jueves, octubre 30, 2014

Más allá, Tánger. En Cáceres


Mañana viernes 31, a las 19:30 horas, en la Biblioteca Pública de Cáceres, tendré el gusto de conversar con Álvaro Valverde sobre su libro Más allá, Tánger (Barcelona, Tusquets Editores, 2014). El encuentro lo organiza la Asociación Cultural Norbanova, en sus ciclos del «Aula de la palabra», que alienta entusiasta Jesús Mª Gómez Flores, su presidente.

martes, octubre 28, 2014

Concierto de Son del Rosel


Isabel Ródenas y Maribel Rodríguez Ponce llevan años poniendo colores con sus voces a los aires culturales de esta ciudad y de otros sitios. Ahora llegan para cubrir en parte el vacío que aquí ha dejado un Festival de Música Antigua que se celebró durante trece años y que alguien ha considerado que ya se puede prescindir de él por costoso, por elitista o por nada rentable. He revisado en este mismo blog algunas presencias de la música antigua en Cáceres y me salen hechos realmente sobresalientes: aquella actuación de Gustav Leonhardt aquí mismo y gratis; o el festival de 2007. Son del Rosel, el grupo de Maribel Rodríguez Ponce (contralto) e Isabel Ródenas (soprano), va a ofrecer un recital este viernes 31 de octubre a las 20:00 horas en el Auditorio «San Francisco» de la Institución Cultural «El Brocense» de Cáceres. Serán dos voces femeninas acompañadas por dos claves y una viola de gamba, que van a interpretar piezas de autores italianos «En torno a Monteverdi», una figura revolucionaria (1567-1643) entre estilos y épocas musicales, al decir de las promotoras del acto del viernes. Lástima no escucharlas; me coincide con otro acto en el que también habrá letra y música: la presentación del libro de poemas Más allá, Tánger, de Álvaro Valverde.

lunes, octubre 27, 2014

José Manuel Díez, Premio Ciudad de Burgos de Poesía


© Asociación Norbanova
Esta mañana he recibido la llamada de un emocionado José Manuel Díez (Zafra, 1978) que me decía que acababa de comunicarle por teléfono José Manuel Caballero Bonald, presidente del jurado, que había sido galardonado por su libro Estudio del enigma con el XLI Premio de Poesía Ciudad de Burgos. Me alegra mucho tanta alegría. No es la primera vez, claro. En marzo de 2013 me pasó lo mismo: una llamada entusiasta de José Manuel —yo estaba en Badajoz— por el Premio Hiperión para Baile de máscaras, que luego tuvo tan buena acogida. Ahora renuevo aquella sensación, mi estima por un poeta tan cercano, y recupero entre mis papeles aquel mecanoscrito de casi sesenta folios que se titulaba Teoría del enigma y que estaba estructurado en tres partes —tesis, antítesis y síntesis—, sobre el que anoté a propósito del último poema —que no sé si seguirá ahí— que merecía la pena llegar hasta él: «Qué improbables principios, qué silencios, qué músicas / han debido cumplirse / para que este poema / nos forme, nos congregue, nos descubra, / nos haga comprendernos, / todo en uno.  / Y yo sea el poeta, / y tú el lector. / Y, al fin, / nos encontremos». He leído que este jueves a la tarde le entregarán el premio en el Teatro Principal de Burgos y que el libro lo publicará Visor. Felicidades.

