jueves, septiembre 28, 2006

Torquemada en Periférica


La novela es, para quien suscribe, en primer lugar, una modalidad literaria, y creo que no tengo necesidad de explicarme. Luego, cuando lo sea, la novela es una forma (literaria) de reflejar una realidad o la expresión suprema de unos sentimientos humanos. A veces, esta segunda índole es de una maestría eminente. Lo digo porque mis alumnos se recrean en lo que puede llamarse conversación de pasillo sobre la valentía de tal personaje en determinado lance o sobre la firmeza del amor de los amantes. Y no se paran en lo que realmente puede hacer grande y singular la creación, su forma de presentar la materia novelesca. La lectura de este ‘galdós’ de Periférica me trae estas reflexiones. Bueno, Galdós, siempre.
Me parece un acierto y un regalo para el lector la inclusión en la “Biblioteca portátil” de esta cercana editorial que miman con afán planetario Paca Flores y Julián Rodríguez de Torquemada en la hoguera, primera de las novelas de una serie que bien conoce y ha trabajado el autor del sugerente prólogo de esta cuidada edición, Germán Gullón. La novelita galdosiana —tan acorde con este molde reducido de la colección— es una expresión sublime de la creación —o recreación— de un personaje literario. También destaca en ella la forma de relación entre el narrador y el lector. Y también me interesa este Torquemada porque me parece un testimonio más de esa nutricia fuente en la que bebió Unamuno. Se habla más de las conexiones entre Niebla de don Miguel y El amigo Manso de don Benito que de la más sutil correspondencia entre este Torquemada y Amor y pedagogía como primera “nivola” unamuniana. Incluso Amor y pedagogía ha sido vista como parodia de La familia de León Roch de Galdós. Para esto y para mucho más está la edición excelente y completísima de la novela de Unamuno de una antigua compañera como Bénédicte Vauthier en Biblioteca Nueva (2002).
Me recuerda al don Avito Carrascal de la novela de Unamuno la actitud de Torquemada al oír que su hijo es un Newton resucitado, alguien que asombrará al mundo, y esa satisfacción de padre que “le rebosaba por ojos y boca en forma de lágrimas y babas.” Y don Avito levanta la cabeza.

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