"Poeta bartleby" le llamó Álvaro Valverde en su blog el 12 de septiembre anunciando que había abierto cuaderno en este medio y deseándole "larga y feliz travesía". Y es que Carlos Medrano (Salamanca, 1961), que vivió una segunda etapa —la primera la infancia— muy importante en Extremadura —tras juventud en Valladolid, adonde llegaron sus padres desde Don Benito—, y que publicó una muestra de su interesante obra a lo largo de la década de los ochenta, desapareció de la escena literaria y del trato personal; y hasta hace casi un par de años —a raíz de la muerte de Ángel Campos Pámpano— no volví a leerle; al menos, en la íntima distancia de sus cartas, en las que además incluyó algunos poemas, de ahora, como un texto dedicado a Lola Santiago (1952-2009), titulado "En la brisa de junio de Mallorca", o de antaño —agosto de 1991—, como un poema dedicado a Ángel Campos y a Carmen.
Carlos Medrano publicó su primer libro de poemas, Corro, en 1987, en la colección Alcazaba de la Diputación Provincial de Badajoz. En la misma que dos años después, refrendado por ser finalista en el XII Premio Ciudad de Badajoz, apareció Las horas próximas. En 1990, una delgada entrega de la colección La Centena bajo el título de A lo breve, con algunas jaiquillas y Antonio Piedra y Luis Arroyo al fondo, anunció ya el prolongado silencio del poeta, roto sólo unos años después con otra escuálida muestra de sus Imágenes, encuentros en el número 95, de mayo de 1996, de los vallisoletanos P.O.E.M.A.S., para el que no lo sepa, Proyectos Originales. Ediciones Marginales. Anómala Sociedad, y con su participación en el aula de literatura de la Universidad Popular de Navalvillar de Pela que llevaba Fulgencio Parralejo. Hasta la fecha. Por eso celebro el blog de Carlos Medrano y sus textos, que despiertan el deseo de leer algo más de este movimiento interrumpido por tantos años.
domingo, septiembre 26, 2010
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1 comentario:
Gracias, Miguel Ángel, por tus líneas de recuerdo. Y de aprecio. El tiempo es lo único que pasa, ya que lo que se disfrutó o inauguró un día, íntimamente permanece. Paseo emocionalmente por Cáceres, por Plasencia, por mis otros rincones extremeños más de lo que parece, porque me da la gana y los amigos de allí me lo permiten. Es un acto de amor a lo vivido y a vosotros, y de fidelidad a mí mismo.
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