viernes, diciembre 28, 2018

La hoguera de los inocentes

No parece mal día —aunque solo sea por lo nominativo— para hacer aquí un apunte sobre este ensayo de Eugenio Fuentes, La hoguera de los inocentes. Linchamientos, cazas de brujas y ordalías (Barcelona, Tusquets Editores, 2018). La palabra «ordalía» está en todos los títulos de los catorce capítulos —en el último, un derivado como «ordalizado»— y del epílogo de este libro. En la introducción a su obra, Eugenio Fuentes dice que leyó por vez primera esa palabra en La verdad y las formas jurídicas, de Michel Foucault y que la historia de la humanidad es una sucesión de ordalías, esa injusticia o aberración jurídica con apariencia de juicio —el «juicio de Dios»— que impelía a un acusado a demostrar su inocencia por la resistencia a la tortura o a otro tipo de pruebas irracionales y absurdas. Presentado en su origen histórico en el primer capítulo —«La ordalía primigenia»—, Fuentes se fija en el resto de estaciones de su ensayo —que también es un dietario de muy diversas lecturas, desde el libro del citado filósofo francés hasta, por ejemplo, El Proceso, de Kafka— en la esencia de su asunto, y va recorriéndolo por ejes temáticos y referencias literarias o cinematográficas. La religión católica y su combate contra su herejía, la caza de brujas, el racismo, las dictaduras, o la intolerancia ante la libertad sexual, son algunos de los puntos en los que focaliza el autor de Montehermoso su pensamiento en torno a esta actitud histórica que parece un pretexto para transitar por la historia de la literatura, del cine y del arte. Por eso, se echa en falta, sumado al índice onomástico, uno de títulos, pues son muchos, muchos más que los mencionados en el índice general que abre la obra, en el que están El hereje, de Delibes, Intruso en el polvo, de Faulkner, Las brujas de Salem, de Miller, De los delitos y las penas, de Cesare Beccaria, Huracán en Jamaica, de Richard Hughes—qué bien—, El cuento de la criada, de Margaret Atwood...; pero que también podrían mencionarse todos y cada uno de los títulos que se allegan a esta reflexión en forma de libro. Un pretexto, además, que se trae al texto y se expone admirablemente por Eugenio Fuentes. Una buena recomendación para el Día de los Inocentes, sin hogueras.

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