sábado, octubre 25, 2014

11-M y literatura


A veces me quedo como tonto pensando en lo mucho de fortuito que tiene la vida. Este verano mencioné aquí un libro de Pedro Provencio que he tenido ocasión de leer después. El caso es que tan solo en su momento me di cuenta de lo que estaba haciendo cuando por primera vez lo abrí, recién comprado, y comencé a leer. Estaba en la estación de Atocha de Madrid, escenario atroz del motivo que provoca un libro como Onda expansiva (Madrid, Ediciones Amargord, 2012). No suelo viajar en tren; pero ese día lo hice. El libro está ahora sobre mi escritorio porque quiero escribir algo sobre mi lectura, a la que me incitó Olvido García Valdés cuando dio su conferencia en Trujillo a finales del pasado junio. Y es ahora cuando, ayer mismo, me llega la nueva novela de Alonso Guerrero, Un día sin comienzo (Mérida, De la luna libros, 2014), compuesta por treinta y nueve capítulos —los cuatro últimos en blanco— que son los treinta y seis minutos previos, desde las siete de la mañana, a las explosiones en Atocha el 11 de marzo de 2004, más los tres minutos de las bombas —las de Atocha en el minuto 37, las del Pozo y Santa Eugenia en el minuto 38, y las últimas casi en Atocha en el minuto 39. Me ha parecido ver la extraordinaria fuerza del libro de Provencio en el de Alonso, que acabo de empezar; y no he podido evitar comparar los nombres de los personajes de cada uno de sus capítulos con la lista de 191 poemas o víctimas de Onda expansiva, y comprobar que Eva Belén es Eva Belén, que Victoria es Victoria, que Ángel es Ángel, que Juan Pablo es Juan Pablo... Ya leo estremecido.

jueves, octubre 23, 2014

Más allá, Tánger. En Madrid

Se me pasó anunciar la participación de Antonio Rivero Machina en el Ciclo de Poesía Lorca vivió aquí, en el que hoy estará Álvaro Valverde con su libro Más allá, Tánger, presentado por el poeta salmantino Andrés Catalán. A las 19:00 horas, en la Casa del Libro de Alcalá, 96. Lástima. Ayer pasó uno por allí.

lunes, octubre 20, 2014

viernes, octubre 17, 2014

miércoles, octubre 15, 2014

martes, octubre 14, 2014

domingo, octubre 12, 2014

El balcón de Luis Landero


Desde que puse aquí que se había publicado el nuevo libro de Landero no sé cuántos lectores habrán quedado tan entusiasmados como yo con su escritura. Muchos. Y es que se mire por donde se mire... Se mire por donde se mire, este balcón de Landero da a los paisajes de la memoria; pero también a los lugares más significativos de sus novelas; y tiene vistas a una poética de la escritura que el propio autor ha desarrollado en otros escritos memorables. Lo vivido y lo imaginado, si cabe el distingo cuando lo imaginado se vive de la manera en que lo hace alguien como Luis Landero.
A pesar de que ni en la agenda de Tusquets Editores ni en el panel de actividades de la Biblioteca Pública «A. Rodríguez Moñino/María Brey» de Cáceres se menciona, me aventuro a anunciar aquí que el libro de Luis Landero, El balcón en invierno (Barcelona, Tusquets Editores, 2014), se presentará el miércoles 15 de octubre, a las 19:30 horas, en el Salón de Actos de la mencionada biblioteca cacereña. Intervendremos —conversaremos— en el acto Luis Landero, Gonzalo Hidalgo y un servidor. Lamento —si es así— ser el primero en difundir una actividad que está programada desde hace más de un mes, justo cuando la novela de Luis Landero salió a la calle, cuando él dijo que quería que este libro se presentase en Extremadura. Así será este miércoles.

sábado, octubre 11, 2014

Protocolos

© Thomas Peter
© EFE
Hasta que demos con un antivirus eficaz, hay que esmerarse en las medidas para evitar el contagio. Una parte del protocolo activo para el letal ébola bastaría. En primer lugar, el aislamiento, y luego limpieza extrema, desinfección, vigilancia, y que todo el material sea desechable, como los tipejos en los que se haya usado.

