martes, febrero 28, 2017

Cine y poesía en Letras

Mañana miércoles, primer día de marzo, la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres colabora en la promoción del cine y la difusión del Festival Solidario de Cine Español de Cáceres, que se celebrará entre el 6 y el 18 de marzo. En la Plaza Erasmus se instalará un punto de información durante toda la mañana, que culminará, a las 13:00 horas con la presentación del libro de Manuel Pacheco, El cine y otros poemas, editado por la Fundación Rebross y Notorious Ediciones, con la colaboración de la Escuela de Letras de Extremadura y la Asociación de Escritores Extremeños. Participarán en ella el decano de la Facultad, José Luis Bernal Salgado; Paco Rebollo, presidente de la Fundación; Fermín Solís, autor de las ilustraciones del libro; Javier Remedios, diseñador de la edición; y Miguel Ángel Lama. Será en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras, a las 13:00 horas. Entrada libre. A los asistentes se les obsequiará con un ejemplar del último número de la revista Versión Original.

miércoles, febrero 22, 2017

Abraham Gragera en el Aula literaria José Mª Valverde

Cuando una alumna te presta para que leas un libro de poemas de un poeta actual como Abraham Gragera la cosa funciona. Me imagino que uno ha podido contribuir de algún modo a que una joven filóloga consuma no solo la bibliografía obligada de sus estudios de máster, en cuyas clases gasta su tiempo, sino que también se dé a la lectura de la poesía y se deje caer con ganas en la presentación y recital de un libro de poemas. La cosa funciona si le doy a leer un libro que hace años recomendé aquí (Adiós a la época de los grandes caracteres, Pre-Textos, 2005), y ella me lo devuelve con otro que yo no había leído (El tiempo menos solo, Pre-Textos, 2012), del mismo autor. Igual de estupendo es que Abraham Gragera sea el próximo invitado del Aula literaria «José María Valverde». Intervendrá mañana jueves 23 de febrero, a las 19:15 horas, en el salón de actos del Palacio de la Isla, y el viernes a mediodía visitará el IES «Javier García Téllez» de Cáceres. Qué bueno si mañana Abraham Gragera leyese de El tiempo menos solo esos poemas que vuelven a preguntarse por (o imaginar) «La poesía», que vuelven a indagar sobre cómo expresar poéticamente algo (en «La oveja»), o que vuelven a recordarnos que la palabra se escribe (se inscribe) en el exuberante árbol de la tradición o en su diálogo con una contemporaneidad literaria que no es de lengua española. No en vano este hombre lee y traduce a autores que uno aún no ha leído. Abraham Gragera, mañana jueves 23 de febrero, a las 19:15 horas, en el salón de actos del Palacio de la Isla, y el viernes a mediodía en el Instituto de Educación Secundaria «Javier García Téllez» de Cáceres. 

martes, febrero 21, 2017

Bicentenario de Zorrilla

Hoy se cumplen doscientos años del nacimiento de José Zorrilla. He hablado de ello en clase. En sus impagables Recuerdos del tiempo viejo (1880), iniciados como una correspondencia con el «egregio poeta» José Velarde, como artículos-cartas publicados en El Imparcial, cuenta de esta manera aquel episodio del entierro de Larra en el que se dio a conocer: «El silencio era absoluto: el público, el más a propósito y el mejor preparado; la escena solemne y la ocasión sin par. Tenía yo entonces una voz juvenil, fresca y argentinamente timbrada, y una manera nunca oída de recitar, y rompí a leer…, pero según iba leyendo aquellos mis tan mal hilvanados versos, iba leyendo en los semblantes de los que absortos me rodeaban, el asombro que mi aparición y mi voz les causaba. Imaginéme que Dios me deparaba aquel extraño escenario, aquel auditorio tan unísono con mi palabra, y aquella ocasión tan propicia y excepcional, para que antes del año realizase yo mis dos irrealizables delirios: creí ya imposible que mi padre y mi amada no oyesen la voz de mi fama, cuyas alas veía yo levantarse desde aquel cementerio, y vi el porvenir luminoso y el cielo abierto… y se me embargó la voz y se arrasaron mi ojos en lágrimas… y Roca de Togores, junto a quien me hallaba, concluyó de leer mis versos; y mientras él leía… ¡ay de mí!, perdónenme el muerto y los vivos que de aquel auditorio queden, yo ya no los veía; mientras mi pañuelo cubría mis ojos, mi espíritu había ido a llamar a las puertas de una casa de Lerma, donde ya no estaban mis perseguidos padres, y a los cristales de la ventana de una blanca alquería escondida entre verdes olmos, en donde ya no estaba tampoco la que ya me había vendido». Conozco a gente que sabe de memoria muchos versos del Tenorio —hace años Francisco Rico evocó sus juegos a este propósito con su amigo Juan Benet— y todavía queda quien recita completo el poema que comenzaba:
«Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana;
vano remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana»
Aquel poema leído aquella tarde del 15 de febrero de 1837, en el entierro de Larra, cuando José Zorrilla no había cumplido aún los veinte años. 

