martes, abril 24, 2012

Anti-Parra

Ayer seguí en directo por televisión la entrega del Premio Cervantes de su abuelo al nieto de Nicanor Parra. A primeros de este año, en la Universidad de Alcalá de Henares, una simpática guía encargada de mostrar a un grupo de turistas la fachada, los patios y el paraninfo complutenses nos dijo en su explicación que para que el premio fuese válido era condición sine qua non que el premiado lo recogiese en el acto solemne, que bajo ningún concepto podría excusar su inasistencia y que esa obligación motivó el único caso de premio ex aequo, a Gerardo Diego y Jorge Luis Borges en 1979, ya que se temía que uno de ellos, creo que dijo Diego, que había sufrido una aguda crisis de salud, no podría recoger el galardón. Se recuperó don Gerardo, y tuvieron que dar el premio a los dos. Como no somos de esos turistas molestos que aprovechan la mínima para enmendar la plana al funcionario de turno, no dijimos nada. Y ayer me acordé de aquella visita y de aquella guía de Alcalá, que estaría pensando en la imagen de ese muchacho de diecinueve años que recogía el premio concedido a su abuelo Nicanor, en un paraninfo con otra notable ausencia real y en el que ayer fue casi todo extraño y tuvo un aire de rebeldía inopinada. Hasta los discursos de los que leyeron lo que no habían escrito sonaron peor, a pesar de que los textos no eran malos. La cara y la actitud de Esperanza Aguirre eran todo un poema-anti de la que se pregunta quién demonios habrá premiado a un autor así. Un poeta que ni siquiera ha escrito el discurso que tenía que leer, que pide prórroga —y volví a acordarme de la guía de Alcalá—, y que yo creo que no va a terminar nunca de escribir, ni el "discurso medianamente plausible" ni el libro por el que se considera acreedor al premio. Ayer no me pareció el paraninfo de la Universidad de Alcalá el mejor lugar para escuchar los versos de alguien tan contestón y procaz, tan artista, como Nicanor Parra, delante de autoridades que no le habrían premiado. Me acordé de la simpática guía de Alcalá de Henares, del anti-discurso de Nicanor Parra, el Individuo, tan hereje como Sabelius, y de que en Cáceres hay un café-bar muy inquieto, que solo está vacío cuando vamos nosotros, y que puede resultar un simpático y acogedor rincón de cualquier poema y anti-poema del chileno. Se llama Parrápolis.

2 comentarios:

Antonio del Camino dijo...

También el 23 de abril de 1997, con motivo de la entrega del Cervantes a José García Nieto se produjo otra excepción, ya que no fue el poeta galardonado quien leyó el discurso de aceptación, sino que, en su nombre, lo hizo Joaquín Benito de Lucas, si bien en aquella ocasión el poeta premiado sí se encontraba presente en el acto.

Saludos.

Miguel A. Lama dijo...

Gracias, Antonio.
Un saludo.