viernes, junio 21, 2013

La vida dañada de Aníbal Núñez


No conocí a Aníbal Núñez (1944-1987). Mi imagen primera de él tuvo forma de poemas. Luego vinieron algunos comentos sobre su vida por parte de quienes fueron sus amigos; sobre todo, de Ángel Campos Pámpano, que siempre puso más voz sobre su obra que sobre su vida, hasta el punto de hacernos conocer al poeta de un modo libresco, inmortalizado en poemas propios. De haber conocido uno a Aníbal Núñez habría sido a aquel que Fernando R. de la Flor llama extraviado ya antes de morir en este espléndido, personalísimo y sentido retrato intermitente del poeta salmantino que desde sus primeras líneas deja las cosas claras: «La vida dañada de Aníbal Núñez no es una biografía». No será una biografía; pero es el más completo reportaje del poeta, de su contexto y de su espacio o emplazamiento significativo, escrito por quien le conoció bien y por quien fue primer editor de su Obra poética en dos volúmenes (Madrid, Ediciones Hiperión, 1995), junto a Esteban Pujals Gesalí. Aquel reconocimiento póstumo que reunió sus poemas es hoy una referencia muy pertinente —y contestada aquí por su excesivo textualismo— para comprender esta apuesta por la unificación en un ensayo de vida/obra de un autor. Lo que parece decirme el libro de Fernando R. de la Flor es que mi imagen de Aníbal Núñez estaba incompleta; de modo que el libro de Fernando ha compuesto de la mejor de las maneras posibles la imagen que me faltaba. Había escrito que ha colmado la imagen que me faltaba; porque, ciertamente, La vida dañada de Aníbal Núñez parece crónica y etopeya compacta, casi sin resquicios, del escritor salmantino. Y una representación en forma de friso epigráfico de ello son los rótulos —31 en total, si elimino el «Breve prólogo» y «Sigue el breve prólogo» por delante, y «Muerto me lloró el Tormes en su orilla» y los «Agradecimientos» por detrás— que balizan el «doloroso camino» por la vida dañada —con T. W. Adorno al fondo— de quien, según siempre Fernando R. de la Flor, diez o quince años antes de su muerte, abandonó el interés por la escritura. Así que «El caso Aníbal Núñez», «Autoridad de autor», que son los dos primeros capítulos; o «La edad que atravesamos», «Redención del deterioro», «La luz pesa», «Los años perdidos» o «Yerbas secretas», que son otros logrados títulos, se presentan como diferentes estaciones de este recorrido que toca lados como la forma de vida de Aníbal Núñez, sus relaciones, su posición en el Parnaso, su alejamiento, su «dromomanía» en las largas caminatas por la ciudad, su ciudad (Salamanca) o su atlética genealogía. El resultado es un deslumbrante ensayo sobre una personalidad y sobre su tiempo; y, como en casi todo lo de Fernando R. de la Flor, una impagable taracea de referencias asociadas que son fundamentales para iluminarnos en la comprensión del mundo contemporáneo, desde Rudolf Wittkower hasta Eugenio Trías, de Peter Sloterdijk, Hanna Arendt o Vladimir Jankelevitch a Walter Benjamin, Jean Claire o la Ley de Peligrosidad Social. Claro que este libro no es una biografía; es mucho más que eso.
Fernando R. de la Flor, La vida dañada de Aníbal Núñez. Una poética vital al margen de la Transición española, Salamanca, Editorial Delirio, 2012.

2 comentarios:

jj cortés dijo...

No es por entrometerme, Miguel Ángel,pero yo sí conocí a Anibal Núñez, dentro de un grupo seminal de autores, poetas, músicos, actores, un círculo inquieto y genial del que me nutrí durante un largo período. Aunque, por contra, no tuve la suerte de conocer, al gran Ángel Campos Pámpano. Afortunadamente, a ti sí te conozco y también la pura tura que me regala tus reseñas e impresiones personales. Gracias.

Miguel A. Lama dijo...

Gracias, Juanjo, un abrazo grande.