lunes, febrero 20, 2017

Libros

En nada tendré estantes nuevos para mis libros. Viene el carpintero a casa. Dicen algunos que pronto me obligarán a mudarme, que me empujan, que ya no caben. Cierto. Por eso voy invadiendo otras habitaciones con estos dispares compañeros. Me he acordado de lo que leí que decía Richard Heber sobre que ningún caballero puede vivir cómodamente sin tres copias de un mismo libro. Una debe poseerla para enseñarla, y tiene que conservarla en la biblioteca de su casa de campo. Otra deberá tenerla para su lectura y consulta en su biblioteca habitual. Y como prestar un libro es algo sin duda inconveniente, deberá poseer una tercera copia al servicio de sus amigos. Tampoco hay que llegar a eso; digo yo. Mientras tanto, los libros se acumulan. Uno de los últimos que ha llegado es Estar no estando (Un viaje extremeño), de Antonio Moreno (Fundación Ortega Muñoz y Pre-Textos, 2016), que merece una lectura coterránea.

jueves, febrero 16, 2017

Acariciar el tiempo

Nada importa que hoy no sea 21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer, para escribir esto. Ayer encontré en una de mis carpetas de este ordenador un texto titulado «Acariciar el tiempo» que yo había enviado como contribución al libro Escritos sobre el olvido, publicado en septiembre de 2008 por «Alzhei-Cáceres», la Asociación Cacereña de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias Neurodegenerativas.  En ese libro, ilustrado con imágenes de Andrés Talavero, hay textos de Luigi Giuliani, Juan Ramón Santos, Rafael Rodríguez Niño, Alfonso Callejo Carbajo, Victoria Pineda (por sus traducciones de Eugenio Montale, D. H. Lawrence, Giuseppe Ungaretti, Billy Collins y Jeffrey Skinner), Francisco Rodríguez Criado, Sergio Lorenzo, Ana Baliñas, Rogelio Pérez Mariño, José Rincón, Laura Guerra Rey, Juan Castell Quiles, Jesús González Javier, Piti Corella, José Ramón Alonso de la Torre, María Granado Belvís, Pilar Galán, Teresa Aragón Sánchez, Pilar Bacas Leal, Victoria Caro Bravo, Diego Doncel y Fernando Pérez Escanilla. Antes de acostarme, tarde ya, anoté para este apunte de hoy el título de aquel texto, y escribí «Acariciar el sueño». La errata es significativa. Aquel texto, el siguiente:
«No recuerdo bien si aquel libro de poemas lo leí en el hospital en donde la conocí. Ella no hablaba, no se quejaba. Alguna vez, sí, pronunciaba un nombre... Su mirada perdida llenaba la habitación de una incerteza permanente, y nos sumía a los que allí estábamos en un tono gris y espeso de cielo encapotado. Tenía varios hijos, no recuerdo cuántos, numerosos, más de cuatro, que la visitaban; aunque sólo uno era el que permanecía más tiempo con ella. No recuerdo si se llamaba Ángel. Él fue, cómo no, quien me mostró el gesto que me ocupa y que ahora intento reconstruir. Era una manera sutil de acariciar el tiempo. Se acercaba al lecho en el que su madre yacía con su silencio insondable y su mirada extraña y tomaba su mano con delicadeza extrema, y permanecía así, así, acariciándola, durante varios minutos. No recuerdo cuántos. Se marcharon un día, y quedamos nosotros. Varios días después estuve imitando aquel gesto sin llegar a tan amorosa perfección; probablemente porque no estaba ella, y quien estaba, mi madre, no necesitaba la emulación de una caricia aprendida de aquel trato de días; no necesitaba, siquiera, la atención tan profunda y sentida que se presta por tan oscuro silencio. Mi madre hablaba, recordaba...; recordaba a la madre de Ángel. Creo que sí, que se llamaba Ángel, no recuerdo bien. El hospital tiene ese argumento seriado. Su historia es diaria, con su planteamiento, su nudo y su desenlace. A veces, éste es, simplemente, una despedida. Ahí te quedas tú, a la espera de un nuevo inquilino en esta historia diaria. Recuerdas quién fue, cómo se llamaba, y te quedas con ese sabor espeso de la mirada, de ella, de alguien que sabes que no recuerda que fue la protagonista de un poema de amor. Un poema como el de aquel libro que leí en el hospital. No recuerdo bien.» 

