Ayer estuve en un concierto de música antigua en el que se tocaron piezas para danza de Mozart, Boccherini y otros, mientras los bailarines interpretaban a niños de cinco años, o menos, y hablaban a gritos de la Play Station, de David Bisbal, de juegos de ordenador... Al fondo, y como un fondo diluido, cinco hombres de negro —un violencello, una viola y dos violines barrocos, y un fortepiano— ejecutaban con perita dignidad las partituras. No necesita la música antigua de calidad adornos de tan dudosa licitud didáctica como lo de ayer, menos en un ciclo consolidado como el VII Festival de Música Antigua Española de Cáceres (hasta el 16 de septiembre —promete el concierto de música de Al-Andalus para ese día). Demasiadas sillas vacías en la Plaza de San Jorge, con fresco. La compañía, Esquivel, (danza &) música.
viernes, septiembre 15, 2006
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