Quizá sea porque los espectadores de las películas de Woody Allen ya conocen el final de esas tramas, porque ya se las ha mostrado en otros títulos. O quizá porque no sea necesario cerrar nada, sino sugerir para que el espectador deduzca. Hay un diálogo muy bien filmado entre Sally (Naomi Watts) y Greg (Antonio Banderas) en el que cada uno habla de algo muy distinto, en el que lo que ella dice —una ilusión, lo que pudo haber sido— no tiene más reacción en él que lo que es —la realidad... Tampoco recuerdo una intención tan clara de mostrar a los personajes bebiendo, salvo en Vicky Cristina Barcelona (2008), y eso que en las obras de W.A. casi siempre han salido los personajes con una copa en la mano. Salimos satisfechos. Qué fácil.

2 comentarios:

PPK dijo...

Me alegro de que te haya gustado. Yo, tan incondicional como tú, tendré que desplazarme fuera de Zafra para verla. Aqui ese "tipo" de películas no llega.

José Antonio dijo...

Pues a mí la película me dejó un tanto insatisfecho, como en general las últimas de W.A. (excepto Pili, Mili y Barcelona, que me dejó profundamente enfadado, por mala). Pero la peor de Allen está por encima de la media de las películas que se suelen ver hoy, así que gastarse una entrada de cine en una cinta suya es una apuesta segura. En cualquier caso, y sin ser una obra maestra esta última, qué maravilla contemplar dramas humanos y escenas casi lacrimógenas con una simpática musiquilla de clarinete y banjo de fondo! ¡qué distanciamiento irónico! ¡qué sano cinismo!