martes, febrero 14, 2017

Como una magnolia

Un profesor de Badajoz, con pruebas concluyentes, ha deducido que la vida es efímera como una magnolia; por eso, ha escrito una carta a su mujer recordándole las veces que se han querido. Pero no así, las veces que se han querido; sino los lugares y las horas, y todas las circunstancias de las veces que se han querido. La noticia es reciente, por eso es probable que haya movilizaciones y gestos para estos amantes. Un ruido incomprensible y hueco parece que ahora se escucha.

lunes, febrero 13, 2017

Mora por Moga

Feliz coincidencia. El anuncio de la visita —mañana— de Vicente Luis Mora y la reseña que Eduardo Moga ha escrito sobre el ensayo El sujeto boscoso. Tipologías subjetivas de la poesía española contemporánea entre el espejo y la notredad (1978-2015) (Iberoamericana-Vervuert, 2016), Premio Internacional de Investigación «Ángel González» de la Universidad de Oviedo.

Vicente Luis Mora en Letras


El ensayista, poeta y crítico literario Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) hablará mañana martes en la Facultad de Letras de Cáceres sobre «Formas de desdoblamiento subjetivo en los poetas del grupo del 27: de la máscara a la cáscara». Será en el aula 31 de la Facultad, a las 12:00 horas, y la entrada libre, hasta completar el aforo.

jueves, febrero 09, 2017

Julia en Agitación y Cultura


El pasado domingo me pidió Julia que no la llamase el lunes al mediodía porque iban a hacerle una entrevista para la radio con motivo de la publicación de su libro. Inmediatamente pensé en Olga Ayuso, en Agitación y Cultura, su programa, en Canal Extremadura. ¿Quién, si no [es] Olga, puede estar al tanto de lo que pasa en el mundo de la cultura de aquí y de allá? ¿Qué periodista sabe que en cultura no vale todo? ¿Quién, si no [es] ella, puede tener los reflejos de dedicar unos minutos a la muerte de Tzvetan Todorov y de José Luis Pérez de Arteaga, y también atender a la cultura local? Por eso es tan de agradecer que haya buscado un hueco para hablar de Cáceres Express. Aquí puede escucharse. Estupendo.

miércoles, febrero 08, 2017

La poesía de Ada Salas en el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear de Cáceres


