Hacía cinco años que Juan Manuel Barrado (Huertas de Ánimas, 1962) no publicaba un libro de poemas. El último fue Fragmentos de cal y creo que éste, el nuevo, Trece de nieve (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2012) tiene con aquel el parentesco que dan la memoria, la conciencia social, la amistad y la lectura de los fragmentos de otros. Atento a la tradición literaria, la mediata e inmediata, y agradecido con ella, Juanma ha elegido un título-hallazgo de Gonzalo Armero y Mario Hernández en aquella revista literaria madrileña de principios de los setenta, Trece de nieve. Sus cinco secciones son todas expresivas de todo lo que define la actitud de Juan Manuel Barrado ante la escritura poética. Su fidelidad a César Vallejo («Pienso en tu sexo») se muestra en «Amor como laberinto», primera parte que pone el acento en el discurso íntimo del yo que se yergue en el primer verso del libro. «Biografías» es una certificación de las deudas que uno contrae leyendo y viviendo, y ahí están nombres como Jesús Alviz, Javier Alcaíns o Antonio Orihuela, autor del prólogo a este poemario. «Conciencia», como sección central, es la de más peso del libro en número de poemas, la que más se sitúa en la historia y en la ideología, y la que nos brinda uno de los textos que mejor pueden representar la ética y la estética de Barrado: «El fulgor de una moneda bajo la lluvia / y la lluvia», y así, enumerativo y sugerente, hasta el final. Por último, «Unidad rota» y «Blanco» son las dos últimas secciones del conjunto, más adelgazadas; y ha hecho bien Barrado en terminar en «Blanco» con la expresión caligramática que es fe firme de esa su experimentación como manera de entender la creación artística. Hoy se presenta el libro en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres.
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