Supe de la inminente publicación de la Poesía completa (1999-2022) de Pablo Guerrero (Madrid, Abada Editores, 2023) por un mensaje que me envió el mes pasado Carlos Medrano («Está al caer. 900 páginas. Muy bella la portada»). 919 páginas, para ser exactos, y sí, está muy bien la cubierta, con una fotografía de Bernardo Pérez, de El País. En ese periódico, en conversación con Fernando Neira en la que se constataba su despedida de los escenarios y de la música tras la salida de su último disco, Y volvimos a abrazarnos, dijo que tenía cinco libros de poemas inéditos y que esperaba publicarlos en un único tomo. Están aquí, sí; y a palo seco, en este libro de Abada, que publica en la cuarta de cubierta lo siguiente: «El presente volumen recoge toda la poesía de Pablo Guerrero, tanto la publicada a lo largo de más de veinte años como su obra hasta ahora inédita: cinco de los dieciocho libros que la componen. De estilo sobrio pero evocador, su poesía discurre por el filo armónico de una realidad que se antoja misteriosa pero gozosa, llena de sutileza y de tiempo. Pablo Guerrero es cantautor y poeta. Su extensa y reconocida carrera musical siempre ha ido acompañada de una constante labor poética». Nada más. A esas líneas se reduce toda la mano editorial puesta en esta Poesía completa. Es más que probable que por voluntad del autor, nada dado a alharacas, siempre austero; pero su gesto de reunir todos sus libros bien merece un comentario más detenido. No, por supuesto, una edición crítica, y sí, quizá, un preliminar —no han faltado quienes han escrito sobre el poeta, como Serafín Portillo, Santos Domínguez, o José Ignacio Eguizábal, que prologó un libro—; una nota interior orientativa, más explícita e informativa, una relación bibliográfica en orden cronológico de toda su producción poética y su primera publicación, que no llevaría tanto hacer; y subrayar cómo el autor ha dialogado con otras voces poéticas, con otras propuestas artísticas, con su propia producción para cantar, por donde comenzó todo. Estrictamente, su primer libro de versos fue Canciones y poemas, que publicó la Editora Regional de Extremadura en 1988. Aquí, en su tierra, aparecieron también, en Cicón Ediciones y de nuevo en la ERE, respectivamente, Los dioses hablan por boca de los vecinos (1999) y Tiempo que espera (2002), con fotos de Antonio Covarsí. Los rastros esparcidos (2003), se publicó en Ellago Ediciones y Escrito en una piedra (2008) en la colección Visor de poesía. Además, Maia Ediciones, cuya matriz es precisamente Abada, fue quien publicó varias entregas poéticas de Pablo Guerrero, como Los cielos tan solos (con la Diputación Provincial de Badajoz, 2010), ¿No son copos de nieve? (2012) o Variaciones sobre ritmos de barcas (2021). Son datos, sí. No pido más que al lector al que se le ofrece toda la producción de un autor tan destacado se le facilite un poco de información, la que aportó su hermana Mª Josefa Guerrero Cabanillas en Pablo Guerrero, un poeta que canta (Editorial Verbum, 2004); solo una tarjeta de presentación —nada de la tan denostada crítica académica— que sea más generosa que un texto de solapa, y que contextualice la escritura de tantos textos inéditos en un tiempo reducido y terrible en el que el poeta sufrió la pérdida de seres tan queridos como su madre, su hermana y su mujer o en el que tuvo que superar graves problemas de salud. No sé, los lugares de Extremadura y de otros sitios de Cualquier viento nos lleva, los poemas que se vuelven hacia el origen, o aquellos en los que «…dejo que se vaya el tiempo sin lamentarme por pérdidas» (pág. 858) pueden situarse en su marco. En fin, una notita de situación para toda una obra completa.
domingo, junio 18, 2023
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