Este viernes, 10 de febrero, a las 18:30 horas, en el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear de Cáceres (C/ Pizarro, 8) se presentarán dos publicaciones de Ada Salas (Cáceres, 1965): su libro de poemas Diez mandamientos (Madrid, La Oficina Ediciones, 2016), escrito en colaboración con el arquitecto y artista plástico Jesús Placencia (Melilla, 1964) y la antología Escribir y borrar. Antología esencial (Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2016). Poesía e imagen dialogan en este proyecto de Ada Salas con Jesús Placencia, que ya colaboraron en Ashes to ashes (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2010), catorce poemas a partir de catorce dibujos a partir de T. S. Eliot, entre los que nace un repetitivo «escribir / y borrar», «escribir / y borrar borrar borrar» y «después // difuminar / se», que da título a esa preciosa antología de la poesía y la prosa sobre poesía de Ada Salas desde 1994 a 2016, y que lleva un prólogo de José Luis Rozas («El rastro fulgurante de lo que fuera asombro») y un epílogo («Sin sentido») de la autora. La entrada será libre, hasta completar —ojalá— aforo, a las seis y media de la tarde —manda horario de museo—, habrá libros para llevar, dibujos para ver y amigos con gusto que saludar.

lunes, febrero 06, 2017

Humanidades digitales

Dirigido por los profesores de la UEX Jesús Ureña Bracero y Antonio Polo Márquez, este martes por la tarde comienza un seminario científico con el título de Filologías digitales hoy. Teoría y práctica para la docencia y la investigación. Tendrá lugar en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y durará hasta la mañana del próximo viernes 10 de febrero. Intervendrán Elena González-Blanco («Humanidades Digitales y filologías hoy»); Bénédicte  Vauthier («Edición digital de textos modernos, edición académica genética»); Guadalupe  Nieto  Caballero («El corpus digital en el análisis de textos literarios»); el miércoles, Manuel Alvar  Ezquerra («La Biblioteca Virtual de la Filología Española (BVFE), una herramienta tecnológica al servicio de la investigación filológica»); Elena   Álvarez  Mellado («La lematización de textos»); Marta Negro  Romero («Recursos digitales para la lexicografía gallega contemporánea»); el jueves, Carlos Cabanillas Núñez («La red que vivimos peligrosamente»); Cristóbal Lozano («Humanidades digitales: etiquetado y análisis de los corpus de aprendices de segundas lenguas»); y el viernes por la mañana, Adolfo Lozano Tello («Fundamentos y tecnologías de portales Open Linked Data»); Manuel López Muñoz («El aprendizaje del filólogo digital»); y Antonio Polo Márquez («Enseñanza de fundamentos TIC para Humanidades Digitales»). Ilustra esta entrada el montaje utilizado para el programa y el cartel de este seminario, con el soneto de Quevedo «Retirado en la paz de estos desiertos», uno de los pocos poemas del autor de los que se conserva un autógrafo con múltiples enmiendas, y su transcripción y marcado TEI, a partir de una idea del profesor Jesús Ureña, primer impulsor de este encuentro.

domingo, febrero 05, 2017

Acostadero

Es posible que dijese «agostadero»; pero yo escuché «acostadero», porque a lo que el campesino se refería era al lugar al que van a dormir las ovejas. En el contexto, verdad es, cabría también la significación del lugar al que va el ganado a pastar en tiempo de sequía, en rastrojeras o en dehesas, que es lo que trae el Diccionario de la Real Academia Española; que, sin embargo, no incluye «acostadero». Pero me gustó mucho la palabra como sinónimo de dormitorio, de habitación destinada para dormir, o de alcoba, mismamente. «Estoy cansado y es tarde. Me voy al acostadero». Y aquí no se cumple del todo lo que dijo Pedro Álvarez de Miranda de que a falta de textos, «buenos, muy buenos, son los diccionarios». Porque, en este caso, hay textos; pero su mención la debemos, nuevamente, a los «buenos, muy buenos» diccionarios como el Diccionario del Español Actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, que me lleva a pensar en que pudiese ser posible que no escuchase mal, y que aquel hombre dijo «acostadero». Una palabra definida en Seco como «Lugar en que acostarse», y marcada como un vocablo raro. Y para la que se citan dos ejemplos: uno de Ágata ojo de gato, de Caballero Bonald («Fue asomándose a la verja hasta que la visual coincidió con el sofá […] Ya estaba encendida la luz pero no los vio ni allí ni en ningún otro posible acostadero»), y un momento de Francisco García Pavón, en el relato «Los nacionales», de 1977, en los que es evidente ese significado («La ola de beatería […] acorraló de miedo la casa de la Carmen, la del Ciego, la de las Pichelas y otros acostaderos y cuartillejos de menor entidad»). El que yo ahora le doy al decir que ya está bien de escribir que «Estoy cansado y es tarde. Me voy al acostadero».

