© Gustave Caillebotte, Jeune homme à sa fenêtre (1876) J. Paul Getty Museum (Los Ángeles)
El otro día me paré a saludar en la calle a un viejo conocido que volvía de su deambular mañanero y me soltó: «—¿Tú sabes qué coño de sentido tiene despertarse todos los días?» Así. No me esperaba una carga existencial de ese calibre y le devolví con torpeza —exasperante ahora que escribo— que esa pregunta se la han hecho muchos filósofos. Me despidió con su cordialidad de siempre, se llevó su ánimo sombrío a mejor parte y yo me quedé para todo el día con una sensación de fracaso que, extrañamente, no superé hasta que leí, como si fuese la repetición de mi encuentro matutino, un dístico de Ida Vitale titulado «Días de Sísifo», cuyo primer verso lo tomó, en homenaje, de Fernando Villalón, y escribió a medias: «Del siempre amanecer por las mañanas / para ir anocheciendo todo el día» (Sueños de la constancia, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pág. 55).
domingo, febrero 04, 2024
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