sábado, marzo 03, 2018

Botín de Centrifugados


Plasencia, 25 de febrero. Se oyeron aplausos espontáneos que interrumpieron el discurso de Luis Landero cuando dijo que son las personas particulares las que propician cultura, y que los que gobiernan, los políticos, no hacen lo suficiente por ello, que incluso la entorpecen negándose a que encuentros editoriales «de literatura periférica» como el ya consolidado, cada vez más consolidado, Centrifugados, se celebren en su ciudad, en beneficio de todos. Reaccionó Landero a tiempo, delante del alcalde de Plasencia, para reconocer que en esa ciudad una iniciativa como la que propuso José María Cumbreño sí había sido bien recibida, como ha sido notorio desde hace cuatro años. Bien estuvo, hasta que Cumbreño comunicó que, por las razones que ya están difundidas en la red, lo dejaba; y que el próximo encuentro, de celebrarse, tendrá que ser lejos de aquí. Así las gasta —y se desgasta— quien tiene todo el derecho de apearse en marcha de una actividad que él mismo puso a funcionar y que, si hay voluntad, puede continuar su trayecto. En cualquier caso, fue un rato grato de un domingo grato, lleno de muchos saludos y reencuentros, y de unos cuantos libros. Alguno tuve que ir a buscarlo fuera, a la ejemplar librería La Puerta de Tannhäusser, los Cien centavos de César Martín Ortiz que Gonzalo Hidalgo Bayal —otro protagonista de esa mañana— va recomendando a todo el que se ponga a tiro. Otro me lo ofreció con su generosidad de siempre Elías Moro, un De nómadas y guerreros que yo recuerdo haber leído hace años y que ahora me llega tan fresco como recién escrito, tan intemporal que extraña en un autor y amigo tan rememorativo. Varios de los libros que me traje, así el de Esther Ramón, el de Javier Lostalé o el de Manuel Neila, se me quedaron mirando; y otros más me los ofreció mi antiguo alumno David Matías, que ya es doctor, editor y un encanto discreto, como tantos, artífice de las ediciones de La Moderna. En este sello, en papel y en formato electrónico, están apareciendo «contradiscursos» —me pregunto (?) si cabe emplear este término— de mucho interés, como el breve ensayo de Patricia de Souza Eva no tiene paraíso, en la imagen, junto a Los dilemas del profesor Heyman, el texto teatral del que diré algo luego. ¿Luego? Otro día.

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