jueves, febrero 02, 2017

Primera clase


Primera clase o última, quién sabe. Primera clase de un cuatrimestre o diezmilésima, quién sabe, después de tantos años viviendo esta sensación del primer día del actor —no finge— en una nueva función. Esta experiencia que vengo repitiendo desde hace ya treinta y un años me ayuda a comprender la paradoja de tocar el cielo y tener los pies en el suelo. Que es como yo me explico esta manera de dar las gracias a la literatura. Que lo que me ha dado tantas horas de gusto desde que comencé a disfrutar con la lectura hoy me permita tener un puesto de trabajo y ganarme la vida —como se suele decir— es un regalo, tal y como están las cosas. O, si me lo he ganado, como supongo que alguno me animará a reconocer, es una dicha, una circunstancia más que venturosa. Sea lo que sea, hoy he vuelto a clase a hablar de literatura y he vuelto a sentir cierto brillo en los ojos de quienes me escuchaban decir que estábamos en esa aula para disfrutar. Y yo les insistía en que era verdad, que iban a disfrutar; pero no conmigo, mero vicario de unos textos que realmente serán los que les darán el placer que nos ha traído aquí. Por eso no puedo comprender que un profesor advierta a sus alumnos de las dificultades que van a tener al cursar su asignatura o que les escarnezca su ignorancia, sus faltas de ortografía, sus lagunas. Es como si un médico espetase a su enfermo con una riña por no haber prevenido su mal. O, directamente, como si le dijese el primer día de clase, que no le va a curar. Por tonto. Hay que ser mala persona para no dejar pasar a tu consulta a una chavala de segundo que ha llegado tarde al examen. Para cerrar el aula y decretar que después del médico ya no pasa nadie. Creo que estoy mezclando las cosas. Lo que quería decir es que hoy ha sido otra vez mi primera clase —o última, quién sabe— y que sigo prendado de la materia que ocupa mis horas con mis alumnos.

