Juan Marsé no es sólo uno de los escritores que conozco que más corrige, sino de los menos (o más) celosos con respecto a sus manuscritos. Hace años, en su casa de Barcelona, le pedí que me mostrase alguna de sus páginas manuscritas. No tenía ninguna a mano (¡), y me mostró un díptico de la agencia literaria de Carmen Balcells que había utilizado como fotografía de portada una página manuscrita de Marsé. Verdaderamente era como yo me imaginaba, un complejo ‘palimpsesto’ lleno de tachaduras y añadidos. También le pedí en otra ocasión copia del manuscrito completo de alguna novela para un estudio en proceso. Me dijo que no tenía, que no los conservaba. Que el de Si te dicen que caí lo donó hacía tiempo para una subasta con fines benéficos y que lo compró un tipo.
Marcel Proust es uno de los escritores que no he conocido que más corrigió. Alain de Botton, en su entretenido y estratégico libro Cómo cambiar tu vida con Proust (Ediciones B, 1998), cuenta sobre este afán que después de publicarse el primer volumen de En busca del tiempo perdido en 1913 la obra adquirió unas dimensiones impensables y el autor fue cambiando la conformación global de la novela, volviendo el escritor una y otra vez sobre lo escrito, incluso en la fase última de la corrección de pruebas impresas. Botton habla de que la novela se convirtió en el producto de los esfuerzos no sólo de un Proust, sino de varios, de una sucesión de autores, como mínimo tres, un Proust 1 que redactó el manuscrito, un Proust 2 que lo releyó, y un Proust 3 que corrigió las galeradas. Mi trabajo me conduce en el caso del autor de Rabos de lagartija a más de tres Marsé, algunos más.
viernes, junio 30, 2006
Marsé Proust
Publicado por Miguel A. Lama en viernes, junio 30, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario