jueves, julio 15, 2010

Los borrachos de mi vida

Al menos dos personas me vieron con este libro en las manos, y ambas me dijeron lo mismo: —Buen título. Una de ellas añadió: —Sólo falta que sea bueno. —Eso espero— contesté. Acababa de comprarlo. Me lo recomendó en Madrid el escritor Alejandro Gándara, muy cercano a la autora. Quién me iba a decir a mí que iba a conocer al autor de Punto de fuga, que fue una de mis primeras lecturas de la nueva narrativa española de aquellos tiempos —los ochenta— gracias a su hermana Belmar, a quien conozco por mi trabajo en la edición universitaria. Ella es la responsable de las Publicaciones de la Universidad de Cantabria, y le debo un comentario por una espléndida y singular edición de una obra de Leopoldo Cano, de la que espero hablar en cuanto tenga tiempo de componer las notas que tomé en su día. Alejandro Gándara me recomendó el libro de Nuria Labari, su mujer, en una cervecería en la madrileña Plaza de Santa Ana, en un rato agradable de conversación hace ya unos meses. Agradable también ha sido la lectura. Es un buen libro de cuentos, que, a lo que parece, es opera prima. Son trece relatos de lo cotidiano a partir de circunstancias que tienen la trascendencia de lo doméstico, de lo más apegado a la realidad de la calle y de la casa. Son relatos de época; de los que gustan a los filólogos cuando pensamos en los filólogos del siglo XXII —qué estúpidos, nosotros; no los filólogos del próximo siglo, los pobres—, que tendrán que anotar todas las referencias que hay en este tipo de relatos. Casillas, los Clicks, los polos de Tommy Hilfiger, los cromos de Panini, la Buscapina y el Aerored, el todo a cien, Felipe González, la marca de tabaco Lola, una película... Relatos de época, de su época, de esta época. (Es que ayer tarde leí un poema escrito el mes pasado en el que se decía algo parecido a "cual águila alzo el vuelo"... ) Los relatos de Nuria Labari son buenos porque tienen la gracia de un hallazgo, la dureza de una escena, las variantes formales para la construcción del cuento manejadas con sabiduría sin perder la compostura de la primera persona...

Razón: Nuria Labari, Los borrachos de mi vida. Madrid, Ediciones Lengua de Trapo, VII Premio de Narrativa Caja Madrid, 2009.

1 comentario:

Lector Iracundo dijo...

¡Pero bueno! ¿Ahora los premios literarios para jóvenes los ganan las esposas de otros escritores?