martes, enero 31, 2017

La última lección de Unamuno


No han sido pocas las veces en las que, al hablar de los textos de Miguel de Unamuno en clase, he aludido a aquel triste episodio del llamado «Día de la Raza» en Salamanca el 12 de octubre de 1936. Entre mis carpetas está la fotocopia de la página del libro de Emilio Salcedo Vida de Don Miguel (Salamanca, Ediciones Anaya, 1964) donde se reprodujeron las anotaciones que Unamuno hizo en una cuartilla que llevaba en el bolsillo de una carta que le había escrito Enriqueta Carbonell, la esposa de un pastor evangélico llamado Atilano Coco, detenido por masón, y que finalmente fue fusilado. Así de tremendo. También tengo una copia de la tercera de ABC de 26 de noviembre de 1964 en la que José María Pemán escribió «La verdad de aquel día»; y luego utilicé lo que escribió Luciano G. Egido en su gran libro Agonizar en Salamanca (Madrid, Alianza Editorial, 1986). Ahora, el sello de Oportet Editores, que lleva con su sabiduría y erudición Emilio Pascual, publica el que puede considerarse el relato más fidedigno de lo que ocurrió aquel día, a pesar de ser una reconstrucción literaria a manera de diálogo teatral —con sus acotaciones, su tabla de personajes...— de aquel acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. O precisamente por eso, por reconstruir con rigor, a partir de los testimonios de los intervinientes, de los testimonios gráficos —prensa y fotografías— y de los testimonios de los asistentes, aquel episodio lamentable. Con el rigor y la honestidad de quien advierte de todo aquello de lo que no se tiene cabal noticia; de quien solicita en la última nota al pie de su prólogo a todo el que pueda aportar cualquier detalle sobre el asunto que tenga la amabilidad de comunicárselo: polluxhn@me.com. Se trata del libro de Pollux Hernúñez, «Venceréis, pero no convenceréis»: la última lección de Unamuno. Recreación histórica del acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 (Madrid, Oportet Editores, 2016). No conozco a su autor; pero lo que sé de él me lleva a creer que merece que alguien escriba su biografía. Lo que sé de él lo sé —aparte de sus escritos— por Emilio Pascual, su editor en Oportet Editores, quien me habló en Cáceres de un latinista que se ha ganado la vida como traductor, que es salmantino (Salamanca, 1949) pero australiano, que sabe de teatro y de don Miguel de Unamuno... En septiembre de 1934, un Decreto del gobierno de la República española nombraba a Miguel de Unamuno Rector Vitalicio de la Universidad de Salamanca. En agosto de 1936, a propuesta del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Manuel Azaña firmaba la derogación de aquel decreto. Poco después «se celebró en el paraninfo de la Universidad de Salamanca un acto de amplia repercusión en aquel momento y del que todavía se sigue escribiendo, pues en él un hombre singular alzó su fatigada voz y acabó granjeándose el título de traidor por los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil, «los hunos y los hotros». Ese hombre se llamaba Miguel de Unamuno, había llegado a la ciudad 45 años antes, la había adoptado como suya, y desde ella lanzó a España y al mundo el grito de sus convicciones, sus angustias y sus contradicciones» (pág. 7). Así comienza este «Venceréis, pero no convenceréis»: la última lección de Unamuno, esta aportación editorial de Oportet, que prolonga su intención de reivindicar la personalidad y la obra de ese hombre con la publicación —que anunciaba el otro día El País— de un texto inédito de don Miguel, el de sus Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza, que escribe a los 24 años y que puede ser una de sus primeras obras. Esta misma tarde se ha presentado en el Ateneo de Madrid esta otra novedad. 

lunes, enero 30, 2017

El punto ciego


El móvil (1987), primer libro de Javier Cercas, contiene un relato homónimo, el más largo de los cinco que compusieron la primera edición, que trata de un tipo que decide escribir una novela. El gran éxito Soldados de Salamina (2001) es una novela que cuenta cómo puede hacerse una novela. En La velocidad de la luz (2005), Rodney Falk, el amigo del protagonista, dice a éste que en una novela lo que no se cuenta siempre es más relevante que lo que se cuenta y que en ella los silencios son más elocuentes que las palabras, y que en el fondo la mejor manera de contar una historia es no contarla. El narrador de El impostor (2014) fuerza un diálogo con su personaje, Enric Marco, para cuestionar su propio relato y, de paso, otro relato real como Soldados de Salamina. El epílogo explicativo e interrogativo de El impostor se titula «El punto ciego», que es el título que Javier Cercas ha elegido para nombrar un conjunto de ensayos sobre la novela como género, como «el género de las preguntas» (p. 55): El punto ciego. Las conferencias Weindenfield, Barcelona, Random-House, 2016. No parece esto una gran novedad para el lector de Cercas que sabe que este autor ha estado dando vueltas siempre a una misma idea que engloba el sentido de lo que un escritor hace cuando escribe. El lector que aprecia que, cuando Cercas vuelve a tratar sobre lo mismo, lo hace con la frescura del asombro de la primera vez. El libro es la reelaboración y traducción de las cuatro conferencias que Javier Cercas impartió en la Universidad de Oxford como Weidenfield Visiting Professor in Comparative Literature durante la primavera de 2015; y el origen de la expresión del título proviene del ámbito científico de la óptica, del punto ciego que el ojo humano tiene, una zona de oscuridad, un lugar a través del que no se ve nada, como ocurre —según Cercas— con una moderna tradición de novelas que contienen la paradoja de que gracias a esa zona en la que no se ve nada, esos textos ven, se iluminan. Valdría decir que la luz es la respuesta, o la pregunta o la búsqueda de una respuesta que es que no hay respuesta. La definición sucinta de la novela de punto ciego es una de las ideas recurrentes de este ensayo en cuatro partes cohesionadas precisamente por ese recurso rítmico de construcción del relato que Cercas ha utilizado en otras ocasiones en sus novelas, en virtud del cual la narración se hilvana por la reiteración de un hecho, un comentario, una idea, un detalle... O un libro, como el Quijote, que es el centro capital de un corpus de novelas del punto ciego en el que se encuentran títulos como Moby Dick, El proceso, o La ciudad y los perros, y, cómo no, la obra de Javier Cercas. A aquellos que consideren que Cercas se cita a sí mismo demasiado en este libro recordaré lo que el escritor de Ibahernando (Cáceres) escribió para el «Epílogo a la edición de 2015» de Soldados de Salamina: «Nunca he dicho […] que, si un escritor es totalmente honesto, merece la pena tener muy en cuenta lo que dice de su propia obra, porque nadie la conoce mejor que él». Claro que hay que tenerlo muy en cuenta, aunque no sea lo principal. He desarrollado esto —bueno, más bien, lo he formalizado— en la reseña «El punto ciego de la novela» que publicó la revista Turia en su número 120 (noviembre 2016-febrero 2017), págs. 428-429. Y ahora que he buscado en la red a Cercas para reproducir la imagen de la cubierta de su libro, me percato de lo chocante que resultará a muchos que solo me refiera a él por su novelística.

