© Fundación Juan March.
Pureza Canelo en el ciclo "Poética y poesía" de la
Fundación Juan March. Madrid, mayo de 2008
Pureza Canelo en el ciclo "Poética y poesía" de la
Fundación Juan March. Madrid, mayo de 2008
He pasado esta mañana casi hora y media conversando con Pureza Canelo mientras tomábamos un café en un velador de la Gran Vía de Cáceres. (Suena bien la localización; pero no es para tanto). Sí son para tanto la enjundia de la charla y su protagonista. Poco tiempo, sin duda; pero suficiente para volver a confirmar la energía de esta mujer y su pasión, si no inédita, poco vista, excepcional. Su poesía, la de otros —tantos y tan buenos en la Extremadura de los últimos veinte años—, sus proyectos en la Fundación Gerardo Diego, el catálogo de Adonais de próxima publicación —un tesoro—, y sobre el que de inmediato se le ocurre un nuevo proyecto y un envite..., tanto..., pasa en esta conversación apacible que vuelve a la razón del título de un libro, de un verso. Juanramoniana, Pureza es un caso sin parangón entre lo extremeño, ahora que ando con ello, de revisión textual de su propia obra publicada. Hace poco hablaba Álvaro Valverde con justicia de ella. Todo, en un ratito de charla. Pureza había venido a Cáceres a entregar más cajas de libros y documentos de su legado. Con el tiempo, iremos dándonos cuenta del valor de lo que está dejando en un espacio privilegiado en el centro más céntrico de esta ciudad. Al ladito de la Gran Vía. Suena bien.
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