jueves, octubre 09, 2014

martes, octubre 07, 2014

BOEK 861

Boletín electrónico de octubre de 2014

jueves, octubre 02, 2014

El correo de la Ilustración


Anda uno enredando con libros relativos a España publicados en el extranjero hace casi doscientos años; y este, curiosamente, trata de aquellos libros de fuera que penetraron en España entre 1790 y 1802. Me puso sobre su pista un buen investigador en libros, libreros e impresores, Gabriel Sánchez Espinosa. Esta obra fue reconocida en 2011 con el Premio de Bibliografía de la Biblioteca Nacional de España que distingue el mejor trabajo en el campo de la bibliografía hispánica. Su título: El correo de la Ilustración. Libros y lecturas en la correspondencia entre Cavanilles y el librero parisino Fournier [1790-1802] (Madrid, Ollero y Ramos, 2013). Su autor: Nicolás Bas Martín, profesor del Departamento de Historia de la Ciencia y Documentación de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Valencia. Trata los mecanismos y vías de introducción de libros en España desde Francia a finales del siglo XVIII, es decir, en un momento difícil en el que todo lo francés —con notables salvoconductos— se tenía por peligroso. La excusa de este importante estudio es la correspondencia que mantuvieron el botánico ilustrado valenciano Antonio José Cavanilles y el librero francés Jean Baptiste Fournier. Se conocieron durante la estadía de Cavanilles en París como preceptor de los hijos del XII duque del Infantado, y cuando el valenciano regresó a España en fecha tan señalada como 1789 comenzaron a escribirse entre remesa y remesa de libros que el francés enviaba a Madrid. Nicolás Bas hace un interesantísimo y documentado relato de esta relación que contiene los perfiles del ilustrado valenciano y del librero Fournier y su librería, un análisis de los circuitos del libro entre Francia y España y el repertorio de los libros enviados desde París a Madrid entre los años 1790 y 1802 a Cavanilles y a otros personajes como el duque de Aliaga, el marqués de Villafranca, Joaquín Lorenzo Villanueva o Pérez Bayer. Además, se ofrece una muestra significativa del corpus de cartas que, al decir del autor de este estudio, se convierte en un «termómetro cultural de dos países». El correo de la Ilustración es una investigación rigurosa y amena, una importante fuente de información, y es un libro de los que gusta tener.

miércoles, octubre 01, 2014

Silencio


El gabinete del Presidente del Gobierno había pasado muchas horas preparando las respuestas, y —todo hay que decirlo— proponiendo preguntas. Había una gran expectación en horario principal en uno de los canales televisivos de más audiencia. Todos estaban inquietos para que nada quedase sin previsión ni medida. El experimentado periodista preguntó, con intención de romper el hielo: —¿Qué libro está leyendo? Nadie lo había previsto; y lo que fue peor, tras unos interminables segundos de silencio, nadie dijo nada. —Perdón, sí, un ensayo muy interesante sobre la Restauración; pero no recuerdo el título. Lo lamento. —Todos, señor Presidente, todos lo lamentamos— se dijo el jefe de batinete. Perdón, de gabinete.

viernes, septiembre 26, 2014

El balcón en invierno


A mí me ha parecido deslumbrante y emocionante. He disfrutado mucho con este nuevo libro de Luis Landero. Quiere presentarlo también —lógicamente— en Extremadura porque es un libro muy extremeño; y espero que finalmente tengamos la ocasión de hacer la presentación, mediado octubre, con sus lectores de aquí, los que, por vivencias, leerán de otro modo, más cómplice —si cabe, tratándose de Landero—, páginas tan bien escritas sobre una realidad comestible de garbanzos con repollo, migas, gazpacho, literatura, pan con aceitunas, buche con palabras bien dichas, caldereta, perrunillas, cachuela, más literatura, rosquillas...; una realidad mágica que muchos de aquí sentimos como propia y que se hace más fascinante gracias a la palabra que amasa un escritor para que, de algún modo, no se pierda esa realidad real. El balcón en invierno (Barcelona, Tusquets Editores [Andanzas, 838], 2014) es una novela sobre la verdad, sobre la vida, sobre la realidad. Es una novela a pesar de su autor, que llama así —«novela»— al texto que desecha para crear este; una novela, sí, memoriosa y sublime sobre la verdad sencilla. Una novela sobre sus límites y afanes. O los límites y afanes de su finito autor. En fin, otro regalo que nos hace Luis Landero. 