viernes, enero 27, 2017

Para leer

Me llevo a Soria este libro: Miguel D'Ors, Todavía más virutas de taller (2009-2014). Valencina de la Concepción (Sevilla), Los Papeles del Sitio, 2015. Será un placer leer alusiones a la poesía del XVIII, de Luzán a los Poetas líricos de Cueto, a Pardo Bazán, o a Juan Ramón Jiménez. Virutas de lecturas. Un placer.

martes, enero 24, 2017

Homenaje a Víctor Infantes en la BNE

Qué mejor lugar para recordar a Víctor Infantes que la Biblioteca Nacional. Allí pasó el profesor, investigador y bibliófilo muchas horas de su vida, corta, lamentablemente; pero intensa, finalmente. Bastaría con echar un ojo a su bibliografía; tarea ardua, sin lugar a dudas, imposible si se trata de hacerlo como el que navega por la red sin detenerse más de diez minutos en las páginas de un artículo o un libro, de los muchos que escribió Víctor Infantes, a quien se homenajea este miércoles 25 de enero en el salón de actos de los bajos de la Biblioteca Nacional. Se hará la presentación del facsímil de los ejemplares de las ediciones príncipe de la primera y segunda parte del Quijote, con el estudio bibliográfico y documental «Documentos biográficos y primeras ediciones del Quixote», firmado por V.I. y Ana Martínez Pereira, que intervendrá en el acto. Y continuará el homenaje con el recuerdo del profesor, del investigador, del amigo, en el que participarán personas tan vinculadas a Víctor Infantes como Julián Martín Abad, que fue jefe de la sección de manuscritos e incunables de la BNE, Pedro Ruiz Pérez, catedrático de literatura española en la Universidad de Córdoba, la librera de bibliófilos Alicia Bardón Iglesias, el compañero de Víctor en la Universidad Complutense Álvaro Piquero Rodríguez y el impresor José Manuel Martín, de Gráficas Almeida. Por fortuna para los que no podemos desplazarnos hasta Madrid a esas horas, el acto podrá ser seguido en directo en la página web de la Biblioteca Nacional. A las 19:00 horas. Entrada libre hasta completar aforo.

