miércoles, mayo 01, 2019

Costillo


© S. García. El Periódico Extremadura
Lo último que leí de Luis Costillo —sí, leí— está dentro de una caja y lleva por título Cuando calienta el sol: «Cuando la humanidad se convirtió en una especie que sólo alumbraba monstruos humanos se liberó de la opresión que la inmovilizaba. En su paradójica e insensata carrera hacia la monstruosidad, del miedo a esa monstruosidad. Entonces los humanos respiraron tranquilos. Ya eran monstruos rodeados de monstruos. Cuando solo hubo monstruos no hubo ya más miedo al pasado de los humanos. Un pasado en el que la monstruosidad era el terror. La sociedad perfecta es la consumación de lo monstruoso». Quizá sea la primera vez que se transcriben como un único texto las palabras que en la letra de palote y oscilante de Luis Costillo, tan reconocible en tantas de sus obras —pienso ahora en algunas de las páginas de su reciente Espejos (Libros de Mesa, 2017), tan rotunda ahora—, acompañan los dibujos de objetos imposibles de Cuando calienta el sol. Ahora que hace nada —mensajes de amigos a las 23:10, a las 23:30… de ayer— recibí la noticia de que Luis Costillo falleció después de días en estado crítico, me encuentro con sus obras y su recuerdo en lugares como Cáceres, Badajoz y Lisboa, y me aferro a esa actitud afable y queda de alguien que arremetía así contra el sistema. ¿Sistema? Sencillamente, el puro paso por la vida. Estuvo. Sí, estuvo Luis, y nos ha dejado su creación artística y su huella en un montón de publicaciones —nuestra revista ibérica Suroeste ya lo siente. Yo quiero estar despierto y vivo para acompañarle con el recuerdo de una sonrisa parecida a la que el periódico publicó y que rescato en esta improvisada manera —como la eventualidad de estos finales— de despedir al pintor con un texto que otra vez le envío para que lo maquete como siempre. Él siempre supo cómo hacerlo. Pena grande. El funeral será mañana jueves, a las 11:00 horas, en la capilla del tanatorio de Puente Real de Badajoz.

2 comentarios: