Hace ya unos años que se publicó la antología —incompleta también— Poesía visual española, también en Calambur (2007) y también propuesta por Alfonso López Gradolí (Valencia, 1943), que ahora ofrece esta selección de Poesía experimental española (Antología incompleta), Madrid, Calambur (Poesía, 129), 2012. Lógicamente, aquí no se repite ninguno de los cincuenta y siete autores que conformaron aquella antología visual, que podría considerarse una antología matriz de la poesía visual española elaborada por uno de sus protagonistas. En esta, en la antología experimental, hay sesenta y tres autores. Sin tener en poco al antólogo, sería saludable —todo llegará— que los estudios y colectáneas sobre estas nuevas formas de expresión poética las debiésemos a personas interesadas y no practicantes. Todo llegará, como digo. Mientras tanto, hay demasiada militancia y, quizá, mucho de indefinición y afán por una generalización reivindicativa. Ocurre, creo, en esta antología. Y vaya por delante que es una bendición que estén todos los que están; pero es más que discutible que estén algunos de los que están. Sin duda, lo experimental amplía la noción de lo visual, y por ello permite que se contemplen poéticas que están fuera de lo convencional —¿qué es lo convencional?— y que en modo alguno, a mi parecer, pueden ser experimentales. A menos que por experimental consideremos radicalidades como el Lazarillo, el Quijote o Espacio, de Juan Ramón Jiménez. Es el caso de la poesía de Luciano Feria. Su generosa inclusión en esta antología y mi conocimiento de su poesía animan este comentario. Y lo mismo valdría decir de la presencia de autores como José María Bermejo, o de la de los poemas de Ferrer Lerín o Antonio Leyva. También, como escribo desde aquí, desde el lejano Oeste, me agrada ver las secuelas de la Poesía visual española, es decir, de autores como Antonio Gómez, en la Poesía experimental española, en la selección de obra de autores extremeños como Paco Señor, Emilia Oliva, Juan Ricardo Montaña, Juan Manuel Escudero, y, claro, de José María Bermejo y Luciano Feria, aunque yo siga estupefacto. Y en eso tiene razón López Gradolí; la poesía de Luciano Feria es más experimental que la poesía jitanjafónica de José Fernández Arroyo (págs. 100-102). En la caseta 135 de la Feria del Libro de Madrid.
miércoles, mayo 30, 2012
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