Casi todos los días leo los apuntes más recientes de unos cuantos cuadernos de bitácora de unos cuantos amigos o correligionarios en esto de la blogosfera, algunos enlazados aquí, otros enlazados por otros. A veces nos repetimos, coincidimos casi en los mismos contenidos y siente uno como propia esta comunidad hasta el punto de dejar de escribir una necrología sobre Miguel García Posada porque ya lo han hecho, por ejemplo, Álvaro Valverde o Fernando Valls, que, por cierto, el otro día publicó una justísima semblanza —en vivo, claro está y por fortuna— de Alberto Blecua. En ocasiones es un mismo pensamiento el que, dicho mucho mejor en un blog amigo, me disuade de escribir sobre otro asunto. No me pasa tanto con los libros, sobre los que no me importa insistir sobre lo dicho por otros lectores. Lo cierto es que hay lógicas coincidencias entre amigos comunes que recibimos títulos coincidentes. Hace un mes escribía Santos Domínguez en Encuentros de lecturas sobre el libro de Tomás-Néstor Martínez Álvarez sobre la poesía de Diego Jesús Jiménez que tengo encima de la mesa pendiente de lectura (Pre-Textos y Fundación Gerardo Diego). Incluso a veces estamos en el mismo sitio en momentos diferentes. Y con simpáticas complicidades, como mitigar la pena de Elías Moro por no haber saludado a Juan Carlos Mestre en la Feria del Libro de Madrid, en la que pude estar con el autor de La casa roja como el que repara la carencia de un amigo. En fin, que creo que escribo esto para curarme en salud de mi próxima entrega sobre un poeta citado hoy por Álvaro Valverde y ya tratado en un comentario de hace meses. Antonio Gracia. Otra coincidencia.
2 comentarios:
Es curioso cómo los amigos le escriben a uno el pensamiento, ¿verdad?
Pues sí, Pedro. Tú estás también entre los cercanos de esta comunidad. Un abrazo.
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