jueves, enero 19, 2017

Sara Mesa en el Aula Valverde


Siento una explicable afinidad por muchos de los galardonados con el Premio «Ojo Crítico» que concede el programa cultural diario —sigue pareciéndome mentira— de Radio Nacional de España. Los hermanos Julián Rodríguez y Javier Rodríguez Marcos lo obtuvieron hace años, el mayor en narrativa y el pequeño en poesía, y no en este orden. Este año vienen al Aula Literaria José María Valverde de Cáceres dos de los premiados en las últimas convocatorias: Abraham Gragera, que lo fue en poesía en 2013 por El tiempo menos solo (Pre-Textos), y Sara Mesa en el de narrativa de 2015 con su novela Cicatriz (Anagrama). Sara Mesa (Madrid, 1976) interviene hoy jueves 19 de enero en el aula con un encuentro con sus lectores en el salón de actos del Palacio de la Isla de Cáceres a las 19:15 horas. Mañana se celebrará la correspondiente cita con los estudiantes de Educación Secundaria y Bachillerato en el IES «Al-Qázeres», a las 12:15 horas. De lo que se trata es de difundir en este ámbito, el que se refiere a los nuevos lectores, una obra narrativa notable, con la novela citada, por ejemplo, y un libro de cuentos como Mala letra (Anagrama). No podré estar. Le habría preguntado si ella siente su responsabilidad. La de ganar lectores. Lectores, he dicho; no electores. Por eso, en el mejor de los sentidos.

jueves, enero 12, 2017

Escribe Juan Manuel Barrado


«La ficción de un poema no resiste / un minucioso análisis / —elegías que despliegan / una gigantesca lona blanca—. / Verdad dice quien sombra dice. / Es como un personaje. / El sujeto de la experiencia lírica», leo en este pequeño librito de Juan Manuel Barrado que he recibido esta mañana. Leo por donde he abierto (pág. 35) Pertenecemos a lo invisible (Gijón, Ediciones Trea y Diputación de Cáceres, 2016), este libro de Juanma que me alegra leer después de Trece de nieve (Editora Regional de Extremadura, 2012), su anterior título. Aunque, en verdad, el precedente de la obra poética de Barrado que se hace más visible ahora es Fragmentos de cal (2008), porque a él remite la doble dedicatoria de esta nueva entrega: «Para Ana Santos, directora de El Gaviero, y Ricardo Senabre, profesor universitario y crítico, quienes vivirán para siempre en mi memoria». Porque aquellos Fragmentos de cal se publicaron en la colección Salamandra de ese sello almeriense y porque llevaron un prólogo («El decir esencial de Juan Manuel Barrado») de Senabre. Este de hoy es un conjunto de poemas sin títulos dividido en cuatro partes (I-IV), y es la última el ejemplo más reciente que conozco del tópico del Ubi sunt?, un extenso poema en versículos muy pertinentes en el que aparece una parte sustantiva de su vida llena de nombres de cantantes, de poetas, de actrices y directores de cine, de pintores, de amigos, llena de sabores, de músicas, de sucesos, de lamentos por la injusticia, de nombres de amigos, de poetas, de músicos... De nombres y de títulos. Como este Pertenecemos a lo invisible que ha llegado esta mañana como una ráfaga amistosa que no esperaba. Gracias. 

miércoles, enero 11, 2017

Clara Obligado en el Aula Valverde


Inicia su andadura el Aula Literaria «José María Valverde» de la Asociación de Escritores Extremeños; este curso con sus lecturas concentradas en los primeros tres meses de este 2017. La escritora Clara Obligado (Buenos Aires. Argentina, 1950) abre este jueves 12 de enero con un encuentro con sus lectores en el salón de actos del Palacio de la Isla de Cáceres a las 19:15 horas. Al día siguiente, se celebrará la correspondiente cita con los estudiantes de Educación Secundaria y Bachillerato en el IES «El Brocense», a las 12:15 horas. El 19 de este mismo mes será Sara Mesa la invitada; y luego, en febrero, Abraham Grajera y en marzo el poeta y cantautor portugués Sérgio Godinho. Aún me pregunto si en esta ciudad de Cáceres, después de casi veintiún años, se conoce que existe esta actividad cultural y pedagógica, y si se asume como propia por parte de los responsables políticos municipales o provinciales.