viernes, octubre 20, 2017

La salud de los literatos


Hace muchos años escuché decir a un poeta que presentaba a otro aquí en Cáceres que «El principal músculo del escritor, el que más se ejercita, es el pompis». Aparte eufemismo tan cursi, habría cabido añadir que es el que más se «ejercita» en actitud pasiva, sedente. Me he acordado de esto al leer la traducción que hizo un médico aragonés, Alejandro Ortiz y Márquez, condiscípulo de Goya en las Escuelas Pías de Zaragoza, y de quien tomé nota después de leer un libro que me enviaron para reseñar, de un tratadito del médico suizo Tissot, el que escribió la disertación L'Onanisme (1769), en la que decía que la masturbación, al incrementar la presión sanguínea en la cabeza, conducía a la locura, y, a veces, a la muerte. Samuel-Auguste Tissot, cuando tomó posesión de su cátedra de Medicina en Lausanne, pronunció en latín un discurso que tenía por objeto la conservación de los literatos. En la traducción de 1771 del médico aragonés leemos: «Dos son las principales fuentes de donde nacen las enfermedades de los literatos: el trabajo continuo del alma, y el perpetuo descanso del cuerpo» (pág. 1). Yo —literato en el sentido dieciochesco del término, de uno que escribe sobre lo que sea en su blog— me esfuerzo en fomentar —reconozco— lo primero y en mitigar lo segundo. Por eso, y aun así, en dicho orden, caigo enfermo. Pero tengo la firme voluntad de reponerme, como sería la de aquel Alejandro Ortiz y Márquez cuando llevó a la «Advertencia» de la última página de su libro lo siguiente: «Mr. Tissot acaba de honrarme con carta suya, su fecha de 3 de mayo, y en virtud de su contenido, he resuelto diferir la publicación de algunos obras del mismo autor que tengo traducidas, con el fin de presentarlas al público en otro grado de perfección» (pág. 160). Qué le diría. Lo que me diría un médico si fuese a su consulta. Mal, muy mal...

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