domingo, septiembre 21, 2014

Luis Cernuda


Qué mejor día que hoy, aniversario del nacimiento del poeta Luis Cernuda (Sevilla, 21 de septiembre de 1902-México D.F., 5 de noviembre de 1963), para poner aquí algunas impresiones de lectura de una de las novedades bibliográficas que dejó la conmemoración en 2013 de los cincuenta años de su muerte. De aquel recuerdo, materializado en unas jornadas organizadas en abril de ese año en la Universidad de Extremadura, este volumen, coordinado por Mario Martín Gijón y José Antonio Llera, Luis Cernuda. Perspectivas europeas y del exilio (Madrid, Ediciones Xorki, 2014), cuyos editores han dedicado a la memoria de Gregorio Torres Nebrera, uno de sus participantes, con un trabajo sobre la figura del resucitado Lázaro en la poesía de Cernuda y de Guillén, el último de la tercera sección («Temas, tópicos, mitos») de un total de siete, que tratan, además, aspectos como la recepción de la obra cernudiana, Cernuda ante el romanticismo, «Confluencias e intertextualidades», «Lenguajes artísticos comparados», el exilio o «La enunciación lírica»; epígrafes que organizan un conjunto de veintidós ensayos. Pude escuchar en su momento algunas de las intervenciones en el coloquio, desde la ponencia inaugural de James Valender («Luis Cernuda, Stanley Richardson y la poesía inglesa»), hasta diversas comunicaciones que se presentaron en las diferentes salas y sedes. La publicación ahora evidencia que no está todo lo que fue, pues falta más de media docena de las contribuciones; y los editores no aluden a los criterios que se han aplicado para trasvasar lo dicho al papel. No importa, porque lo que hay es un volumen muy completo que, entre análisis específicos de poemas (el ya citado de Torres, el de Gabriel Insausti, el de José Antonio Llera...) y análisis de libros (el caso de Un río, un amor en el trabajo de Gina Maria Schneider, o el de Ocnos en el de Mario Martín Gijón), junto a otros asedios de varia índole y dispares aportaciones, constituye la más recomendable actualización de los estudios sobre Luis Cernuda y su obra. Baste con destacar algunos otros capítulos: «Luis Cernuda romántico», por Serge Salaün; «De Sevilla a Cuernavaca: un jardín de Luis Cernuda», por Bernard Sicot; o «Luis Cernuda y Manuel Álvarez Ortega», por Eduardo Moga... Un admirable recuerdo doblemente conmemorativo en un día como hoy, dedicado a uno de los más grandes poetas españoles del siglo XX.

jueves, septiembre 18, 2014

Escribir


«Una página no es un libro», se justificaba Gustavo Adolfo Bécquer pasada la mitad de uno de sus textos madrileños en prosa, «El Retiro». Es, simplemente, un borrador, un apunte, un esbozo. Se necesita mucho tiempo y mucho esfuerzo para añadir a esa página otra más con sentido, y a esta otra, y así, una tras otra, lograr algo que pueda resistir una lectura exigente. Esta mañana se movía un ligero vientecillo, como en alguna novela de Galdós...

martes, septiembre 09, 2014

Antonio Gómez: Apenas sin palabras


Vuelta al cole. (Me hacen gracia las imágenes de los informativos con los niños a las puertas del colegio para iniciar un nuevo curso. Deberían entrevistarnos a algunos universitarios para quienes el primer día de clase —ay, la excelencia— ha sido precisamente hoy. El curso pasado empezamos antes que en educación infantil. Y se notó, vaya que si se notó en la calidad de nuestra enseñanza. Eso sí, el día 18 de diciembre daré mi última clase del cuatrimestre y hasta el 2 de febrero no volveré a dar la siguiente —ay, la excelencia). Hoy, a la satisfacción de volver a empezar a dar clases —la primera del curso siempre es especial— se ha sumado recibir en mi buzón de la Facultad este libro de Antonio Gómez: Apenas sin palabras. Obra experimental (1980-2013), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2014. Y no por estar afectuosamente involucrado en él voy a dejar de escribir aquí una nota que de noticia de su reciente aparición. Antonio Gómez lo merece. Ha merecido que la Editora Regional de Extremadura que dirige Rosa Lencero le haya reconocido —en un proyecto de hace años con los nombres y apellidos de Álvaro Valverde y de Luis Sáez— con la publicación de su obra experimental casi completa, en un precioso volumen de tapa dura —con su blonda de papel de repostería como faja que lo viste, familiar para los lectores de Antonio Gómez— de casi trescientas páginas de considerable gramaje con la reproducción de más de un centenar de piezas a color y casi una veintena de acciones grabadas en un deuvedé que se estucha en el interior de la cubierta. Un buen trabajo editorial que me alegra mucho que haya sido dedicado a uno de los artistas que mejor representa la experimentación poética en España desde hace más de treinta años. Los que hace que conocí al Antonio Gómez, cuando regentaba en Mérida el bar «Alcandoria», que me dio con una cerveza mi primer pincho literario con la Hoja parroquial Alcandoria en la que tuve el honor de colaborar poco después de aquel primer encuentro. Se lo he dicho esta tarde al teléfono a Antonio, que me llena de mucho contento compartir con él nuevamente —ha confiado en mí varias veces— un espacio de creación, y especialmente uno así, como Apenas sin palabras, cuya publicación va a ser una de las novedades más frescas de este otoño.

