Siguen impresionándome aquellas palabras del heterodoxo Blanco White en sus Cartas de España, que, con introducción de Vicente Llorens y traducción y notas de Antonio Garnica, pueden leerse en Alianza Editorial (LB, 375), cuando habla de la lectura a los catorce años de las obras de Feijoo. Cualquiera diría hoy que estas palabras se refieren a una experiencia así, experiencia que uno puede extrapolar desde el hecho de la lectura de los volúmenes, más de media docena, del benedictino, a la experiencia placentera y formativa de la lectura en general:
“Si el poder de la lámpara maravillosa de Aladino me hubiera conducido al espléndido palacio subterráneo descrito en Las mil y una noches, no habría experimentado el placer que sentí al disfrutar del tesoro espiritual del que me creía entonces dueño. La fuerza física se desarrolla de forma tan gradual que creo serán muy pocos los que puedan gozar al experimentar un súbito comienzo de un nuevo vigor corporal. Pero mi espíritu había vivido como un pajarillo dentro de su nido, sin saber que tenía alas hasta que este maestro inesperado con su audacia la decidió a volar. Partiendo de un estado de vida casi animal, me encontré de repente en posesión de la facultad de pensar, y dudo que mi alma, cuando después de la muerte se levante a un nivel superior de existencia, sea capaz de sentir y utilizar sus nuevos poderes con más intenso deleite.”
Es impresionante. Pero además:
“Es verdad que mis conocimientos estaban limitados a unos cuantos hechos físicos e históricos, pero de repente había aprendido a razonar, a argüir, a dudar. Para sorpresa y alarma de mis buenos familiares en pocas semanas me convertí en un escéptico que, sin poner en dudas las verdades de la religión, no dejaba pasar ninguna de nuestras creencias con el valor que ellos le daban.”
Hay más fuerza y más devoción en estas palabras hacia el causante de ese nuevo vigor, de esa experiencia, que en cualquiera de las oraciones más encendidas en alabanza del Creador, incluso en las de agradecimiento por los bienes recibidos.
miércoles, septiembre 14, 2005
La lectura
Publicado por Miguel A. Lama en miércoles, septiembre 14, 2005