miércoles, mayo 02, 2012

Aguas de mayo

Uno de mi familia se levantó demógrafo: —Hay demasiada gente ignorante y demasiada mala gente. Es razón suficiente para estar molesto con la población mundial; al menos por un día.

La mayoría de las veces, cualquier producto mediocre tiene más valores que la crítica en la que lo tachamos de basura. De la película Ratatouille (Brad Bird, 2007).

Un sueño suele visitarme con frecuencia. Una masa de personas que se ha formado paulatinamente, poco a poco, de uno en uno, con la cadencia de la famosa escena de Los pájaros de Hitchcock, que invade un establecimiento —una entidad bancaria, por ejemplo—, y que abate estantes y vitrinas, mesas y otro mobiliario, y, sin romper ni llevarse nada, vuelve a salir a la calle para dispersarse.

No se trata de apoderarse del dinero de los ricos para dárselo a los pobres. Se trata de violentar a los ricos para recuperar lo que es nuestro, lo que nos han robado. Imagínense: el noventa por ciento de la población mundial contra cuatro mindundis que atesoran toda la riqueza y que nos están haciendo la vida imposible. Ir puerta por puerta a reclamar lo que es nuestro. El peor y más avaricioso de los empresarios es bueno al lado de unos especuladores.

Una de mi familia: —¿Por qué una obra literaria es buena y otra es mala? Llevo años respondiendo a eso sin preguntas tan directas. Tengo la suerte, por ahora, de dedicarme a ello, sin juicios sumarísimos; al contrario, con dilación suficiente para meditar las cosas.

1 comentario:

Carlos Medrano dijo...

Inquietudes. Cómo hacerlo para que ya no fuera nunca más necesario. (Y sin ser para nada como ellos.)