lunes, mayo 07, 2012

El telón de Milan Kundera

No es la primera vez que un alumno me recomienda un libro deslumbrante. Ni es la primera que lo cuento. Ojalá que no sea la última. Mi alumno es paisano del autor, Milan Kundera, y el libro es El telón. Ensayo en siete partes, que publicó ya hace unos años Tusquets Editores. Está traducido del original francés por Beatriz de Moura. En el original francés, precisamente, leí uno de los ensayos de este volumen, el de la segunda parte, "Die Weltliteratur", la literatura universal. Lo leí también gracias a mi alumno, cuyo papel en esta lectura me recuerda lo que a veces me ocurre después de una clase. Salgo con la sensación de que no he sabido expresar como quería una idea, y al llegar a casa abro el libro que la dice con asombrosa claridad. El libro de Kundera lo logra casi en todo lo referido a lo que esta misma mañana quería yo decir sobre el arte de la novela. Algo sobre la trascendencia e importancia del género, algo sobre la coherencia de la composición, algo sobre su sentido como un medio de conocimiento de lo real y de lo humano, e incluso una curiosa interpretación del paso —conversión, lo llama— de poeta a novelista. Es un libro revelador por muchas razones, y vuelve a hacerse simpático por tomar como una de sus principales fuentes a Cervantes y al Quijote. Pero también a Kafka, y a Rabelais, y a Sterne... Tiene ese encanto que se halla en los escritores admirables de abrirte al mundo con solo el gesto de abrir un libro. Kundera abrió en 1989 en la biblioteca de un amigo de Praga una novela, El monstruo de explosión (1932), de Jaromir John, un novelista checo de entreguerras. El protagonista no soporta el ruido de los coches —en 1920— y ha de dormir con tapones en los oídos. La presencia del ruido hoy —en las dos primeras décadas del siglo XXI— es una confirmación de que nos hemos relajado ante un problema o fenómeno que tuvo su magnitud cuando era todavía raro. Kundera pone ejemplos oportunos, y concluye que "mientras la realidad no se avergüenza de repetirse, el pensamiento, ante la repetición de la realidad, termina siempre por callar" (pág. 148); lo que hoy podríamos aplicar a mucho de la realidad que nos rodea. Y solo con el gesto de abrir un libro. En casa de un amigo. Con un libro prestado. En tu propia casa.

1 comentario:

Martín dijo...

Qué gran escritor, Kundera. Pero desde que escribe en francés no es el mismo.