domingo, enero 31, 2010

Sergio Beser

"A mi derecha Sergio Beser, setenta y ocho kilos de mala leche pelirroja, y a mi izquierda, Pepe Carvalho. ¿Cuánto pesas? Éste es el hombre que más sabe sobre Clarín, sabe tanto que si Clarín resucitase le mataría. Nada de la literatura le es ajeno. Lo que no sepa él, lo sé yo. 'Robustos esclavos, sudorosos por el fuego de las cocinas, dejaban sobre la mesa los manjares del primer servicio en grandes platos de arcilla roja saguntina'. ¿De quién es esto?
—De Sónnica la cortesana, de Blasco Ibáñez —adivinó Beser, displicente.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque cuando te vas a emborrachar recitas la oda a la paella, de Pemán, y cuando estás borracho declamas la escena del banquete que Sónnica le organiza en Sagunto a Acteón de Atenas."
Esto es un fragmento de Los mares del Sur (1979), la novela de Vázquez Montalbán en la que el personaje de Sergio Beser ayuda a Carvalho a resolver con brillantez de arúspice una especie de jeroglífico literario. Me enteré de la muerte del profesor Sergio Beser (Morella, 1934-Sant Cugat del Vallès, 2010) por el blog de Fernando Valls, que publicó hace unos días un texto de Teresa Barjau. Teresa Barjau es la autora de la foto que ilustra las necrológicas que ayer publicó El País, una de Montserrat Amores y otra de José-Carlos Mainer.
No conocí a Beser; pero lo he leído mucho, lo que quiere decir que he aprendido mucho. He recordado muchas de sus ideas sobre la novela del siglo XIX, sobre Clarín, sobre Galdós, sobre Baroja; pero la imagen inmediata que me ha venido a la cabeza es la que salió de la misma literatura, que tanto apasionó a Beser. La novela de su amigo Vázquez Montalbán, y también la novela de su alumno Javier Cercas, El vientre de la ballena (1997), en el personaje de Marcelo Cuartero, que Cercas retrata magistralmente en el capítulo cuarto de la segunda parte de su libro. Nada puedo hacer yo para destacar la figura de Beser, sólo el recuerdo, frente a lo que escribió Cercas. Por ejemplo: "Quienes ignoran la realidad de la vida académica imaginan que en todo profesor de literatura se esconde un apasionado de la literatura; cualquiera que la conozca de cerca puede desmentir este espejismo. Pocas pasiones sobreviven a la profesionalización de quien las experimenta, y la de la literatura no es ninguna excepción, sobre todo si se tiene en cuenta que a la larga todo profesor acaba ocupándose menos de los libros que explica que de los que otros o él mismo han escrito o escribirán sobre ellos. Entendámonos: no niego que se pueda atravesar el lodazal de una carrera académica preservando intacto el placer de la literatura; afirmo que Marcelo es una de las pocas personas que lo ha conseguido."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y este que escribe, que nunca ha cruzado una palabra con el autor de este blog y que sin embargo les sigue a los dos (al blog y al autor) con admiración desde hace años, que casi diariamente se felicita por su existencia (sí, la de los dos), y que leyó hace mucho tiempo El vientre de la ballena sin saber, ni de largo, que el tal Marcelo Cuartero pudiera ser Sergio Beser; se entera hoy de que los personajes literarios se reencarnan. Os digo, relee el párrafo de Cercas y piensa que Miguel Ángel Cuartero se llama Marcelo Lama, ¿o es otro Sergio Beser qué nació en Zafra? ¡La leche!, cómo ponen las cabezas los afectos literarios.