lunes, marzo 23, 2009

Verde braga

El viernes fue un día nuevamente especial. Terminó con un acto muy emotivo, otra vez en torno a Ángel Campos Pámpano y en el que visiblemente nervioso hablé sobre él y sobre su poesía. La Biblioteca de Extremadura se llenó de amigos de Ángel, de compañeros, de alumnos, de su familia, y, como dijo Elías Moro, fue especialmente grato participar en un acto tan masivo en torno a la poesía.
Pero además la mañana de ese día tuvo la luz amable y simpática del relato de una anécdota contada por un buen amigo de Ángel, Álvaro Valverde. Su ausencia en el acto de la noche del viernes fue para mí un hecho muy lamentable, y me sentí por ello en buena parte responsable. Lo dice uno que el viernes volvió a sentir el aliento reparador de Ángel Campos Pámpano.
Hay un color feo que lo tiñe todo. Nego. Y como no me gusta, pues me quedo con otros tonos. Sé que seré incapaz de expresar la comicidad de lo que imagino; pero la verdad es que me reí ostensiblemente, solo, en mi despacho esa mañana de viernes leyendo e imaginando cómo Ángel Campos contaba a Álvaro Valverde cómo había quedado la edición de su primer libro, Territorio, publicado en la colección Alcazaba, la del recinto fortificado y la muela del relato de Álvaro. Me reí y sigo riendo, por esa voz seria y grave de Ángel, que intentaba por teléfono disimular ante el amigo un resultado lamentable:
—Hombre, tiene un color verde braga...

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