jueves, septiembre 04, 2014

Ocho cuentos de Javier Morales Ortiz


Entre los nombres que la literatura de autores extremeños ha dado en los años que llevamos del nuevo siglo se encuentra el de Javier Morales Ortiz (Plasencia, 1968), que, hoy por hoy, me parece uno de sus más firmes valores en los géneros narrativos. Los intentos de sistematización de estos géneros en Extremadura elaborados por Manuel Simón Viola en los últimos años necesitarían ya una ampliación, y en ella, sin duda, estaría el de este escritor placentino, que aparecía listado ya con su primer libro de cuentos, La despedida, en el tomo escrito por Viola de la antología Literatura en Extremadura 1984-2009 que publicó la Editora Regional de Extremadura, la misma que sacó el libro de Javier Morales, y que luego publicó también el segundo, Lisboa, de 2011. Tras su última obra, Pequeñas biografías por encargo, de 2013, aparecen ahora estos Ocho cuentos y medio, en la colección «Sitio de fuego» del sello tinerfeño Baile del Sol Ediciones. (Me agradó mucho la lectura de José Mª Cumbreño en este sello —primero, Límites y progresiones, y luego la reedición de De los espacios cerrados—; también la de uno de los títulos más celebrados de esta editorial, Stoner, de John Williams; y hace nada me ha alegrado que Victoria Pineda me haya regalado su edición y traducción de En la frontera del color, de Charles Waddell Chenutt, que acaba de aparecer publicado por estos mismos editores que están aportando mucho bueno, a pesar de que no acaben de solucionar que se le cuelen las erratas). Quien quiera leer un buen libro de cuentos aquí tiene uno muy medido, equilibrado, en el que todos tienen su valor, su aliciente; aunque parezca que destaque uno sobre todos. Precisamente, el que el autor ha querido colocar al final, «Regreso a Sajalín», el que pone más de manifiesto la advocación a esa divinidad que es Chéjov para todo cuentista que se precie. Y aquí, el que se gloria de serlo, con razón, es Javier Morales. Sus cuentos indician buenas lecturas y aspiran, podría decirse, a lo que dice el personaje de Mónica en «Mosquitos», el séptimo relato: «Lo había leído en un cuento que llegó a sus manos por azar y le pareció maravilloso». Pero, sobre todo, demuestran que se sabe escribir en el género, por la elección del tono y del punto de vista  apropiados —una tercera persona principal, pero que en el cuento que lo precisa es primera persona, como en «Más allá de la caverna». También por la resolución de los finales, algunos abiertos —el de «Final del verano», y el del citado «Mosquitos»—, la lectura de la sociedad actual, que llega a partir de un relato que no la destaca, sino que la lee desde lo íntimo, desde lo puramente intrahistórico, como ocurre en «Navidad». Lo único que no me parece afortunado es el título. A pesar de que la «Nota del autor» avisa que «el título promete ocho cuentos y medio cuando solo hay ocho. Entiendo que el medio cuento que falta es el que crea cada lector después de haber llegado a la última página». La cuenta me parece discutible —¿medio más tras la última página del conjunto o tras cada una de las que cierra cada pieza?—; pero lo que no me parece bien es que como la otra singularidad de este volumen es que incluye un cuento que no es de Javier Morales, que es, como epílogo, de Gonzalo Calcedo, un lector como yo puede creer que el medio cuento es el de Calcedo, ya que el libro está compuesto por ocho cuentos y uno más como epílogo. Y no, porque el epílogo, el cuento «Caídos del cielo» —recordé de inmediato el título de una novelita de Ray Loriga de los noventa— es un broche de altura a este libro espléndido de Javier Morales Ortiz de ocho cuentos y punto.